III

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Eve siguió a pasos rápido a su Tía hasta abajo, debían darse prisa antes que la noche cayera sobre ellas. Estaban buscando en los muebles de la cocina, pero solo hallaron utensilios de plata.

— ¡Bingo! —exclamó la tía Anna al dar con una linterna — ¡Funciona! —gritó feliz al encenderla. —Eve, sigue buscando tú, yo me encargaré de acomodar las cosas ¿quieres?

—Claro.

La observó caminar en dirección al salón de donde cogió dos de las cajas de mudanzas y comenzó a subir las escaleras con ellas en brazo.

Arrastró una silla de madera hasta colocarla frente a la encimera y se subió en ella; quizá en el techo de la alacena encontrara alguna linterna extra para ella. Solo había polvo, mucho polvo, telaraña, un pomo dorado de puerta y nada más.

A la hora de la cena la tía Anna se había ingeniado para cocinar un exquisito estofado de carne con la ayuda de una simple linterna. Se habían turnado con la linterna para entrar a ducharse. La linterna se quedó en el pasillo, pegado a la pared, por si alguna de las dos necesitara ir al baño.

Evelyn no podía dormir, daba y daba vueltas sobre el colchón. Había dejado las cortinas abiertas para que la poca luz de la luna y de la calle se filtrara en su habitación. Los ruidos de la casa por ser tan vieja, no la dejaban dormir; tampoco el canto de los grillos, de las ranas, de las aves nocturnas, todo era muy extraño para ella. Cogió el móvil de la mesita de noche, marcaban las dos y cuarenta y cinco de la madrugada, hace tres horas que se había acostado.

El ruido de algo pesado caerse hizo que inmediatamente se pusiera en alerta; sentada en la cama, con la respiración agitada y con los ojos bien abiertos. El ruido había venido de abajo. Intentó regular su respiración, intentando poder escuchar algo, quizá pisadas. Tenía dos opciones:

a) Quedarse en su cama, acostada, sin poder dormir.

b) Ir a averiguar que fue aquel ruido, regresar a la cama y estar tranquila.

Claro que la primera opción era la mejor, pero prefirió arriesgarse e ir y averiguar. Podría tratarse de un ladrón o de su tía. Lo mejor sería permanecer en su habitación y sin llave, nótese el sarcasmo.

Bajó los pies despacio, luego se levantó de la cama, ayudándose de la luz de su móvil para ver el camino. Salió despacio de su habitación alumbrando casi nada por donde pisaba y cogiendo la linterna del suelo. Entró a la habitación de su tía, quien se encontraba durmiendo plácidamente. Se acercó a ella deprisa y la sacudió bruscamente, pero no despertaba. Se había tomado las pastillas para dormir. Nuevamente salió al pasillo y bajó por las escaleras.

El mismo ruido, pero no venía de la planta baja, sino debajo de la casa. En el pasillo de abajo vio una puerta blanca de madera, la cual no había visto esa tarde. Extrañada se acercó a ella, dudando que pudiera estar abierta, tomó el pomo de la puerta y le dio media vuelta, la cual abrió estirándose hacia ella. Las paredes solo eran rocas y el suelo era una escalera de piedra en forma de espiral, que se perdía detrás de cada vuelta. Fue bajando con miedo, estaba helado ahí adentro. Al dar ocho vueltas, llegó hasta el suelo, era piso de azulejos marrones y una habitación con una mesa larga de madera en medio y un montón de libros, frascos y velas apagadas. Al final de la mesa había una puerta de madera blanca pegada a la pared, con cadenas gruesas y oxidadas que sobresalían de las paredes y sujetaban la puerta, había cuatro candados en diferentes posiciones.

Otro golpe.

Gritó asustada y cayó al suelo sentada al tropezar con sus propios pies. El golpe había venido de la puerta, alguien estaba encerrado ahí dentro.

Despertó sobresaltada, en su cama. Todo había sido una pesadilla, respiró tranquila. La luz del día entraba por la ventana. Observó la hora en su celular, marcaban las 08:30 de la mañana. Acostumbraba a despertar a las 08:00 a.m.

Oyó voces muy animadas que provenían de abajo. Luego escuchó un taladro trabajar. Rápidamente salió de la cama. Quitó del armario su bata blanca que le quedaba por encima de los tobillos y salió al pasillo.

Bajó las escaleras encontrándose con su tía hablando con el señor Stone y cuatro hombres con uniformes azules trabajando afuera de su casa.

—Buenos días — saludó, llamando la atención de las dos personas — ¿Tía que está pasando?

—Oh, cariño, buenos días. El señor Stone apenas encontró mi llamada esta mañana me llamó y vino con los técnicos a reparar los cables de la electricidad.

—Los cables estaban quemados —dijo el señor Stone —, un trabajo mal hecho de parte de los anteriores electricistas.

—Disculpe, señor Stone, ¿hay algún mercadillo aquí cerca? —preguntó tía Anna.

—El pueblo más cercano se encuentra a 30 minutos de aquí, solo tiene que salir de aquí y tomar la ruta que va hacia la derecha.

—Vaya, no está tan cerca, pero no nos queda de otra —miró a Eve.

Se escuchó un ligero Biiip y las luces encendieron.

¡Al fin! — exclamó tía Anna haciendo una fuerte palmada y sonriendo abiertamente.

—Muy bien señoritas, si no se les ofrece algo más, me retiro, tengo asuntos que resolver. El trabajo llama.

—Muchas gracias señor Stone, ¡gracias muchachos! —gritó la mujer para que los hombres de afuera la oyeran, estos la saludaron.

—No duden en volver a llamarme —dijo caminando hacia afuera y saludando con la mano.

— ¡Adiós! — gritó tía Anna —. Bien, cariño, desayuna un poco que luego iremos al pueblo a hacer algunas compras. El desayuno está servido sobre la mesa.

—Gracias tía —sonrió caminando en dirección a la cocina, al pasar por el pasillo se detuvo observando la pared que había aparecido en su pesadilla, por supuesto que no había ninguna puerta. 

TENTACIÓNWhere stories live. Discover now