VI. Historias

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"And I don't care if I sing off key,
I find myself in my melodies,
I sing for love,
I sing for me,
I shout it out
like a bird set free."
-Bird Set Free, Sia

○○○

Raoul acaba de mudarse a Tenerife y, por suerte, ya ha encontrado trabajo, poco después de una semana buscando, en un hotel.

Tiene turno de tarde, lo cual no le agrada demasiado, pero algo es algo, y le consuela saber que es provisional, hasta que logre cumplir su sueño y ser cantante.

Le presentan rápidamente a sus compañeros, que, por suerte para él, que es malísimo recordando nombres, llevan placas cada uno con su nombre. Todos son muy amables con el chico nuevo, y entre unos cuantos le enseñan todo el lugar y le explican su trabajo como recepcionista, qué decir, cómo funciona el programa del ordenador... Raoul trata de retener toda la información posible, pero ya avisa a sus compañeros que más de una vez les tendrá que preguntar algo.

-No importa.-Le dice una chica de piel morena y ojos verdes, aunque Raoul no logra leer su nombre.-Estamos para lo que necesites.-Añade guiñándole un ojo.

El rubio se queda un segundo pensativo, pero decide seguirle el juego a la chica y sonreirle de forma coqueta, de todas formas, no tiene nada que perder, aquí nadie le conoce, puede ser quien quiera.

El día pasa rápido y, cuando quiere darse cuenta son las once y diez, y su turno ha acabado hace diez minutos. Camina hacia los vestuarios que tienen los empleados para ponerse y quitarse los uniformes, donde ya no queda nadie, y cuando está a punto de empezar a quitarse la ropa, oye a alguien cantar a lo lejos.

-Clipped wings, I was a broken thing. Had a voice, had a voice but I could not sing...

Tarda muy poco en identificar la canción, pero la voz de esa persona le confunde, ya que, atenuada por la distancia, no sabe si quiera si le pertenece a un hombre o una mujer.

Sea quien sea, tiene una voz hermosa.

La curiosidad le puede y comienza a seguir el sonido, que le lleva hasta la puerta de un comedor, por donde no puede acceder. En un momento de lucidez, recuerda una entrada por la parte trasera del comedor, solo para gente de servicio, y va hasta allí sin que nadie le diga nada, ya que aún lleva puesto el uniforme.

Abre la puerta y descubre quién está cantando. Un hombre. Un chico de unos veinte años, como él, más o menos, que además de cantar genial es sencillamente guapísimo.

Un maldito ángel.

Un puto dios.

Raoul se queda encoñado mirando al chico cantar, admirando la facilidad con la que llega a las notas mmás agudas, pero también a las más bajas, su naturalidad sobre el escenario, la emoción que envidiablemente transmite...

Tan encoñado está, que no se da cuenta de que la canción acaba y el chico está agradeciendo a la gente sus aplausos hasta que sus miradas se cruzan y el castaño se detiene a observarle, para después dedicarle una sonrisa desde el escenario.

Todos los planes de Raoul relacionados con ser otra persona y la chica de los ojos verdes caen de golpe, se van a la mierda con esa intensa mirada y esa hermosa sonrisa. Ahora todo lo que le importa es saber quién es ese chico.

Pasa toda esa noche, la mañana siguiente y también la tarde, pensando en él, haste que por fin, a las once del día siguiente, al acabar su turno, vuelve a colarse al comedor para mirarle y escucharle y, quién sabe, quizás podrían vokver a compartir otra sonrisa.

Pero todo cambia unos días después, el primer sábado que trabaja en el hotel, cuando llega a su turno y ve al chico sentado en el mostrador de recepción, con el mismo uniforme que él, hablando con la chica de los ojos verdes.

Ragoney | OneShotsWhere stories live. Discover now