Capítulo 1

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Aburrido más que impaciente. Estaba recostado contra la cerca de madera que rodeaba alguna casa bonita del lugar; en conjunto formaban una especie de calle con la desnuda pared de la casa vecina, de lado a lado.

Las gotas que caían a lo largo de la canaletas que formaban el techado alcanzaban a mojar sus zapatos –Nada que hacer- pensó, chasqueando con desgano su lengua. Terminaba el verano, y caminar  del instituto a casa, cansado y bajo un cielo gris parecía lo normal, de eso se trataba la mitad de su vida ¿no? nada a que prestarle atención.

Excepto que a mitad de su recorrido ese débil cielo gris se habia convertido en una lluvia, una fuerte, y tras un par de segundos de pie e inmóvil en la calle,  necesarios para entender su situación y mentalmente joder el clima, se dirigió a medio trote hacia una tienda que estaba unas casas más adelante.

Excepto que se frenó en seco  cuando distinguió, apenas bajando por la calle de al frente, un paraguas gris; bajo el, una silueta ligeramente robusta, junto a una más pequeña y delgada, en el inconfundible uniforme rojo del instituto vecino. –  No hoy, no de nuevo, no. – Se dijo mientras dirigía su trote ahora hacia la calle que tenía a su izquierda.

Hacia frio y la lluvia no tenía nada importante que decir. Todo era el repetitivo sonido de siempre. Quizá estaría mejor  en la amplia entrada de la tienda que quedaba en la calle principal, justo a la vuelta de la casa de la esquina. Estaría más protegido.

Talvez no, de hecho ni pensarlo, demasiadas caras que ver. La abuelita encargada de la tienda era tolerable en realidad, y generalmente pasaba poca gente. Pero esa poca era precisamente la que no quería encontrarse ahora. Ese instinto, que inevitablemente había desarrollado tras un par años de tener que soportarlo, lo mantenía casi por inercia en el lugar.

Kuroo pasaría por la calle,  entraría en la tienda con esa aterradora sonrisa y esos fantásticos comentarios. Tsukishima casi poda sentir la fuerte palmada que le daría en la espalda antes de obligarlo a acurrucarse bajo el paraguas, tratando de igualar la altura de Kenma.

Kuroo y Kenma estudiaban en otro instituto, no muy lejos del de Tsukishima, justamente frente a la calle de la tienda del señor Keishi (Que generalmente atendía la abuelita) encontraban caminos. Tsukishima rara vez tomaba la salida con algún compañero (en especial porque en su mayoría eran idiotas) y no es que tuviera sentido ya que debían partir caminos rápidamente; desde el principio encontrarse él solo con Kuroo y Kenma no le había dado muchas opciones para evitarlos o valerse de excusas, y cuandoia   sacado sus armas más poderosas: La apatía, la provocación, la altanería, se habia chocado con un idiota que llevaba el descaro a otro nivel, y a Kenma con una mirada más desinteresada que la suya.

En un corto tiempo se había dado por vencido, y así desde entonces al menos un par de veces a la semana compartían unos maravillosos veinte minutos de caminata hasta la casa de Tsukishima, y era en la próxima calle el edificio donde el otro par eran vecinos.

Kuroo tenía un auto desde hacía  unos dos meses. Era un desastre de conductor. Aparentemente estaba tomando clases, pero era obvio que aún faltaba mucho antes de que fuera capaz de manejarlo decentemente.

¿Cómo habia Tsukishimaha terminado haciéndose amigo de esos dos? Bien, dos simples razones era lo único que tenía el rubio: la increíblemente exasperante, inagotable, infinitamente molesta personalidad de Kuroo, que nunca paraba de insistir, y el hecho de que Kenma poseía una de las actitudes menos irritantes que conocía, se ignoraban mutuamente la mayoría del tiempo, solo se hablaban por arrastre de Kuroo.

Era fácil -Pensaba- Igual, una vez Kenma tuviera cerca algo con teclas, desde una consola hasta un tamagotchi, básicamente el mundo entero perdía importancia para él. Bien, mejor para ambos.

Adorables Puntos Plateados (Lovely Silver Dots)Where stories live. Discover now