Capítulo dos

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Sentí cómo papá se alejaba de la puerta y lo pude imaginar con una sonrisa en su rostro. Siempre sucedía lo mismo cuando cocinaba. En casa nos repartíamos las tareas y hoy le tocaba el turno a él. Se llenaba de orgullo con sus creaciones culinarias, era como un niño que esperaba que le dijeras "qué lindo dibujo" y le palmearas la cabeza. Estricto, sí, correcto, también, pero tenía esos momentos de infante que lo hacían muy gracioso. 

Kuyng, mi padre, era un tipo gracioso cuando se lo proponía pero la mayoría de las veces no era su meta. Creció en una casa humilde con sus padres y un hermano más grande, que murió a causa de un accidente por conducir ebrio un auto prestado, creo que papá aún se siente culpable por ese incidente, no entiendo bien por qué. Al ver la situación de miseria en su casa estudió y trabajó mucho y así sacó adelante su carrera como abogado. Tan exitoso era que pudo ayudar a mis abuelos y han mejorado notablemente su situación económica, pero tanto esfuerzo le dejó cicatrices que se ven reflejadas en un carácter duro y para nada amoroso. A veces pensaba que no podía hablar con él, que no me comprendía porque se había olvidado de lo que se sentía ser un joven o porque quizá él nunca pudo serlo.

Como soy su único hijo siempre esperó lo mejor de mí, así es que he sido siempre uno de los mejores de la clase y tiene grandes esperanzas depositadas en mí. "Será abogado, como su padre", decía cada vez que me presentaba ante algún cliente o algún otro abogado; ante esto, yo simplemente agachaba la cabeza y sonreía, esperando que no me pregunten si es verdad lo que acaba de afirmar mi progenitor. Lo quería, y de eso no había dudas, no era un padre que estuviese todo el tiempo diciendo que me amaba ni que me quería. Ciertamente, no recordaba hasta aquel momento cuándo había sido la última vez que esas palabras salieron de su boca, y a veces ponía en duda si realmente lo sentía. Aunque cuando lograba relajarse era un tipo genial.

Cerré la canilla y salí de la ducha. Me coloqué la toalla a modo de pollera y salí hacia mi cuarto. Miré mi celular y vi que ya eran las 21:00. Me sequé lo más rápido que pude, me vestí y bajé corriendo las escaleras.

Al llegar al comedor vi a mi madre ya sentada a la mesa.

—Si bajas corriendo la escalera vas a caerte, corazón.

—Ma, no tengo cinco años.

—De cuerpo no, pero de madurez... —soltó una risita.

Mi madre, Haneul, era un asunto completamente diferente. Graciosa, charlatana, curiosa, soñadora, cariñosa, así es ella. Aún no me explico qué hace con un hombre como papá, no es que sea malo pero tanta seriedad debe matarla por dentro. Siento que es totalmente ella solo cuando está a solas conmigo. Mamá era ingeniera en sistemas, una de las mejores. Siempre me comentaba que la mayoría de sus compañeros eran hombres y que casi no aguantaban hacer una rabieta cada vez que ella los superaba en alguna prueba. Se conocieron con papá en un baile de la universidad, ella siempre dice que "los astros se alinearon y tu padre me invitó a bailar y creo que ahí supe lo que era el amor a primera vista". Para cuando lo conocí yo, mi padre ya no bailaba, bueno, dudaba seriamente que hiciera alguna actividad divertida.

Me senté al lado de mamá, como siempre, mientras papá traía la cena.

—Hoy es domingo de pastas: ¡sorrentinos! —se le dibujó una sonrisa.

Luego de servidas las porciones comenzamos a comer y debo admitir que como siempre se lució en la cocina.

—Hijo, mañana es tu último primer día de clase, quiero que sepas que espero lo mejor de ti, siempre —dijo mi padre mientras me clavaba la mirada.

—Lo sé, padre— agaché la cabeza. ¿Por qué me sentía tan pequeño cuando me hablaba así?

—No seas tan duro con el muchacho— le respondió mamá apoyando su mano sobre mi pierna, mostrándome su apoyo.

—Haneul, sabes que Jjong ya no es un niño.

—Lo sé, pero tú eres el que debe dejar de tratarlo como a un chiquillo. Siempre ha sido el mejor, tenle algo de confianza.

Yo seguía con la cabeza gacha, no me gustaba que mis padres estuvieran teniendo aquella conversación como si yo no estuviera presente.

—¿Amor, estás bien?—preguntó mi madre sacándome de mis pensamientos.

—Eh, sí —mentí y supe que ella ya me había descubierto.

—Bien, Jonghyun, quiero que este año des todo de ti, no puedes ser casi excelente, debes ser excelente. El año que viene empiezas el camino para hacer un abogado como yo y sabes que es un camino lleno de obstáculos debes centrarte solo en el estudio...

Me cegó el enojo y golpeé la mesa con mucha fuerza y lo miré a los ojos. Vi mi error apenas cometí aquella locura.

—¿Qué diablos te pasa? —dijo mi padre mirándome de una forma que me asustaba, pero no le quité la mirada.

—¿Qué diablos me pasa? ¡Qué diablos te pasa a ti! ¿No he sido lo suficientemente bueno para ti? ¿No soy suficiente para "el señor gran abogado"? Pues discúlpame por no ser una máquina perfecta.

—Solo quiero que des lo mejor de ti -golpeó la mesa y se paró desafiándome-.Te he dado todo, no merezco este trato.

—¿Material? Todo. Pero no me quieres, ni siquiera me has dicho que te hago sentir orgulloso y ni quiero que me lo digas porque ahora sé que solo lo dirás para complacerme.

—¿De qué rayos estás hablando? ¿Desde cuándo te importan estas cosas?

—¡Ni siquiera eres capaz de sentarte a hablar conmigo por ese estúpido trabajo tuyo que te consume el alma! ¿Sabes qué? Me niego a ser un abogaducho como tú.

—¡Nunca podrías ser lo que yo soy, te falta muchísimo para ser como yo!

—¡La idea es no ser un idiota como tú!

No sé cómo pero mi padre había lanzado un golpe, yo no me había dado cuenta hasta que vi que mamá estaba a su lado sosteniendo su brazo para que no disparara. ¿Cuándo había llegado ahí?

—P... por favor. Ya... ya no peleen — ella lloraba mucho. A mamá nunca le gustaron las escenas violentas y esta la había sobrepasado.

—Mamá... lo siento -dije y empecé a llorar y ya no sabía por qué: si por mamá, por haber peleado con papá o por no saber qué quiero con mi vida.

Contemplé la escena una vez más antes de retirarme corriendo a mi cuarto. Cerré la puerta y apoyé mi espalda en ella,me deslicé hasta llegar al piso y seguí llorando un rato.

Cuando logré calmarme un poco, tomé mi celular de arriba de mi escritorio y revisé las notificaciones. Minho me había escrito:

Rana: oye, cómo te sientes ahora?

Yo: acabo de pelear con el jefazo.

Rana: QUÉ?!

Antes de contestarle me di cuenta que tenía más notificaciones: publicidad, fulanito te invita a que le des like a su página, hoy es el cumpleaños de este tipo que no sabes por qué lo tienes en las redes sociales y un mensaje de Sully:

Bonita: oye, no he sabido de ti. cómo estás?

Yo: bien, bueno, más o menos. Me peleé con papá.

Bonita: quieres que te llame?

Yo: no, está bien. Mañana hablamos.

Bonita: ok, te quiero.

Yo: igual yo.

Decidí contestarle a Minho quien ya me había mandado cinco mensajes. No quería molestarlo con mis problemas y ya lo había hecho dos veces en el día.

Yo: mañana te cuento, si quieres nos juntamos luego de la escuela en el café, no quiero hablar de esto en el instituto.

Rana: ok... por favor cuídate. Nos vemos

Yo: descuida... nos vemos, descansa

Era temprano aún pero ya no quería saber más nada ese día. Programé la alarma, dejé el celular sobre el escritorio y me tiré en mi cama. Contrario a lo que pensé, aquella pelea me había agotado tanto que me dormí de inmediato.

La noche que iluminas [Jongkey]Where stories live. Discover now