Capítulo diecisiete

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Dejé la bicicleta fuera de Bella Notte, entré y me dirigí hacia el mostrador donde se encontraba Onew quien me regalaba su gran sonrisa característica.

—Bienvenido.

—Gracias.

—Pasa, hay papeleo que hacer.

Me indicó con su mano que rodeara el mostrador y entrara a la cocina. Allí nos ubicamos en una mesa cuadrada y Onew me alcanzó el contrato para que lo leyera. Luego de leerlo me prestó un bolígrafo para que firmara y una copia para que la conservaba por si acaso la necesitaba.

—Ya eres parte de la familia — me tendió su mano para que la estrechara.

No podía ocultar la emoción que sentía, era la primera vez que iba a trabajar, trabajar de verdad. Quizás sonara como un loco pero realmente me sentía contento y, debía admitirlo, también nervioso.

—Espera aquí  —me dijo mientras se dirigía hacia un armario y sacaba unas prendas de ropa.

Me tendió un pantalón de vestir, una camisa blanca, y un delantal negro.

—Por allí está el baño —señaló una puerta que estaba a mi espalda—. Avísame si no te queda bien, aunque estoy casi seguro de que es el talle correcto.

Fui a cambiarme al baño, me miré al espejo y observé que era básicamente el uniforme de Diamond High, con la única diferencia de que en lugar de tener el escudo de la secundaria tenía bordado el logo de Bella Notte que era un café con una lunita.

—¿Cómo me veo? —pregunté al salir.

—Perfecto  — levantó su pulgar como aprobación.

Nos dirigimos hacia el mostrador y Onew comenzó a explicarme algunas cuestiones básicas de la máquina para hacer el café y de cómo servir los diferentes tipos: las medidas que debía utilizar, los recipientes en los que se servían, etc.

—¿Entiendes?

—Eso creo.

—Si explota la máquina sabremos de quién es la culpa  —decía Kibum que estaba llegando al local. 

Onew me había comentado que le pidió a Kibum para que hiciera más horas, por lo que ahora entraba a las 14:00 y su horario era de seis horas.

—¿Tan poca confianza me tienes? —le dije fingiendo que estaba ofendido.

—¿La verdad? Le tengo más confianza a Onew.

—Debería ofenderme pero es lindo que me tengas algo de confianza —sonrió.

—Tampoco te ilusiones  —advirtió Kibum divertido.

Dio la vuelta al mostrador, se acercó hacia mí y apoyó su mano en mi hombro:

—Lo harás bien, niño, eres listo —me hizo una guiñada y se fue a cambiar la ropa.

Cuando volvió recordé que a él también le quedaba perfecto el uniforme.

En el local solo estábamos los tres en ese momento, por lo que Kibum aprovechó para explicarme algunas cosas que debía saber: cómo dirigirme hacia los clientes, cómo debía anotar los pedidos para hacerlo de la forma más rápida y, lo más difícil, cómo llevar correctamente la bandeja con los pedidos.

—Debes hacerlo así —dijo y dobló su muñeca izquierda para apoyar en su palma la bandeja y con la mano derecha colocaba unas tazas vacías sobre ella.

—¿Tengo que hacerlo con una mano? Parece difícil.

—Es práctica, ya podrás hacerlo.

Kibum hacía que todo pareciera fácil, pero cuando llegó mi turno tuve miedo de tirar todo.

La noche que iluminas [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora