Prologo

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La alarma sonó por todo el edificio mientras corría como un condenado por los largos pasillos del museo de Konoha.

A pesar de estar completamente en forma y de conocerse de memoria todos los rincones del lugar sentía que los guardias de seguridad y la policía le pisaban los talones.

Apretó los dientes y por un segundo miró la vasija que llevaba en sus manos.

Según le habían informado pertenecía a la antigua familia real japonesa y en el mercado negro se calculaba su precio en unos mil millones de dólares.

Y aparte de eso pesaba una tonelada, apenas y  podía sostenerla sobre sus brazos.

Las radios de los policías cada vez se escuchaban más cerca y él ya no sabía qué hacer.

Se metió dentro de un cuarto oscuro y dejó la joya de porcelana en el suelo mirándola fijamente.

¿Qué debía hacer? Si se la llevaba podía sacar una buena tajada pero si no se la llevaba tenía más posibilidades de escapar, y eso era lo más conveniente teniendo en cuenta que era el ladrón más buscado de toda América del Norte, China y Japón.

Tomó  la vasija y volvió a salir al pasillo, ¿Dónde podía dejarla?

Como ángel caído del cielo uno de los de seguridad apareció en ese instante con una pistola en la mano.

Por propia experiencia sabía que solo era de fogueo.

El guardia se quedó petrificado al ver a aquel hombre alto, vestido todo de cuero negro y con una máscara que le cubría media cabeza, dejando solo al descubierto la nariz y la boca del hombre que tan bien conocía por las noticias.

Kyubi, el ladrón más buscado del momento.

-¿Sabes? Me vienes como anillo al dedo-dijo acercándose al guardia.

-¡No te acerques o te agujereo!-gritó nervioso apretando la boca de la pistola contra el pecho de Kyubi.

Kyubi rodó los ojos y apartó la pistola de un manotazo.

-No juegues con eso que te puedes lastimar-dijo-en fin a lo que iba, tengo a toda la pasma detrás y esta vasija es una preciosidad pero mi culo fuera del tullo es más precioso aún, así que guárdamela, ya vendré a buscarla otro día.

El guardia estaba estupefacto mientras el ladrón le dejaba la vasija en las manos.

-¿No te la ibas a llevar?

Kyubi suspiró.

-Colega, tengo a todos los polis detrás y eso pesa más que el Everest, puede costar mucho pero valoro más mi vida.

Las radios de la policía cada vez se oían más cerca.

-¡Ahí está!-gritó un agente.

La luz de las linternas enfocaron a Kyubi de lleno en la cara.

-¡Inspector Inuzuka! ¿Vio que tenía razón cuando dije que nos veríamos esta semana otra vez?-dijo con una sonrisa dirigiéndose al hombre que iba al frente.

-Creo que es la cuarta vez que nos vemos esta semana y la cuarta vez que me escaparé.

El hombre de pelo castaño y aspecto lobuno rechinó los dientes, ese tío lo sacaba de quicio, parecía el típico ladrón chapucero, siempre sabían dónde iba a atacar, pero era todo un profesional que tenía en vilo hasta al FBI.

Alzó la pistola y le apuntó directamente al pecho, luego dirigió una mirada de reojo al guardia que estaba junto a él, llevaba la vasija.

-¿No me digas que estás arrepentido?-dijo volviendo a mirar al ladrón-el gran Kyubi dejando los objetos que vino a robar.

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