II

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Dos semanas después.

La casa se sentía igual de vacía que la primera noche sin ellos, todo era diferente, sabía que ya nada podría ser igual, Dios le había quitado a las dos personas que más amaba. Esperaba que todo eso fuera una pesadilla y despertar pronto, volver a verlos.

Había dos cajas de cartón sobre su cama, se encontraba empacando. Sus padres le habían dejado un testamento por si algún día muriesen; la casa, los bienes del banco y una propiedad en Forks, Washington, a algunas horas de donde se encontraba y a donde pensaba ir ella y su tía ahora mismo, necesitaba estar lejos, fuera de su casa y Forks era la mejor opción que tenía aunque jamás supo la existencia de aquella propiedad, sus padres nunca le hablaron de ella.

—Evelyn —su tía entró ya que la puerta estaba abierta — ¿Estás lista? —preguntó observando las cajas sobre la cama y un equipaje en el suelo.

—Si —respondió levantándose de la cama, en donde se había sentado a pensar —. Tía, ¿jamás mis padres te hablaron sobre aquella propiedad?

— ¿La de Forks?... Que yo sepa no —frunció el ceño, pensativa, mientras tomaba una caja de la cama —. Vamos, que no quiero llegar a media noche.

Colocó la caja que quedaba bajo su brazo derecho y luego arrastró su equipaje con ruedas por el suelo. Al llegar al coche, colocaron sus cosas en la maletera del Volkswagen Beetle 2010 rojo de su tía. Esperó sentada adentro del auto, como bien su tía había ordenado antes de ir a asegurar la casa.

El viaje transcurría en silencio. Nadie hablaba y la radio se encontraba apagada. El sonido inconfundible de las ruedas sobre el asfalto mojado era relajante para ella. La parte derecha de su rostro se mantenía pegada al cristal de la ventana, sus ojos apenas podían mantenerse abiertos. Miraba el bosque que rodeaba la avenida, los arboles pasando a gran velocidad y las gotas de llovizna cayendo sobre el cristal, todo era tan relajante.

Todo era tan relajante pero también tan melancólico, apenas habían pasado dos semanas de la muerte de sus padres, que horrible sonaba aquella palabra para las dos personas que más amaba en su vida... muerte. Todo era diferente, ya nada iba a poder ser igual, aquella tristeza marcada en el fondo de su alma ya nadie podría hacer que desaparezca.

Cerró los ojos por un momento porque ya no los podía mantener abiertos.

Evelyn...

Una voz gutural y siniestra pronunciaba su nombre. No veía nada, todo estaba oscuro. Quería abrir los ojos pero no podía.

Evelyn...

¡Nuevamente aquella voz!

Pero ahora se encontraba mucho más cerca, es como si se estuviera acercando hacia ella, pero no escuchaba pasos, solo sentía una energía negativa.

Evelyn...

¡Evelyn!

Sobresaltada abrió los ojos, buscando con la mirada a su alrededor. Se talló los ojos con los puños antes de fijar su mirada en su tía que se encontraba fuera del coche, con la puerta del conductor abierto.

—Vamos cariño, que hemos llegado —anunció con entusiasmo y llamándola con la mano para que saliera.

Miró por su ventanilla con el ceño fruncido, se había quedado dormida por mucho tiempo. Miró a su alrededor, había algunas casas.

Escuchaba a su tía muy emocionada sin embargo no logró entender bien las palabras que mencionaba ya que se iba alejando. Se desabrochó el cinturón y salió del coche, observando a su alrededor.

TENTACIÓNWhere stories live. Discover now