CONEXIÓN: II

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Rose era empleada de Silvera y también la hija de Luke

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Rose era empleada de Silvera y también la hija de Luke. Se lo especificó este último cuando vio a Remo vacilante, sin saber qué hacer o decir, si adelantarse dos pasos y darle la mano o mover la barbilla como saludo.

—Lo siento. Tengo amnesia transitoria... —Por lo menos lo podía utilizar de excusa ante las situaciones incómodas—. No recuerdo muchas cosas de mi vida.

—No te preocupes, tampoco es que nos hayamos visto mucho antes. —Rose se encogió de hombros, desinteresada. Remo no supo qué responderle.

—Lo siento. —Fue lo único que logró articular. Había algo en ella que le ponía nervioso. No sabía si su mirada descarada o su falta de interés a pesar de que su padre se encontraba pletórico. De una forma un tanto injusta y prejuiciosa, lo único que pensó Remo es que era una maleducada.

—¿Cómo te encuentras? —Luke rompió la incomodidad, tras escanearlo con rapidez y sin perder detalle de la cicatriz en la cara.

—Creo que bien.

«Al menos estoy vivo».

—¿Qué ha pasado todos estos días? Tu edificio... ¿Tenéis seguro? ¿Necesitas ayuda en algo?

Remo negó con la cabeza, mudo.

—Ahora mismo estoy en Boston. —Carraspeó—. Con mi padre.

—Lo conocí hace tiempo, un tipo divertido.

—Sí. —Le salió una sonrisa sin querer—. Me ha dejado el coche para venir aquí.

—Tendrás la vida patas arriba ahora mismo. —Luke asintió, algo compungido.

Rose se había quedado en una esquina. Había posado el saco de comida y se había quedado inmóvil. Solo movía los ojos, de un lado a otro, siempre sobre Remo, como un reptil venenoso. Estaba siendo tan descarada que Remo empezó a ponerse nervioso.

—Un poco —dijo, con tono desenfadado—. Me preguntaba si...

Luke esperó a que terminara la frase. Se había quedado atascado. Su intuición le decía que quería contárselo, pero le costaba mucho verbalizar las palabras. No la recordaba, pero debajo de su piel, en su pecho, había un animal que se revolvía cada vez que pensaba en Lorena, como si ese animal tuviera guardada toda la memoria que él no conseguía encontrar.

—Quería dejarle unas flores a Lorena.

Ni Rose ni Luke comprendieron lo que significaban sus palabras.

—Al cementerio.

Luke se llevó una mano a la boca. En cambio, Rose frunció el ceño.

—¿Quién es Lorena? —Al momento, recibió una mirada de advertencia de su padre.

—Mi novia.

—Ah... —La chica puso cara de hacer memoria—. No. No me acuerdo.

—Nosotros no tenemos coronas ni nada parecido, hijo. —Luke se movió, para aprovechar y darle un pisotón a Rose.

Reseco de veneno, sediento de sueñosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن