S E I S

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*Reproduce la canción en el momento en que empieza a narrar Poe. Disfruta el capítulo y ya al final te dejo mi notita.

S E I S


Alena

El corazón me retumbaba en el pecho, agitado.

Apenas bajamos las escaleras entendimos qué sucedía. Adam parecía un maniaco. Rompía cada cosa que se le atravesaba. Incluso había roto una ventana, supuse que con el puño porque lo tenía empapado en sangre.

Mi mirada se deslizó desde los trozos de cristales desperdigados por el suelo, pasó por los muebles volcados, los cuadros despedazados y se detuvo sobre la figura hinchada de furia que era mi hermano.

—¡Adam! ¡¿Qué demonios estás haciendo?! —le grité sin entender el motivo de su comportamiento.

Hasta que se dio cuenta de que ya no estaba solo en la sala, se dio vuelta y ahí lo entendí. Me miró con perplejidad, pero un segundo después sus ojos adquirieron un brillo colérico. Era la misma mirada inhumana y maniática a la que me había enfrentado aquella noche de su ataque en el comedor.

Adam frunció el ceño, tensó las manos y avanzó con toda la intención de atacarme. Retrocedí, lista para echar a correr, pero entonces Poe actuó y se situó justo en frente, de nuevo como un poderoso muro que parecía imposible de atravesar.

—Adam, si intentas algo tendré que usar la fuerza, así que cálmate y respira —le sugirió él en buen plan.

Sin embargo, Adam se lanzó tan rápido que logró darle un golpe a Poe en la mejilla izquierda.

Quedé paralizada. Lo había golpeado. Había atacado al que consideraba su amigo, pero admití que lo que más me pasmó fue el hecho de que Adam, quien desprendía menos poder y superioridad que Poe, lograra atinarle. ¿Qué me tocaba a mí entonces? ¿Cuánta fuerza reunía Adam durante esos episodios? Una corriente helada de miedo me recorrió el cuerpo al imaginarlo.

No obstante, Poe no perdió el equilibrio. No se le desordenó ni un cabello rubio. Se mantuvo en pie y se tocó la comisura derecha como si quisiera comprobar que en verdad le había dado. Sus ágiles dedos palparon un rastro de sangre.

Y en lo que pareció un parpadeo le atestó un derechazo a Adam. El impacto fue superior, por supuesto. Mi hermano se balanceó hacia atrás y cayó sobre su trasero. Eso acentuó su ira. Detecté un impulso violento en sus ojos, pero antes de que pudiera levantarse y lograrlo, Poe se agachó por detrás de él y le rodeó el cuello con un brazo. Hizo una maniobra extraña: presionó y luchó con facilidad contra la fuerza de Adam hasta que este poco a poco se debilitó.

Apenas lo soltó, el cuerpo quedó tendido en el suelo.

Pensé que lo había matado. Quedé en completo shock. Las manos comenzaron a temblarme. Mi expresión debió demostrar lo que sentía, porque Poe notó mi pasmo y dijo:

—Solo está inconsciente. Ahora ayúdame a llevarlo arriba porque no despertará en un buen rato.

Un aire de alivio me refrescó los pensamientos. Reaccioné. Él lo tomó por debajo de los brazos y yo por los tobillos. Pesaba un buen el condenado, pero gracias a la fuerza de Poe se me hizo más liviano. Lo trasladamos en menos de lo que esperé y lo dejamos tendido sobre la cama.

No pude evitar mirarlo. No sabía qué demonios le estaba sucediendo, pero además de asustarme, me preocupaba. Lo peor era que no podía sentirlo. Cuando éramos pequeños, sus emociones eran más claras para mí. Ahora era como si... como si nuestro vínculo estuviera desapareciendo y solo quedara un hilo demasiado delgado y débil como para que circulara algo.

Mi semana con Poe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora