Don't Rose It (PearlxAmethyst)

12 -final-

Pearl's Pov:
Dejé a Steven en su habitación, durmiendo ya. Apagué las luces y voy a mi habitación, dejando un largo bostezo. Cierro los ojos.

Una vez teletransportada, camino con los ojos cerrados, andaba realmente agotada, pero... olía extraño aquí. Como a... ¿rosas? ¿chicle? ¿algo dulce?

Lo cual hizo que abriera los ojos. La habitación estaba llena de velas encendidas, eran aromáticas. Mi cama tenía las sábanas cambiadas a unas rojas y delgadas. Y tenían a mi amante sobre ellas.

Mis mejillas se tornaron celestes, automáticamente.

—Dios... Amethyst. —dije y reí del nerviosismo, o felicidad, de hecho esto es algo que no me lo estaba esperando realmente.

—Hey, cutie. —miró coquetamente. — No traigo una botella de vino, pero hice mi mejor y rápido esfuerzo aquí, es como nuestro primer día.

—N-no... no sé que decir. Yo... —me quedé totalmente sin palabras, estaba algo paralizada, estaba consciente de ello, ¿lo íbamos a hacer?

—No te pongas tímida. Acércate.

Amethyst salió de la cama dispuesta a coger de mi mano y guiarme de vuelta con ella. Mi cara parecía de una persona común ahogada, toda celeste.
Amethyst lo notó. Notó que estaba nerviosa, y sonrió.

Se sentó frente a mí, y se abalanzó contra mí, sorprendiéndome. La tenía encima mío.

No me había percatado de la vestimenta de ella, tenía algo negro y pegado al cuerpo. Dando silueta a el cuerpo tan imperfectamente perfecto a mis ojos. Sus labios los traía pintados de rojo, viendose realmente provocativa.

Realmente quería comer su boca.

Pero no podía moverme.

Amethyst y yo seguíamos mirándonos, con la respiración yendo cada vez más rápido. Más enfocadas una de la otra. Entrelazó sus dedos con los míos. Me sonrojé.

—¿Crees que los vaya a usar? —rió.

—Silencio, mujercita.

—Hablaste. Pensé que te habían quitado las cuerdas vocales. Me gusta, me gusta.

—Haré que te calles. —dije yo, más segura de mi misma. Ella sólo río denuevo, y me miró con la mirada más tierna del mundo entero, del universo entero.

—Pearl, eres lo más importante que tengo, te adoro tanto...

Se sentó entre mis piernas, con las suyas en cada lado. Dispuesta a tentarme.

—Yo te adoro más.