El encuentro.

21 2 0
                                    




Soy Arturo, un niño desafortunado por el simple hecho de que que no tengo una madre a mi lado, la extraño, una enfermedad que le arrebató la vida me ha dejado sin ella; y lo más probable es que va a hacer lo mismo con la mía muy pronto. Vivo en Winsfort un pueblito frío y muy lejano de lo conocido; con mi amo, Pedro, él me rescató de las calles cuando yo era muy pequeño, desde entonces él ha sido como mi padre, no es el mejor de todos pero yo se que él se esfuerza.

El trabajo de mi amo es hacer zapatos, y el mío es ayudarle en lo que él necesite. Un día me mando a comprar unos materiales. Iba caminando jugando con las piedras que encontraba en el suelo; me tropecé con un hombre alto, con buena apariencia, y muy elegante; sentí un escalofrío desde la punta de los dedos de mis pies hasta el último rincón de mi cuello. No se por qué, pero creo que él sintió lo mismo, nuestras miradas se estrecharon, y por fin se rompió el silencio incómodo que poco a poco me estaba matando. No pude resistir la ganas y le pregunté...

-¿De donde vienes? ¿Quien eres?

Él con una voz gruesa, pero dulce a la vez me responde:

-Estoy buscando a mi amada que he dejado por culpa de la guerra. Y sin saber que en su vientre llevaba el fruto de nuestro amor, la he abandonado. Su dignidad no la dejó pedir ayuda y prefirió vivir con necesidades, pero por fin he vuelto para estar con ella y con nuestro hijo que tanto anhelo conocer.

-...

No sabía que decir, me dejó sin palabras. Mientras que lo escuchaba, por mi frente bajaba una gota de sudor frío,  le pregunté por el nombre de aquella mujer y el aquel hombre respondió con el nombre de mi querida madre; mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía creer lo que estaba escuchando, pues frente a mi estaba ¡Mi padre! el hombre que siempre he amado sin haber estado a mi lado.

Le logro responder con un nudo en la garganta:

- Mi madre parece ser aquella mujer que estás buscando, y lamento decirte que la muerte se la ha llevado hace muchos años, dejándome solo. En ese instante recordé a mi amo, y lo que necesitaba llevarle; dejé de llorar y simplemente le avisé donde me encontraba, para que pudiéramos seguir hablando.

- Ten esta dirección, cuando llegues al quinto poste ahí estaré, por el momento estaré ocupado con mis quehaceres. El pobre hombre asombrado por mi respuesta y sin tampoco saber qué decir solo acepta lo que le pido y se retira de aquel lugar. Cuando llego devuelta donde mi amo, no era capaz de contarle lo sucedido. Dándose cuenta de mi voz temblorosa, decide preguntarme...

-¿Que pasó Arturo? ¿Estás bien?

- Me encontré con un hombre y parece ser mi padre...

- ¡Que bien! Te felicito muchacho.

En ese momento llega él. Se me acercó y me contó lo que había pasado y el por qué de su abandono. Y efectivamente, sí era mi padre.

la verdad de lo inesperadoWhere stories live. Discover now