Miranda.
—¡Auch!
Si Macarena sigue así, va a terminar por quemarme una oreja.
—Perdón, no tengo muy buen pulso —asegura, mientras sigue con su tarea—. Pero tu cabello se ve muy bonito.
—¿Está mejor planchado que al natural?
Maca es muy sincera. Sé que sin importar qué, me dirá la verdad.
—De las dos formas te queda bien, eres como una versión de rapunzel con el cabello negro y ondulado, y ahora estás igual y diferente a la vez, ¿Me entiendes?
—No mucho.
—Digo que te ves bonita, de una forma diferente, pero sigues siendo bastante linda.
No sé si ha sido buena idea plancharme el cabello, hace bastante no lo hacía, básicamente porque ya me había rendido con todo lo que tenía que ver con mi cabello. Para mí, era un desastre que ya no tenía arreglo, hasta que llegó Nicolás y siempre se encargaba de recordarme lo mucho que le gustaba.
Nico. Hasta pensar en su nombre me causa escalofríos.
Puede que ya no esté hundida en la cama, muriéndome y apenas comiendo. Es cierto que estoy bastante mejor, pero mi corazón sigue igual de roto, no he podido olvidarlo, ni dejar de quererlo, ni siquiera un poquito.
Mientras más tiempo pasamos separados, más me doy cuenta que es muy probable que no lo quiera solamente. Es casi seguro que también lo amo como una tonta, aunque amor es una palabra muy fuerte, y por lo mismo, me cuesta usarla por primera vez con quien ni siquiera me aprecia.
—Qué bueno que hayas accedido a venir con nosotros —dice Maca—. Aunque más te valía, si no te hubiera sacado de aquí a rastras.
La verdad, solo accedí por su insistencia.
—Además, no puedes quedarte pensando en ese chico —señala, mentiría si le dijera que me lo está recordando, porque no he podido olvidarlo ni un minuto—. Es un imbécil, olvídalo.
—La imbécil soy yo por aceptar una relación sin compromiso. Nunca debí hacerlo.
Yo no soy fría, no puedo compartir el mismo espacio durante tanto tiempo con alguien; tocarlo, besarlo, acariciarlo, y no sentir nada. Pensé que podría apagar mi mente, vivir la especie de romance que, de un modo u otro, siempre admiré. En mi afán por tenerlo, olvidé que eso no es uno real, porque si fuera así, él me querría.
—Quisiera saber cómo lo haces —ya le he hecho esa pregunta antes, pero no me resisto a hacerla nuevamente—. Con Pablo, por ejemplo, es un chico lindo, amable, te trata como reina, ¿Cómo es que no sientes nada?
—Bueno, me trata de la manera que intuye que quiero, pero es demasiado meloso para mi gusto —Maca desconecta la plancha, haciéndola a un lado para que pueda verme a la cara—. Si no me enamoro de un hombre, es porque ya lo estuve una vez, y sé cómo es esa mierda. No soy masoquista para volver a lo mismo.
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Mi Cliché
Teen FictionMiranda ha estado lidiando con muchos problemas últimamente. Entre ellos, sus inseguridades respecto a su físico, y a su intelecto. Los pensamientos invasivos de que no es buena acaban torturándola día a día. En cambio, Nicolás es todo lo contrario...