Miranda.
Nunca me había sentido tan idiota como ahora.
¿Qué pensaba que iba a suceder? ¿Qué amaría a un hombre y que ese sería mi vivieron felices para siempre?
—Toma —Piero me ofrece un vaso de cartón, reconozco que tiene algo caliente de beber—. Lo compré aquí al lado, es emoliente.
No sé por qué no me ha llevado directamente a mi casa, pero en este momento no tengo fuerzas para impedir nada. Me siento débil, como si fuera incapaz de defenderme.
Se ha detenido en un parque cercano, aquí suelo traer a Lizzy, y en estos momentos, me gustaría tenerla a mi lado más que nunca. Ella siempre me hace sentir mejor aunque no diga palabra alguna.
Piero suaviza sus facciones al mirarme.
—Tranquila, dulce. Te juro que te dejaré en casa sana y salva, solo quiero que te tranquilices. ¿Te parece bien?
Niego.
—Quiero ir a casa —alcanzo a decir, mientras me quito las lágrimas de las mejillas.
—Yo sé, dulce, pero estás muy alterada todavía —se sienta a mi lado en la banca, tomándome la mano para ponerme el vaso en la palma—. Toma, por favor.
Tal vez, no sea tan mala idea. Tengo una urgencia por llegar a mi casa y esconderme bajo las sábanas hasta que me olvide de todo, pero si mi hermana, o mi mamá me ven así, van a pedirme explicaciones que no sé si se las pueda dar.
Además, son casi las cinco de la mañana. Cuando me vean llegar, ¿Qué van a pensar? ¿Qué me van a decir?
—Tranquila, ya no llores —murmura, midiendo sus siguientes movimientos—. No llores más, estoy seguro que Nicolás...
—No sé cómo pudo hacerme eso —sollozo, escondiendo mi rostro entre mis manos—. Nunca pensé que fuera capaz de algo así.
—No voy a justificarlo, dulce. Aunque quisiera porque él no es malo.
—Eso no es excusa.
—No lo es.
Una cosa es que tarde o temprano terminemos porque el amor se acaba, o porque conoce a otra chica, o por cualquier otro motivo normal, y otra muy distinta que sea una mala persona es intolerable para mí.
—Dulce —Piero me dice como Nico suele decirme continuamente, y eso me destruye el corazón todavía más—, no voy a justificar lo que te hizo Nicolás hoy, pero en serio, te adora. Nunca lo había visto así por ninguna otra mujer.
Piero se acerca, demostrándome apoyo cuando su brazo rodea mis hombros y me arrastra para abrazarme como consuelo, mientras lloro sobre su pecho. Sollozo, hundiéndome en la miseria, sintiendo que me asfixio entre tanta basura.
—Entiéndelo, por favor, él no es malo.
—Pero lo que hizo sí lo es.
No puedo ignorar esa verdad, aunque quisiera.
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Mi Cliché
Teen FictionMiranda ha estado lidiando con muchos problemas últimamente. Entre ellos, sus inseguridades respecto a su físico, y a su intelecto. Los pensamientos invasivos de que no es buena acaban torturándola día a día. En cambio, Nicolás es todo lo contrario...