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Hinata Hyuga permanecía sentada con los ojos cerrados y la espalda recostada en la silla que quedaba en frente de su escritorio en la comisaría de Konoha.

El pelo largo y negro caía en cascada por el respaldo de la silla hasta casi rozar el suelo.

Sus delgadas y torneadas piernas permanecían descansando sobre la desgastada mesa del escritorio y entre montañas de papeles apiñados por toda la extensión exceptuando donde el viejo ordenador estaba instalado.

A esas horas de la mañana el departamento de tráfico de la policía de Konoha estaba totalmente vacío, salvo por ella y su compañera Ino que holgazaneaban en sus mesas, salvo que esta vez ninguna de ellas discutía sobre si era más guapo Jude Law o Brad Pit.

La razón de que ella hubiera vuelto a la policía, en concreto a la sección de tráfico, era que se había demostrado que ella no tenía nada que ver con el asunto de Kyubi, todo por cortesía de Kakashi, que nadie sabía cómo había logrado su readmisión.

Por supuesto no la habían repuesto en su cargo en la sección de robos sino que la habían degradado a su antiguo puesto, pero no le importaba, ella era feliz así como estaba.

Naruto se había recuperado de la herida en el vientre y todo había vuelto a la normalidad, ahora vivían juntos y cada uno había retomado su vida, él como ladrón y ella como policía.

En cuanto al cetro tan ansiado por Minato, la parte que guardaba Naruto era el mango de una especie de bastón que él conservaba como un recuerdo de su madre en una de las estanterías de la casa, él sabía que era una pieza muy antigua pero nunca había sospechado lo que era realmente.

Los cargos de asesinato se habían retirado de él y ahora seguía perseguido por lo de siempre, el famoso ladrón de arte que era.

Tocante al tema de quién había sido su salvador misterioso ella acababa de descubrirlo, Kiba le había mandado un correo electrónico explicándole todo lo que había pasado aquella noche en casa de Naruto y como había huido.

Él sabía que el rubio era Kyubi, lo había averiguado mientras se había mantenido escondido, la culpa y el enterarse a que se destinaban las actividades de Naruto y que esos objetos que robaba regresaban a su fuente fue suficiente para hacerlo recapacitar, él sabía lo de la base en el hospital y había llegado justo a tiempo para acabar con Minato.

Él decía que se iba a entregar a la policía, como así fue días después, siendo condenado a cuatro años de prisión.

Todo volvía a estar en el mismo orden caótico que siempre, pero la sonrisa no abandonó su rostro en todo el tiempo.

-Vaya-dijo Ino subiendo el volumen a la televisión del despacho-parece que Kyubi ha regresado y pisando fuerte.

Hinata se obligó a ocultar una sonrisa.

-¿Y qué se ha llevado esta vez?

-Un cuadro llamado ''Venus y Marte'' de un tal Carlo Saraceni, estaba de exposición en el museo de Konoha.

Esta vez Hinata sonrió abiertamente, aquel era el cuadro que ella había estado observando en el museo después de hacer el amor con él y antes de discutir.

-Hasta dejó un mensaje-dijo Ino extrañada.

-¿Ah, sí?-preguntó sorprendida-¿y que decía ese mensaje?

-Hablaba sobre una belleza morena que lo había inspirado para robar ese cuadro y que le dedicaba el robo a ella.

La sonrisa de la pelinegra era tan deslumbrante que Ino al final la miró.

-Vaya, vaya, ¿qué pensaría Naruto si te ve sonriendo por otro hombre?

La sonrisa no despareció de su cara.

-Yo no sonrío por otro hombre-no lo hacía-además Naruto está muy ocupado trabajando.

Ino alzó las manos a modo de disculpa.

-De todas formas me pregunto quién será esa ''belleza morena'' sin duda ha sido muy romántico-suspiró-algunas nacen con una suerte... ¿no crees?

Ella repasó su vida con Naruto, con el ladrón y hombre que amaba.

Desde luego que tenía suerte.

-Sí, claro que lo creo.

Este es el final de la historia
Gracias por seguirla su escritor fue  Dresti el es el creador de esta historia yo solo la publique aquí :'3
Los adoro realmente sus comentarios son hermosos.
Hasta una próxima historia

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