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Nappa estaba sobrio.

— Es por las medicinas que Bulma trajo.

— Quisiera haberla saludado. Espero que le hayas agradecido, Vegeta.

— Sí, lo hice.

Nappa había estado durmiendo en el cuarto debido al alcohol. Los fuertes dolores de cabeza siempre lo tiraban a la cama.

— Hoy llegó agua. — mencionó Vegeta.

— Lo sé. Dile a Goku que es su turno de ducharse en cuanto Raditz salga. — respondió Nappa.

— Ya lo sabe.

Era asqueroso, pero tal vez se bañaban una vez a la semana o hasta que llegase agua a la ducha milagrosamente.

No podían culpar al edificio. Ellos no pagaban la renta hace mucho y tal vez los echaran dentro de un mes o dos. Cuando eso pasara se irían a un hotel barato, de camas no muy cómodas y eso, pero era mejor que nada.

Habían pensado en ir a la corporación Cápsula, aunque eso ya no era una alternativa después de la visita de Bulma.

Nappa parecía ser una carga, pero no por eso se desharían de él.

De todas formas le quedaba poco tiempo.

— Me siento mal, Vegeta. — soltó Nappa de repente.

— ¿Qué tienes?

Justamente Raditz salió del baño. Se había cambiado dentro.

— ¿Estás bien, Nappa? — preguntó él.

— No.

— ¿Qué sucede? — Goku había escuchado y salió a mirar.

Se preocuparon. Tal vez le dolía algo.

— Aunque haya estado ebrio y drogado, pude pensar en las cosas.

No entendieron.

— Explícate. — pidió Vegeta.

— Mi mamá se esforzó para hacerme feliz, y no lo soy. Ella pensaría que es su culpa aunque eso sea incorrecto. No puedo serlo ni siquiera por su satisfacción, y eso me hace sentir horrible.

Bien.
Lo que diferenciaba a Nappa del resto, era que él tenía a alguien fallecido a quien quería hacer sentir feliz incluso después de su muerte. Como si deseara que esa persona pereciera tranquila, sabiendo que al menos cumplió su promesa.

Tenía razón. Si lo pensabas, era triste imaginar a su madre sin poder descansar porque sabía que su hijo no era feliz a pesar de todos sus esfuerzos. Incluso si eso no era su culpa.

— Nadie puede reprocharte nada. Adoras a tu madre, pero las circunstancias no te permiten ser feliz. Ella no tiene nada que ver.

— Lo sé, Goku. Solo quisiera serlo por ella, pero no es posible. Intento levantarme sonriendo, intento no beber, inyectarme heroína ni aspirar cocaína, pero no sirve. Nos veo todos los días aquí; yo solo espero el día en que muera y ustedes tratan de sobrevivir mientras se quejan por dentro. Lo peor es que no sé hasta cuándo terminaré de reunir el dinero para que salgan de aquí. Ni siquiera pueden ir donde Bulma porque son muy idiotas y se niegan a dejarme aquí.

— No lo haremos aunque te quejes y nos insultes.

Raditz siempre decía la misma mierda.

— Era de esperarse más viniendo de ti. — respondió Nappa.

Al menos era consciente de "lo que ambos tenían".

— Nappa, no sé qué esperabas si sabes que nosotros somos lo único que tenemos. Si no
fuera por Tarble, diría que mi familia no está. — explicó Vegeta.

Era por eso que se cuidaban entre todos, porque el no tener a nadie más hacía que se encariñaran. Puede que él los insultara todo el tiempo, pero los apreciaba y amaba mucho.
Lo mismo pasaba todas las veces que les pedía que lo abandonaran. Aunque siempre dijera eso, en realidad estaba agradecido de su lealtad.

Tal vez eso era lo único que lo hacía sentir "bien".

Pensar que Raditz no lo dejaría.
Tampoco Vegeta.
Ni Goku.

— ¿Lo que esperaba? Pues pensé que con la gran oportunidad que Bulma les dio ustedes se irían de aquí.

— Que no.

— Kakarotto, no te vayas a enojar. — intervino Vegeta.

Eso no era muy frecuente, pero esos últimos días anduvo tenso, así que era más probable que sucediera.

— Al menos prométanme que se largarán cuando me muera.

Nadie supo responder a eso.

— Es lo único que les voy a pedir, por favor.

Era como su situación con su madre. Justo como él quería que ella muriera tranquila, ellos deseaban lo mismo para él. Aunque, Nappa no quería que ellos se atormentaran justo como él.

— No quiero que se sientan como yo con mi mamá. Solo sean felices.

Nappa empezó a llorar.

Luego Raditz.

Luego Goku.

Y luego Vegeta.

— Es tan penoso... — Nappa sonrió con dificultad y soltó una pequeña carcajada —. Pero también es gracioso pensar que no quieren abandonar a alguien a pesar de que vaya a morirse tarde o temprano.

Soltó otra risa.
Luego otra, y otra.
Hasta que se la pegó al resto.

— Y... Y... — Raditz no podía aguantar su risa al igual que el resto —. Y todos estamos horriblemente arruinados. Yo tengo depresión, ¿quién lo diría?

— Yo me drogo y me alcoholizo. Me corto de vez en cuando y tengo estrés postraumático. — rió Nappa.

— Yo tengo crisis nerviosa. Rompo vasos y golpeo paredes como imbécil. — Vegeta hizo lo mismo.

— Y yo solo tengo que verlos sufrir y sentirme con ganas de suicidarme todos los días por esa razón. ¡Cómo es la vida, chicos! — exclamó Goku, soltando varias carcajadas también.

Con lágrimas en los ojos, siguieron riendo estruendosamente.

Se veía muy extraño y altamente estúpido, pero también bastante triste.

Pobres.
Tal vez todos terminaron mentalmente inestables.

Arruinados. [Dragon Ball Z]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora