Capítulo 3- No estamos solos.

6 1 0
                                    


                Noah estaba cansado, demasiado a decir verdad, había pasado un largo y desconcertante año desde que habían huido de aquel infernal pueblo, un año que habían pasado viviendo y sobreviviendo como podían en aquel frondoso bosque, muchas veces se habían encontrado con bestias salvajes pero estas parecían no tener ningún interés específico en atacarles, o tal vez, era que el bosque tenía un montón de comida más fácil de atrapar y no necesitaban cazar algo que pudiera defenderse.

Una mañana decidieron buscar un pueblo para ver que había acontecido en ese tiempo, llevaban una semana buscando una salida, nunca había tenido que caminar tanto y menos en compañía de alguien tan lento e irritante y es que aquel chiquillo caminaba como un cadáver andante pero eso no era lo que más le molestaba sino el hecho de que arrastraba los pies al caminar y el sonido chirriante que hacia le ponía los pelos de punta, después de tanto tiempo ya se debería haber acostumbrado pero al parecer el pasar tanto tiempo cerca le hacía darse cuenta al fin de lo irritante que podía llegar a ser, era invierno y hacia un frio mortal, pero tenían que seguir ya que su instinto le decía que estaban cerca de salir.

Miro al cielo una y suspiro por enésima vez, lo odiaba, ya estaba harto de tener que hacerse cargo de los demás cuando lo único que tenía que hacer era tomar su propio camino en solitario y dejar todo lo demás de lado, no obstante sabía que si dejaba a aquel niño solo era muy probable que muriera y como consecuencia su conciencia no le dejaría tranquilo por el resto de su miserable vida, así que decidió aguantarse un poco más, por lo menos claro hasta que pudieran llegar a algún pueblo para poder dejarlo en un lugar seguro y a decir verdad se había encariñado, era inevitable encariñarse, era una criatura tan dulce e inocente que no podía evitar sentirse como un hermano mayor con él, pero aun así como buen hermano pequeño llegaba a ser irritante.

-Oye Noah- dijo de repente Gia con un tono bajo y tímido- creo que deberíamos parar, me estoy congelando de verdad, tengo la sensación de que me voy a convertir en un cubito de hielo- lo volteo a mirar por un momento y se dio cuenta que de hecho el chico parecía estar a punto de padecer una hipotermia si no es que ya la tenía, pudo ver con demasiada claridad el tono azulado que los labios de Gia estaban adquiriendo, y entro en pánico, por primera vez en su vida se asustó tanto que casi grita de la impresión.

Se acercó deprisa al chico y lo levanto del suelo, Gia dio un gritillo chirriante por el cambio tan brusco de altura pero inmediatamente después se calló, Noah se asustó de que pudiera haberse desmallado pero al oírlo respirar y decir "eso me asusto" se calmó, diviso lo que parecía ser una cueva a unos diez metros más delante de su posición, emprendió marcha lo más rápido que su fuerza le permitían y al llegar busco el rincón más apartado del viento que encontró y lo coloco allí, le puso encima las matas tanto la suya como la de él esperando así que al tenerlas entrara en calor y no se muriera. Había visto muchas veces a personas morir así en la finca donde era esclavo pero jamás a alguien de la edad de Gia y ver morir a dos personas que llevaban el mismo nombre y aparte que ambos hubiesen sido nombrados por él era horrible, sentía como si fuera su culpa, como si estuviera maldito

Sabía que la muerte por congelamiento no era demasiado terrible o tal vez si lo era pero había visto peores, no dejaba de sentirse angustiado, el niño era demasiado joven para que su vida se terminara de aquella lastimosa manera, debía hacer algo, era cierto que en el campo de la medicina no tenía ninguna experiencia y es que ni siquiera había intentado aprender nada al respecto, esperando así nunca tener que mezclarse en los asuntos de otros, pero ahora se arrepentía, con toda su alma se arrepentía.

-Me duele, o eso creo, he dejado de sentir los dedos de los pies- hablaba bajo, tan bajo que Noah apenas lograba escucharlo, sabía que este punto su cuerpo estaría en un estado de hibernación, haciendo todas sus funciones más lentas para conservar la mayor energía posible, tenía un poco de miedo de escuchar su corazón porque sabía que debería estar latiendo peligrosamente lento.

Fénix Libro 1: Aqua et Terra.Where stories live. Discover now