Capítulo dieciocho

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¿Novio? ¿Por qué Kibum no me... nos había contado eso? Y para colmo de males tenía que ser ese neandertal que estaba frente a nosotros. Cuánta inteligencia se escapaba por aquella boca inundada de vocablos tan hermosos como "imbécil" o "idiota", esa actitud de "chico dominado por la ira" te dejaba totalmente estupefacto... una verdadera obra de arte.

La rabia se había apoderado de mí también. Parodiando a una famosa saga de vampiros diría que había tres cosas de las que estaba completamente seguro. Primera, ese tipo era un imbécil. Segunda, era peligroso y violento. Y tercera, era el motivo del llanto y malestar de Kibum.

—Te pido que te retires inmediatamente —le dijo Onew en un tono que no pude reconocer como suyo, este era fuerte y dejaba entrever un gran enojo.

—Ya me iba, no tengo tiempo para perder con un trío de tontos.

Y se fue de la misma manera que había llegado: haciendo un gran alboroto para que todos voltearan a verlo, quería llamar la atención a toda costa y lo lograba con creces.

—Kibum... —hablé pero él negó con su cabeza. Obviamente no quería hablar conmigo.

Onew se dirigió hacia las mesas y les pidió disculpas a los clientes, todos se mostraron comprensivos ante la situación y volvió con nosotros.

—Kibum, vete a casa —sugirió Onew.

—No me iré.

—Entonces acompáñame.

Onew abrió la puerta de la cocina y le indicó con la cabeza a Kibum que entrara.

—¿Puedes encargarte de esto por unos minutos? —me dijo Onew.

—Claro.

Me sonrió y se fue a la cocina.

No soy de esas personas que escuchan conversaciones tras las puertas pero esto no era como en esas novelas en las que se enteraban del plan malévolo de la esposa del jefe amable y rico para acabar con la vida de la mucama, aquí era diferente: mi amigo estaba pasando mal y solo quería saber el motivo.

En puntas de pie, tratando de ser lo más sigiloso posible, me acerqué a la puerta con suma cautela. Justo cuando estaba por llegar unos clientes se arrimaron al mostrador y tuve que ir de inmediato a atenderlos. Y así estuve todo el rato: cada vez que intentaba acercarme a la puerta para escuchar alguien venía y debía abandonar la misión.

Varios minutos después me sorprendí al escuchar que la puerta se abría y que Kibum y Onew salían de allí. Parecía que Kibum había estado llorando pero sonreía mientras secaba sus lágrimas y Onew lo consolaba poniendo su mano en el hombro del primero.

—¿Todo en orden?— me preguntó Onew.

—Sí, todo en orden -respondí.

Miré a Kibum y él me miró. ¿Era vergüenza lo que notaba en él?

—Te pido disculpas por lo que pasó, se salió todo de control —me dijo.

—No me pidas perdón, no es tu culpa.

—Sí, en parte lo es. Y con "parte" me refiero a que todo lo es.

—¿Por qué sería tu culpa? El que estuvo mal fue él, no te pongas así.

Hizo un esfuerzo y volvió a sonreír y a trabajar. Se dirigió a limpiar la mesa de unos clientes que se estaban yendo en ese momento. Onew se acercó a hablarme:

—Tenemos que ayudarlo, no sé cómo, deberías hablar con él.

—Lo intenté pero él no quiso.

La noche que iluminas [Jongkey]Where stories live. Discover now