VII

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Eve estaba sentada en el sofá, con la mirada perdida en el suelo mientras los oficiales tomaban nota del lugar y las declaraciones de su tía. Por lo que había contado el oficial, Pablo no era un sacerdote, sino el hermano del antiguo propietario de la casa, había matado a todos ya que una voz en su cabeza le ordenaba hacerlo según el psiquiatra que lo había atendido y nadie sabía porque había regresado a esa casa pero esa noche lo habían reportado como desaparecido del hospital psiquiátrico de donde había escapado.

Pero lo más desconcertante para ella era que... habían bajado para abrir la puerta para sacar al niño, pero solo encontraron una habitación pequeña, vacía y oscura. Allí no había nadie. Su tía les había contado que hace poco había perdido a sus padres y que lo recomendable era enviarla con un psicólogo.

Ella no estaba loca. No hablaría con ningún psicólogo. Ella sabía bien lo que había escuchado ahí abajo.



Días más tarde...

Eve estaba sentada sobre su cama, con las piernas cruzadas mientras se pintaba las uñas de color negro. Después de la muerte de sus padres había adquirido una extraña obsesión con el negro. Tenía los audífonos puestos mientas una canción de rock sonaba.

Al terminar de pintarse las uñas tomó el marco con la fotografía de sus padres y ella que se encontraba sobre la mesita de noche, los miró con melancolía, aún los extrañaba demasiado. Caminó hasta el baño que quedaba al final del pasillo y se miró al espejo detenidamente. Levantó la manga de su pullover oscuro, dejando al descubierto su muñeca derecha y se quedó observando sus venas azules. Si se quitaba la vida ya no tendría que estar extrañándolos y quizá si hubiera una vida después de la muerte, podría volver a estar con ellos. Al levantar la mirada al espejo pegó un grito al ver a un chico de pelo negro recostado por el marco de la puerta, se giró de inmediato, encarándolo.

—¿Quién eres? —preguntó, alterada, había tenido suficiente con el incidente de hace unos días — ¿Qué estás haciendo en mi casa? —se quitó los audífonos.

—Soy unasesino en serie y vengo a descuartizarte ahora que tu tía nos ha dejado solos, por fin —dijo con una voz bastante masculina, abriendo mucho los ojos yl evantando las cejas de forma exagerada, haciéndolo lucir como un verdadero psicópata. 

 —¿Qué? —jadeó sin poder creer y sujetando el lavamanos. El chico sonrió de lado y metió las manos en los bolsillos de su pantalón oscuro. —MathewCooper —se presentó —. Tienen una fuga de agua en la cocina y tu tía me ha contratado, pero realmente le haré el trabajo gratis, como comité de bienvenida—de nuevo sonrió. 

—¿Nodeberías estar en la cocina entonces?

 —Solo hevenido a revisar si hay agua en el resto de la casa, al parecer el problemasolo está en la cocina. 

 —¿Dónde está mi tía? 

 —Ha ido al pueblo a comprar algunos materiales para arreglar la fuga, pero he encontrado algunos en el sótano de abajo. El problema está resuelto. 

 —¡¿Me ha dejado sola contigo sin decirme nada?! 

—Ella te avisó que saldría pero al parecer los tenías puesto... —señaló su oreja, haciendo referencia a losaudífonos. 

Eve permaneció en silencio, mirando hipnotizada losojos oscuros de Mat, eran grandes y redondos, era como si su mirada escondiera oscuridad. 

—S-soy Evelyn. 

—Hola, Evelyn, soy Mat —le extendió la mano y ella lo apretó —. Mucho gusto —le sonrió nuevamente. 

—El gusto es mío.


Evelyn colocó un casete de música clásica de la pequeña grabadora que se encontraba sobre su escritorio y se sentó en el suelo, frente a Mat.


—...Fue horrible —siguió contando, Eve —, todas las noches tenía pesadillas con ellos. Otras veces tenia esperanza de que volvieran a casa ni siquiera sé cómo harían eso —rió rodando los ojos —. Sueno patética.

—No, para nada —dijo Mat —. Me encanta oírte hablar —se quedó observando sus labios por un momento. Tomó su muñeca con cuidado y la miró —. No quiero que nunca te hagas daño, Evelyn —dijo besando su muñeca con suavidad.

—¡¿Pero qué estás haciendo?! —el grito alterado de su tía los hizo sobresaltar. Ambos la observaron parada frente a la puerta abierta.

—Nada, solo... —intentó explicar Eve.

—¡Largo! —le gritó al muchacho — Ya veo que ha arreglado la fuga de la cocina, aquí tienes... —dijo quitando un billete de cinco dólares de su bolso y extendiéndole —y vete, no vuelvas nunca más, ¡aprovechado!

—No le cobraré nada —dijo, colocándose de pie y acercándose a su tía —. No estábamos haciendo nada malo, solo hablábamos —murmuró y se marchó de su vista.

—Tía, ¿Por qué le tratas así? —dijo molesta.

—¡Porque es un aprovechado! Válgame Dios si no llegaba a tiempo, ese chico hubiera hecho de las suyas contigo —cerró la puerta de su habitación dejándola completamente sola.

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⏰ Last updated: Apr 10, 2018 ⏰

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