| Sexto latido |

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Sé que es tonto. Sé que me engaño a mi misma todo el tiempo. Y sé que es ya casi imposible seguir engañando a las personas a mi alrededor. Soy en verdad consciente de que un día el frasco que retiene todos estos sentimientos se desbordará sin darme siquiera la oportunidad de luchar por contenerlos. Pero también sé que de nada servirá decir que sí, porque para Seijūrō Akashi yo no soy más que la amiga de la infancia que ve como su pequeña hermana. Esa que quiere y protege, por la que daría hasta lo imposible por verla feliz; no de la manera en que me gustaría sin embargo.

Takao se ríe. Se ríe de lo ridícula que soy en ocasiones y me regaña por ser tan tonta. Ella dice que debería ser más egoísta. Yo pienso que incluso si lo fuera, no podría jamás obligar a nadie a quererme de la forma en que me gustaría lo hiciera. Y cuando digo que estoy bien de esta forma, soy completamente sincera, no me hace falta más.

Al menos es lo que creo.

Al final las cosas no salen del todo como esperaba. Takao me lanza una sonrisa burlona y satisfecha por eso, luego me regaña. A continuación intenta darme ánimos con sus bromas tontas, a pesar de haberle dicho que no estoy triste en lo absoluto.

Supongo que debe ser una especie de karma por presionar a Akashi a venir aquí en lugar de ir junto a Furihata a sus sesiones de estudio, al final el resultado ha sido el mismo. Debido a sus deberes como parte del consejo estudiantil, Midorima, Kise, Akashi y Furihata, junto a los representantes de cada clase han tenido que quedarse un par de horas más a tratar "asuntos importantes". Pero pueden adelantarse y nosotros les alcanzaremos, había dicho Kise y cuando todos estuvieron de acuerdo con ello no pude protestar en lo absoluto.

Así que aquí estamos.

El Karaoke al que hemos venido ha sido recomendación de Kise bajo el sustento de que aquí encontraríamos un lugar lo suficientemente grande para que nadie se quedara sin asiento. Y no ha mentido. La cabina es grande y el personal ha sido amable y servicial desde el primer segundo. Se han servido botanas y bebidas, Takao, como me esperaba, es la primera en decidir tomar el micrófono y pasarla bien cantando algunas canciones. Algunas de sus amigas del club de baloncesto femenino se unen a ella y el ambiente se vuelve relajado y amigable.

Como realmente no conozco a nadie por ahora me mantengo a distancia disfrutando de una limonada rosa, no la había probado antes, es más, ni siquiera sabía que era posible, pero es deliciosa y me mantiene fresca en esta habitación llena de gente.

El sillón en el que estoy sentando sede entonces ante el peso de alguien más.

—Hola — saludo después de dar un sorbo a mi limonada. Miro a Aomine por el rabillo del ojo y espero parecer lo suficientemente amistosa como para que no decida declinar su decisión de sentarse aquí e irse.

—¡Hey!

Aomine me mira de la misma forma que le he mirado yo, solo que él no parece querer parecer amable ante mi, con esos modales informales y gestos engreídos. Nadie dice más después. El apabullante sonido de las pistas y el eco de las voces de nuestros acompañantes son lo único que aturde el silencio. Yo termino mi limonada con un último sorbo y observo a Takao comenzar a bromear con los chicos del club de baloncesto; no me preocupo demasiado por ella al notar que sus bromas no rozan en lo más mínimo el coqueteo, es más bien algo demasiado amistoso, como camaradas, y eso está bien para ella, quien suele tontear tan pronto se le presenta la oportunidad.

—Tu eres la chica que siempre está con Akashi — Aomine dice pero decide seguir sin mirarme.

En cambio yo decido enfrentarlo, girando mi inmutable rostro hacia él, obligándole a mirarme también.

Tú, yo y el espacio entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora