Capítulo XXI: Killing Strangers.

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"Porque he hecho cosas de las cuales no quiero hablar, no me arrepiento de ser un hombre cruel y hacer todo para obtener la tan apreciada cima. Ganar, esa es la esencia de mi persona; copia mi egoísmo y hagamos arder el mundo con la crueldad de nuestra luz".

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Ellos van caminando con un ritmo insostenible hasta la muerte, agotador y poco merecedor de su ardua labor diaria. Con la vestidura azabache que nunca espera ser quitaba del clóset en su hogar, su miedo inundando. Aferrándose a la vida con cada paso, sin obtener nada a cambio. Cargando un ataúd vacío, aún así, lleno de mentiras imperfectas que creyeron los grandes para no ahondar en una farsa. La policía era implacable con su destacada participación para obtener el bienestar ciudadano; sin embargo, y al igual que en todos lados, tenían secretos que era mejor guardar en el último cajón de la estación, con un sello de caso cerrado. Reprimir los labios y tomar la pastilla para dormir por culpa de los escrúpulos que no deberían tener. Tamaki era ese tipo de policía que no debería ser uniformado; su mal sabor de boca persistía en gusto después de dos días velando por una oportunidad. Vivía en culpa con la noticia que estremeció la estación de policía en Moscú, uno de sus mejores ex policías murió en la mitad de Oremburgo. Justo cuando iba de camino para pagar su sentencia penitenciaria, nadie quiso decir que escapó fortuitamente y que el cuerpo sin vida hallado cerca coincidía en apariencia pero no con el ADN obtenido desde un principio de su entrada al cuerpo policial. Porque sin la finalización correspondiente, la gente empezaría a hacer preguntas y lo mejor era una salida imperfecta pero inquebrantable. Así lo dictó el capitán de la estación y lo mejor de todo era que nadie preguntó un porqué exacto sobre ello... Excepto Tamaki.

Estaba inquieto y quería respuestas concretas.

Lamentablemente lo único que halló fue un callejón sin salida, y la fría respuesta de: "llora apropiadamente su muerte, es lo que le debemos como compañeros de trabajo": palabras sin peso. Frente a la tumba de Izuku Midoriya, su sentir culposo era exorbitante más si al lado de la misma piedra tallada estaba la de Inko y Hisashi Midoriya. Una familia entera pérdida por la malévola mafia rusa. Se arrodilló frente, sin darle importancia a la torrencial lluvia en sus hombros, y dejó delicadamente los tulipanes blancos que compró hace menos de una hora. Apretando la mandíbula, pidió perdón y juro hallar al asesino. Gatillar a la persona que decidió acabar con su incondicional compañero de campo, aunque, para obtener ese resultado tendría que trabajar en la solitaria oscuridad. Sin el traje de la policía vistiendo su tímido pecho lleno de sentimientos, siendo un renegado por opción propia.

Justamente cuando estaba dando la vuelta para volver a su departamento, vio la caravana de hombres que iban tal cual zombies detrás de un ataúd. Los mafiosos eran curiosos con su actuar tan hipócrita, con los costosos trajes y esos tatuajes de mil significados bajo las ropas. Con la cara libre de emoción y una expresión cordial de vez en cuando; los odiaba hasta el punto de olvidar brevemente su ansiedad social. Sobretodo si el líder de la krov'volka veía cada movimiento contrario como una oportunidad para ganar algo provechoso a cambio; aunque la persona a su lado derecho con una detallada máscara de cuervo era nueva. Tal vez su acompañante ocasional, no era importante para su objetivo de investigación. No hallaría pistas ventajosas en un funeral fingido; porque la persona que estaba en ese ataúd había sido el castigo mortal de Izuku, todo por embelesar su atención en una sociedad impune de honestidad. Masaru Bakugō, enterrado un día después de Izuku Midoriya; tan bizarro y surrealista que no podía tragar sin sentir el asco en su apretada garganta honesta.

Katsuki sintió el peso de una mirada aterradora sobre su cuerpo, divisó en la distancia lluviosa al ex compañero de Izuku, Tamaki Amajiki, justamente en frente de su lápida. Era entendible que lo viera de esa forma, le había arrebatado algo que apreciaba de una manera que nunca entendería por culpa de su limitante formación mafiosa. Él probablemente estaría de la misma forma de no ser por su realidad, por su compañero... La persona a su lado vistiendo un traje negro a la par del suyo, con una máscara de cuervo para cubrirse de las miradas curiosas: Yuu Daigo, su nueva mano derecha para la mafia. Sin embargo, en la amada y oculta verdad: él era su amante desde hace unas noches. Aún recuerda con nitidez su silueta y el hambre sexual que poseía, insaciable de solo contemplar su piel perlada al tinte embriagante. Aún así, Izuku no era cualquier tipo de persona, se hacía respetar con sus respectivas expectativas y experiencias anteriores. Había límites en su relación y él los imponía al antojo de su voluntad.

Syn BratvyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora