Epílogo: Lust For Life

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"Un deseo por cada palabra que sale de tus labios, no lo digas en este momento porque no me importa que sea de noche y nuestro tiempo limitado. Moriría por ti y rogaría por cada segundo a tu lado..."


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Recibió en su cuerpo el calor de la mañana, con el sol en lo alto y enseñándole más sensaciones de las cuales preocuparse que un molesto dolor. Kirishima estaba muy feliz, se sentía afortunado de poder haber escogido huir de tal infierno mafioso, sobretodo con ella estando ahí. Recordando a cada momento lo que pudo haber tenido de no ser por un accidente que nunca debió ocurrir, olvidarlo en la víspera más acogedora de su amor... Y eso era lo más doloroso del recuerdo, que solamente él poseía esas hermosas memorias en donde una sonrisa de Momo podía iluminar toda una semana. Suspiró profundamente y en ese instante una mano escurridiza se posó en su brazo, ascendiendo hasta su hombro izquierdo, para luego darlo vuelta y encarar a la verdad en los ojos ámbar. Denki era todo menos un tímido omega, sabía exactamente qué hacer cuando Kirishima comenzaba a sentir su angustia y tenía la dosis adecuada de olvido para lentamente sanar las heridas de su grandioso corazón. Aunque, su "olvido" no era del todo un método puritano.

—¿Aún recordando a la bruja de tu ex?—Kirishima se dio media vuelta, sintiendo las feromonas en el ambiente y el dulzor de su piel en un solo tacto. Cerró las cortinas de la ventana, dejando que la privacidad tomará parte del proceso.

—No la llames así, me olvidó gracias a una persona con malas experiencias e intenciones. No puedo hacer nada para remediarlo—lo reprendió Kirishima.

—Para mí, suena igual a una excusa barata—Denki sonrió de medio lado, empujó a Eijirou en el sillón más cercano que encontró, corriendo la mesa de centro y obteniendo una mayor comodidad para ambos. Se sentó en su regazo, moviéndose tentativamente sobre su miembro momentáneamente dormido.

—Ni siquiera terminó formalmente contigo y se acostó con otro hombre estando en una relación contigo... Por eso para mí siempre será una bruja, por no decir otra cosa—sonriendo como si fuera un chiste y no un dolor en el pecho, Kirishima empezó a besarlo. Pero nunca iba a culparla por haber escogido a Todoroki, no estaba en sus genes ver mal a un/a omega; no podía hacerlo, y quizás por eso Kaminari lo amaba más.

Por no juzgar su pasado de chico fácil.

Prontamente los pijamas comenzaron a molestar y la piel ardía con el tacto ajeno, Eijirou no pudo soportar más y se quitó su camisa de dormir. Dejó que Denki viera el desastre de su piel cicatrizada, herida de tantas maneras que sentía vergüenza al mostrarla. El rubio se alejó un poco del sillón y descendió de su cintura la ropa interior que estaba usando esa mañana, con su respiración agotada, sin siquiera poder pensar bien las palabras. Se arrodilló en frente suyo, con una sombra en los ojos dorados y esperando la respuesta de su cuerpo; Kirishima lo entendió de inmediato y sacó tímidamente de su boxer plomo la ansiedad por tocarlo, reflejada en la erección de su piel íntima. El Omega de cabellos color oro se acercó hasta el centro de su cuerpo y suspiró aliviado; cada feromona de su alfa lo tranquilizaba de una manera casi inhumana.

—Eres hermoso Eijirou, no dejes que nadie te haga pensar lo contrario—después de ese comentario, humedeció su boca y comenzó a chupar el miembro de su novio, percibiendo con placer como su voz se ahogaba en cada movimiento y su dureza cada vez se hacía más grande.

Sentirlo tan íntimamente, ser único testigo de la belleza de su cuerpo de alfa; era maravilloso. Sosteniendo una última vez sus labios alrededor de la erección caliente, percibió con firmeza el sabor agrio atravesando su garganta, estiró su cabeza para atrás y respiró nuevamente, más calmado que antes. Un gota perlada cayó por la comisura de su boca abierta, hasta acabar bajando por el mentón. Eijirou poseía un lado salvaje que solamente mostraba ante las debilidades; y tentado por los suplicios capitales frente a la lujuriosa vista de su destinado, lo levantó y besó sus labios sucios, ahogándose en la sensación del fondo de su estómago. Lo tomó en brazos y lo apoyó contra la mesa del comedor, hundiendo sus labios en la carne del cuello, tomando con ambas manos sus caderas y buscando el delicioso tacto húmedo de entre sus piernas firmes, dejando que la adrenalina se adentrará en su cuerpo. Llegando fácilmente más allá del límite.

Syn BratvyOnde histórias criam vida. Descubra agora