Fénix Libro 1: Aqua et Terra.

Capítulo 7- Los hijos del cuervo.

        Dante caminaba con cuidado, ya había caído una vez por confiarse demasiado, aquel bosque era engañoso, la oscuridad que lo envolvía era tan espesa que no se podía acostumbrar a ella, apenas podía distinguir los arboles a su alrededor, lo que sea que hubiera en el piso era un absoluto misterio así que tenía que poner especial atención en donde ponía sus pies. Gia era otra historia, el chico iba enganchado por completo a su brazo mientras temblaba y volteaba de un lado a otro intentando ver algo.

-Dante, escuche algo raro- el nerviosismo se notaba en su voz.

-Todo aquí es raro Gia- intento calmarlo.

-¡No!, es como si el bosque hablara- ahora si lo estaba poniendo nervioso.

-¿Qué te dice?- pregunto en un susurro.

-Que nos quedemos quietos y escuchemos.

-A mí me parece más una idea tuya que del bosque, estas asustado y es lógico que escuches cosas.

-No miento, te lo digo en serio- Dante casi podía ver al niño haciendo pucheros, casi, porque no podía ver ni sus propios pies.

De repente el suelo desapareció de debajo de sus pies y con un gran grito nada masculino por parte de ambos comenzaron a caer, en segundos se encontraba cayendo y rodando por lo que parecía un barranco bastante empinado, solo se escuchaban sus gritos y los incontables golpes que se daba al rodar, una gran roca le golpeo de lleno la rodilla derecha la cual creyó posiblemente estaría fracturada, su cabeza se golpeó con bastantes veces con el húmedo suelo, daba gracias que llevaba tanta tela enzima porque de no ser así seguro que se abría abierto la cabeza, podía ver, y eso era muy extraño ya que paso de la oscuridad casi total a la una claridad deslumbrante, tuvo que cerrar los ojos de inmediato y esperar unos segundos a acostumbrarse a la luz.

Una cosa curiosa paso por su mente al estar con los ojos cerrados y es que en ningún momento había escuchado a Gia gritar y caer hasta allí lo que de por sí ya era raro ya que el chico se la pasaba parloteando y gritando al asustarse por cualquier tontería, de repente escucho como algo se deslizaba limpiamente desde la sima del barranco y unos segundos después había un chico mirándole, claro que aquel chico no le podía ver a él debido a su capucha pero aunque pareciera ilógico el sí que podía ya que la tela con la que su ropa estaba hecha era especial. Aquel chico que era unos cinco centímetros más alto que él tenía los ojos y los cabellos negros como la noche y la piel morena no muy oscura, tenía un rostro muy masculino y una expresión preocupada mientras lo miraba.

-¿Qué haces Caos? ¡Levanta al idiota del suelo para que podamos irnos!- a Dante le sorprendió aquella voz repentina, voz aún más grave que la suya pero que sospechaba que pertenecían a una persona casi de su edad. De repente sintió que era levantado sin ningún tipo de esfuerzo por aquel chico al que habían llamado Caos, permitió ser llevado sin poner resistencia porque había logrado ver que el otro tipo llevaba con él a Gia, así que simplemente cerro los ojos un momento.

Después de lo que parecieron solo unos pocos minutos sintió el suelo bajo su espalda y escucho los pasos de aquellos tipos alejarse, abrió los ojos entonces y se encontró con que Gia estaba recostado inconsciente a su lado, estaban en lo que al parecer era una cueva la cual tenía una fogata en el centro con utensilios de cocina alrededor y una gran caldera enzima con lo que parecía una especie de estofado cocinándose, ahora que se daba cuenta estaba hambriento y el olor le había hecho gruñir el estómago, se permitió observar a su alrededor y solo había un par de catres y uno que otro utensilio de caza y pesca así que creía que era solo un refugio temporal.

Dante intento ponerse de pie para poder salir de allí pero su rodilla cedió con una intenso dolor de por medio, no se la había roto pero aun así el dolor era horrible, estaba en problemas, ¿Cómo aria para escapar ahora?, esa era la pregunta que rondaba en su cabeza. De repente escucho pasos acercarse e intento ponerse de pie una vez más sin mucho éxito, cuando levanto la vista se encontró con el mismo muchacho que lo había llevado a la cueva y aunque sabía que él no podía verle el rostro se sintió vulnerable.