THREE

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two. beacon hills.

Su mirada se iluminó como si estuviese feliz de poder ayudar.

—Parrish trabaja con mi papá. ¿Por que necesitas a un policía? ¿Tienes problemas legales? —sonrió burlón.

Una sensación horrible me recorrió. Nació en mi pecho y se extendió a la punta de cada uno de mis nervios. Era misma sensación que me recorría desde los 12 años; desde que me enseñaron a robar, a asesinar, a engañar y a traicionar. La conocía bien: era culpa; remordimiento.

Stiles parecía bueno, y probablemente no tenía idea del futuro que le tenía planeado al hombre del que hablaba con entusiasmo. El problema aquí, es que sobrevivir era, es y siempre será mi prioridad.

—Eh... sí. Algo así.

—¿No hablas mucho verdad? ¿Debería callarme? Debería callarme.

—Está bien —una pequeña sonrisa escapó de mis labios, casi invisible —. No me molestas.

Mitad mentira, mitad verdad. Tal vez completamente cierto, pero no iba a admitírmelo a mí misma.

—Bien. De todas formas no iba a callarme; no hay ser en el mundo que logre eso. ¿Vas a la escuela?

—No.

—¿Acaso es eso legal? ¿No ir a la escuela? —preguntó dejando de mirar la carretera para centrarse en mí por unos segundos.

—¿Tu vas a la escuela?

—Sí, obvio.

—¿Que haces un martes a la noche en Mexico, entonces? —arqueé una ceja.

—Primero, es miércoles —soltó la palanca de cambios para alzar un dedo hacia arriba, corrigiéndome —. Y segundo, bueno... no es de mis prioridades en este momento.

—¿Y cuáles son tus prioridades?

—Mmm... tratar de salvar a todos los seres sobrenaturales en Beacon Hills. Creo que elegiste un mal momento para volver.

—Tú. ¿Un humano?

—Estás subestimando el poder de mi inteligencia.

Otra vez las ganas de sonreír me inundaron, Stiles era cómico.

—Lo siento, no quería lastimar tu ego.

—¿Ego? Oh no. No creas que tengo un ego; nunca conocí semejante cosa —dijo frunciendo el ceño —. Alguien le puso precio a sus cabezas. Primero fueron buscados por asesinos a sueldo, y luego personas totalmente random comenzaron a intentar asesinarlos. Descubrimos que hay una lista, y cualquiera que tenga acceso a ella puede matarlos.

—¿Por cuánto dinero dices?

—Mucho —respondió tranquilo. Pocos segundos después, su cara de transformó completamente, como si hubiese recordado en el instante que no me conocía, y que no tenía por qué confiar en mí —. Ahhh... digo... no es tanto al final, solo unos cuantos dólares... —tragó saliva y continuó—. 10 o 20 por cada uno... No es mucho la verdad —concluyó nervioso. Las manos le temblaron.

Me reí. Había estado cerca de olvidar como era eso. Se sintió extraño, pero bien.

—Tranquilo, no voy a matar a tus amigos.

Supongo.

—Honestamente, no entiendo como siendo humanos, tu y esa chica, Lydia, no se hicieron a un lado para sobrevivir. ¿Por qué arriesgar tu vida? —pregunté desde mi punto de vista, desde mi forma de ver el mundo. Era válida, en cierto punto. Eso era lo que hubiese hecho yo. Tal vez era egoísta, sí. Pero así me habían criado.

—Son... son mis amigos —suspiró mirando la ruta —. No hay nada en este mundo que no haría por ellos.

Mi corazón se estremeció. Creí que gente de este tipo de gente solo existía en las novelas. No sabía que responder ante tal acto de lealtad. Simplemente me quede en silencio por un buen momento, volviendo a sumirme en mis pensamientos.

—Lydia no es humana de todas formas.

Di un pequeño saltito en el asiento cuando escuche su voz otra vez, creyendo que la conversación había terminado hace rato.

—Es una Banshee.

De pronto, levanté la mirada con interés; aunque Stiles no lo notó por haber estado concentrado en la carretera. Si Lydia era una Banshee, probablemente mantenga algún tipo de conexión con Jordan Parrish; y si lo hacía, entonces estaba en el lugar correcto, completamente encaminada a mi objetivo.

Las cosas por primera vez en años estaban saliendo bien.

    Stiles estacionó frente a la casa de Kira, habiendo dejado a Liam primero en su respectivo hogar luego de unas largas horas de intenso viaje. Isaac y Lydia seguían durmiendo en la parte trasera del jeep y Malia había tomado su lugar como copiloto, casi como si quisiera marcar su territorio.

—No, gracias, caminaré —le conteste al morocho que me hablaba desde adentro del vehículo.

—¿Estás segura? No tengo problema en llevarte hasta tu casa.

—En serio, gracias —dije mientras bajaba los bolsos del baúl con facilidad.

—Puedo alcanzarte yo si quieres, en caso de que Stiles te haya hablado demasiado en el viaje y te hayas cansado de él —. Scott se unió a la conversación bajándose de la moto y quitándose el casco, una pequeña sonrisa cómplice dibujada en sus labios.

—En serio estoy bien. Ya me han devuelto el favor. Que les vaya bien —dije seria y comencé a caminar en la primer dirección que vi que me alejaría de ellos, y esperaba alejarme de ellos por un buen tiempo; a pesar de lo chico que era el pueblo en el que nos encontrábamos.

Unas cuadras ya lejos de donde los había despedido frené en el medio de la calle. Traté de recordar con todas mis fuerzas cómo era mi casa, pero solamente recuerdo una cosa con certeza: Calle 43.

La calle era la correcta; pero nada parecía familiar. Tenía recuerdos borrosos de pasar muchas de mis tardes trepada en un pino gigante en el jardín de entrada admirando la ciudad. Desde allí arriba se podía ver el bosque de Beacon Hills en toda su inmensidad, y si trepabas en el horario correcto, también podías disfrutar de las copas de los árboles tiñéndose de colores cálidos gracias a la luz del atardecer. Anhelaba con todas mis fuerzas poder volver a sentir la paz que me recorría en esos momentos.

A las pocas cuadras, una de las casas me llamó la atención.

Sin dudas era esa. Las ventanas estaban selladas con paneles de madera y la puerta encadenada. Parecía haber sido abandonada hace años, hace 6 años exactamente.

Una sensación extraña me recorrió. Como un vacío, un lamento. Tensé todos mis músculos para no dejar salir las lagrimas de mis ojos; pero mi garganta no soportaba más dolor, respiraba con pesadez y la sensación de tristeza en el pecho era cada vez más fuerte. Tomé una larga bocanada de aire y la solté con fuerza para luego recobrar la compostura y romper el candado de la entrada. Mis bolsos cayeron a mis costados levantando una nube de polvo en el aire y analicé lo que quedaba de mi antiguo hogar.

Hola de nuevo, Beacon Hills.

dylanobricn
(whatawanderlustworld)

gracias a todas xx

LOYAL,     stiles stilinski.   ✓Where stories live. Discover now