Segundo capítulo.

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Jeongguk se sentía mareado.

De pie en medio de la sala de estar, con sus brazos aferrados al torso de Yoongi, no pudo evitar que su mente regresara en el tiempo hacia aquel día en que había sido presentado como un nuevo integrante ante la manada, bajo las atónitas miradas del resto, mientras él presionaba su rostro contra el esbelto cuello de Yoongi en un intento por ahuyentar el nerviosismo que retorcía su estómago y anudaba su garganta. La única diferencia era que, esta vez, Yoongi no le observaba con ojos brillantes de adoración, sino con una mezcla de confusión y furia, pero Jeongguk no podía culparlo.

Él era consciente de lo que estaba ocurriendo y de lo que podría significar para el resto de la manada, pero, en ese preciso momento,  no podía lograr que le importara lo suficiente, no cuando su lobo había tomado total control de su cuerpo y mente y le incitaba a marcar a su compañero, aullando y gruñendo en la cabeza de Jeongguk hasta no permitirle pensar con claridad.

Un quejido lastimero escapó de los labios de Jeongguk cuando éste se vio sobrepasado por la situación; su parte humana sabía que debía apartarse, porque no era correcto que un cachorro recién presentado desafiara la autoridad de un alfa mayor como él estaba haciendo ahora mismo y porque era Yoongi a quien estaba sosteniendo con tanta posesividad, era Yoongi a quien su lobo enloquecía por marcar. Yoongi, su protector, el hombre que había cuidado de él por seis largos años... su hermano.

Y luego estaba su parte animal, el caos, el torbellino de fuertes emociones embota-cabezas, gritando y reclamando que mordiera a su compañero, que lo marcara como suyo y lo poseyera frente al resto de la manada para que todos ellos supieran que Yoongi le pertenecía y él pertenecía a Yoongi.

Oh, si él solo pudiera mantenerse aferrado al mayor hasta que la tormenta que se había desatado en su interior se calmara, llenando sus pulmones con el suave aroma a café y leche que desprendía el contrario, lamiendo y succionando su nívea piel...

— ¡Jeongguk, ¿qué estás haciendo?! —

El alarmado grito interrumpió el silencio sepulcral que se había apoderado de la sala, trayendo de vuelta consigo una mínima parte del sentido común de Jeongguk, quien, asustado, se apartó del cuerpo de Yoongi como si éste fuera radioactivo, presionando su espalda contra la pared más cercana en busca de equilibrio.

—Jeongguk, ¿qué ocurre contigo?— Yoongi le observaba aturdido, con una de sus manos descansando sobre su cuello, allí donde los labios y lengua de Jeongguk se habían posado.

Sacudiendo la cabeza de un lado a otro, Jeongguk entreabrió los labios para intentar explicar lo sucedido, pero, de pronto, él ya no tenía la capacidad de hablar o de pensar coherentemente.

—Ha entrado en celo, Yoongi —Una acusadora voz se hizo oír por sobre las exaltadas preguntas del pelinegro y poco después, la fresca mano de Hoseok se deslizó desde su frente perlada de sudor hacia sus sonrosadas mejillas—, pobre cachorro, estás ardiendo en fiebre, necesitas recostarte antes de que la siguiente oleada te ataque o no serás capaz de soportarlo, tu cuerpo está demasiado débil y magullado por lo ocurrido —Lanzando una gélida mirada hacia un mudo Yoongi, Hoseok continuó—. Aunque debo admitir que tienes suerte, por lo general, un alfa presentado recientemente debe esperar años antes de encontrar a su compañero, pero tú siempre fuiste un pequeño impaciente, ¿no es así? No podías esperar un poco más-

—Hoseok, ¿de qué jodidos hablas? —Interrumpió Yoongi, con el ceño fruncido—, ¿por qué estás diciéndole todo eso a Jeongguk? ¿Acaso no ves lo débil y enfermo que está?

—Él no está enfermo, Yoongi, solo está agotado, no me digas que ya olvidaste como se sintió tu primer celo, anciano —Una chispa de burla bailó en los ojos de Hoseok—, ahora deja de gruñir para intimidarme y ayúdame a calmar a tu compañero.

heartache is a cold place ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora