SEVEN

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seven.         sheriff.

Necesitaba huir y alejarme de mi propia casa lo más rápido posible. Debía admitir que cuando ideé mi plan, no conté con las posibles premoniciones de una banshee, pero me hicieron llegar rápidamente a una conclusión: si Lydia tuvo una visión con él, el plan de Gerard era más retorcido de lo que me imaginaba.

Crucé la calle asegurándome de que cualquiera que esté a mi alrededor esté enfocado en otra cosa. Mis pasos eran largos y rápidos mientras caminaba por el jardín de la entrada, y a medida que me acercaba más y más a la casa, comencé a percibir gritos aislados entre la multitud. Cuando finalmente entré y llegué a la pista de baile, me escabullí entre la masa de adolescentes que apestaba a terror para ver a un morocho alzar un arma.

—¡En cuanto vea que alguien se mueve, disparo! —apuntó a la multitud por unos segundos y finalmente, a quien reconocí como Liam —. ¡Se lo que eres!

El rubio intentaba tranquilizarlo haciendo gestos con las manos, preocupado.

Instintivamente mi mirada se desvió a buscar entre la multitud a Stiles. No se bien porque, tal vez porque parecía la clase de chico que estaba en el medio de todos los problemas. No lo encontré, pero no quise preocuparme.

—¡Él, él es un monstruo! ¡Un maldito monstruo! ¡No saben lo que puede hacer! —lo apuntó con el arma —. ¡Demuéstrales, demuéstrales o disparo!

El muchacho hablaba desquiciado, se notaba a kilómetros que había perdido totalmente la cordura y me jugaba la cabeza a que era porque había visto a Liam transformado.

—Nolan, por favor —, susurró el muchacho entre otras frases que se perdieron en mis oídos mientras escuchaba los precavidos pasos de la policía entrando al lugar.

Rápidamente se escabulleron entre los adolescentes entre gritos y forcejeos, rodeando al tirador que bajo amenaza, no tuvo más opción que soltar el arma. Pero para ese momento, yo ya estaba buscando la manera de huir de allí también. No podía, de ninguna manera, presentar declaraciones a la policía.

Estaba a punto de alcanzar la puerta de salida trasera cuando escuché una voz detrás de mi.

—Lara ¡Lara! ¿Estás bien?

Siempre tan oportuno.

Stiles estiró sus dos brazos con una sonrisa torpe y los apoyo sobre mis hombros, palpándome para comprobar mi integridad.

Ya todos los oficiales habían bloqueado todas las salidas de la casa, y nuevamente Stiles arruinando mis planes.

Suspiré resignada.

—¿Lo estás tú?

—¿Bien ¡Bien!, o bien... bien?

Entrecerré los ojos intentando comprender qué pasaba por su mente en ese instante, porque parecía incierto.

—Yo me encargo de este pequeño delincuente —gritó el Sheriff acercándose a nosotros. El hombre se dirigió a su hijo y suspiró casi tan resignado como yo —. ¿Acaso habrá una vez que me llamen por una emergencia y no estes tu involucrado?

—Papá ¿Involucrado? ¡Era una fiesta! Estaba... de fiesta.

—Tú y tu amiga —me señaló —, tendrán que declarar. Acompáñenme a la comisaría.

Y ahora sí, damas y caballeros, mi plan está total e inevitablemente destruido. Hecho añicos. Trizas. Nada queda ya de él.

Jamás debería haberme subido a ese jeep.

LOYAL,     stiles stilinski.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora