Despejen.

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Me encuentro al pie de la puerta en la casa de los Julliard. Se escuchan gritos desde adentro y seguido por ellos el sonido de los puños chocando contra la piel. Erika gime de dolor y los gritos de Nick cada vez llenan más el silencio. Abro la puerta, frente a mi no veo más que una sala vacía y un ataúd color blanco en medio de ella. Se me erizan los vellos y comienzo a sudar a medida que me acerco al ataúd. Con cuidado y sigilo abro para ver quien estaba dentro. Chad, vestido de gabán. Sin color en su piel y con el cuerpo hinchado. Las lágrimas ya estaban cayendo por mis mejillas cuando sentí un olor a cigarro. Frente a mi el Chad del ataúd me miraba con los ojos como dos platos. Como si no pudiera hablar. Siento como una mano toca mi hombro. Salte alejándome del susto, me volteo y veo a Joan a mi lado con la mirada fija en el ataúd, sin una simple pizca de tristeza en su rostro. A su lado formando un círculo al rededor del ataúd estaba Mía, la ex novia de Joan y Justin con una risa malévola en sus labios.

– Asesinó – espeta Mía y comienza a reír como una histérica.

– Maldito puerco– Le sigue Justin escupiendo el cadaver que aún tenía los ojos abiertos.

– ¿Nirvana?– capta Joan mi atención. Me mira con alguna clase de dulzura y todos los demás ponen su atención en mi. – Estas aquí. Bienvenida– sonríe y rápidamente se pone serio lo que me asusto el coño.

– ¿Que hacemos aquí? – Pregunto mirando a mi alrededor era solo una sala vacía con cuatro personas alrededor de un ataúd.

– Este es el día del juicio. Te toca juzgar por pecadores – Respondió con su mirada clavada en Chad.

– ¿Mi juicio?

– No, estupida. El de el– Mia señala a Chad con una mirada de puro despreció.

– No entiendo nada– di un paso atrás comenzando a sentir miedo.

Si esto era una ilusión no lo sé pero se me hacía imposible despertar. ¡Despierta! ¡Despierta ya puñeta!

– Te sugiero que comiences juzgando a – Joan Fingió pensarlo. – Mia– me regalo una sonrisa fingida. – Todos sabemos lo puta que fue– le dijo esto mirándola amenazante.

– Puto cabron tienes suerte de que estoy muerto. No tienes idea, si tan solo Mia me hubiera confesado, te hubieses muerto tu primero que nadie. .– Justin Perdió el control. La vena de su cuello brotaba con cada maldición que escupía a la cara de Joan.

– Cállense. Tanto Chad como Joan y tú tienen la puñetera culpa de que estemos muertos. – Mia comenzó a llorar.

– Maldita puta, tú eras la que te regalabas, me pisoteabas y les dabas a todo un espectáculo. – Le gritó a todo pulmón.– Te lo buscaste– Joan le hablaba con desprecio y rencor.

Era mucho. Debía salir de aquí, encontrar la manera de despertar de este ensueño. Di tres pasos atrás antes de que Mia volteara a verme. Su semblante cambió al instante y seco sus lágrimas.

– No te vayas tonta que apenas estamos comenzando. – Me guillo su ojo y sonrió como loca. Si no fuera imposible diría que se le saldrían los ojos. – Juzga.

– No lo puedo ha hacer... el no ha echo nada malo...

Todos comenzaron a reír con histeria. Chocándose las palmas, dando patadas de la risa y hasta lágrimas de tanto reír.

– A ver. Te ayudaré Niv.– se cruzó de brazos Justin y pretendió pensarlo bien antes de contestar– Vicioso.

Vicioso

– Por vengativo – hablo con odio Joan .

Por vengativo

– Y asesino– le siguió Mia..

Asesino

–Cuéntanos Niv ¿Juzgas? – Justin me acarició la mejilla. Su tacto ardía.

Estas tres personas me miraban a los ojos con histeria, ansiedad... Sin alma. Incapaces de querer con sinceridad. ¿Qué es que lo hizo Chad? Mi mente sabe que debo escuchar las claras señales pero mi corazón se niega a odiarlo.

– Lo amo.

<Despejen> escuchó a lo lejos. Comienzo a sentir una electricidad cada vez más fuerte en el pecho, el cuarto se desvanecía junto con sus caras. El sueño al fin se acababa. Siento un choque, dos choques y al tercero abrí los ojos.  Mi mente estaba en blanco. No pensaba con claridad. A través de la venta de una de las puertas vi a un chico de cabellos castaños y ojos cafés que me miraba serio sin ninguna expresión. Lo último que escuche fueron los últimos latidos de mi corazón y luego el sonido de la maquinaria anticipando un paro cardíaco...

El es Virgen Where stories live. Discover now