| Noveno latido |

269 19 1
                                    

Y así me encuentro caminando sola a casa a través del sol de primavera y el perfume de las flores, en una silenciosa añoranza que no tiene sentido. Al menos para mí es así. Decido culpar a la costumbre, después de todo, aunque no siempre, desde que entre a preparatoria Akashi usualmente me acompaña a casa, de modo que no tener su silenciosa presencia caminando a mi lado me hace sentir extraña. Nada que no pueda superar. Seijūrō Akashi no es primordial, no tiene porque serlo.

Intento, a su vez, no pensar en la tristeza que insiste en poseer mis sentidos, porque no soy el tipo de persona que se deja llevar por los sentimientos negativos. Admito también que extraño a Takao, ella al menos habría hecho esta caminata menos solitaria, pero ella no ha respondido mas mis mensajes ni mis llamadas, y, si no la conociese lo suficiente como para saber que ella normalmente no ignoraría mis llamadas, no estaría tan preocupada.

Supongo que iré a su casa, solo para constatar que sigue viva. Llevaré algo, no medicinas, ella ha dicho que no esta enferma, así que sólo llevaré algo de comida mal sana y ver si consigo animarla un poco.

Me detengo entonces en el Maji Burger, un lugar conocido y amado por la mayoría de estudiantes de Japón; es el lugar perfecto para charlar con amigos mientras llenas tu sistema digestivo de deliciosa –y para nada saludable– comida. Me gusta este lugar por los recuerdos que me trae y por los batidos de vainilla que preparan, los cuales, sin duda, recomendaría al cien por ciento.

Dentro del lugar no hay muchas personas, al menos no las que esperas que habría en un horario después de clases. No me quejo, lo prefiero así, me da la oportunidad de sentarme en una mesa a mi preferencia y pasar un rato aquí para establecer mis emociones y poder así animar debidamente a mi amiga.

Llego al mostrador y después de tomar mi pedido camino hacia la mesa cercana a la pared de cristal. Apenas han pasado algunos segundos cuando a través del cristal un par de siluetas reconocibles aparecen en mi visión. Es Kagami, junto a Himuro, y un miembro del club de baloncesto con el que aún no he entablado ninguna conversación, Atsushi Murasakibara, un chico de cabellos purpura y de actitud infantil, lo suficientemente alto como para ser capaz de aplastarme con una de sus grandes manos. Es un estudiante de segundo año, y un miembro del primer grupo en el equipo, el cual justo ahora es sostenido dulcemente por Himuro. La forma en que ella enreda suavemente sus brazos en Murasakibara y la forma tierna en que le mira me dan una clara idea de lo que podría suceder entre ellos dos, pero si soy sincera no logro entenderlo. Murasakibara y Himuro lucen tan cercanos y felices, como si se conocieran de hace una vida y, que yo entienda, Himuro se mudó no hace mucho.

Veo a Himuro bromear con Kagami, no sé sobre qué pero ella consigue ponerlo a la defensiva y sonrojarlo salvajemente. Murasakibara también parece burlarse de él, Kagami, harto de ser tratado de esa manera por ellos se despide atravesando la calle y gritándoles quien sabe qué cosas. Himuro se ríe y jala consigo a Murasakibara, ellos dos continúan sus andares tranquilos mientras Kagami camina avergonzado y furioso hacia donde estoy.

No exactamente hacia donde estoy, porque él no sabe que yo estoy aquí, pero sí en dirección del Maji.

Observo a Kagami ordenar un gran número de hamburguesas y una bebida enorme sin preocuparse en lo absoluto por el precio, él parece mucho más interesado en comer. El rostro de la chica que le atiende, y la mirada sorprendida de muchos de los comensales son algo digno de retratar. Kagami toma su bandeja y observa minuciosamente el lugar en busca de una mesa vacía. Siento un impulso de alzar mi mano y llamarlo crepitar por mi cuerpo sin contemplación, sin embargo antes de que pueda actuar a favor o en contra de ello Kagami comienza a acercarse, así sin más. Por alguna razón me pongo nerviosa y desvío la mirada de nuevo hacia la calle. No sé si me ha notado, si es esa la razón por la cual sus pasos se dirigen hacia mi o si está tan distraído que no es capaz de notar que yo estoy en la mesa que él pretende tomar. No sería la primera vez, las personas, incluso si son cercanas a mi, rara vez me notan, a excepción de Akashi y Furihata, pero supongo que ellos se han acostumbrado a mi tanto que ya no soy capaz de sorprenderlos, a Akashi mas que a cualquiera, lo que es decepcionante cuando pretendes gastarle alguna broma o darle una sorpresa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 29, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tú, yo y el espacio entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora