Troya

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Zenón, como cada mañana de Troya, abriría las puertas, siendo el encargado de esto, pero una estructura magnánima con una forma indistinguible a la altura sí estaría frente a él, solo vería cuatro patas gruesas y fuertes de madera. No podría enunciar palabra alguna con esa construcción. Al pasar de dos minutos, y ya habiéndose tranquilizado, se dirigiría hacia la posada del mismo Príamo, padre de Héctor, rey de Troya, hijo de Laomedonte, para informarle lo que vio, a lo que él respondería con solo risas.

Agamenón, preocupado por lo que pasaría con la idea de Ulises, estaría caminando de lado a lado de su cuarto y terminaría posándose en su gran ventana para admirar la bella vista de toda Grecia que tenía desde allí, y que cada griego en su poder contaba con la realización satisfactoria del plan de Ulises.

Príamo mandaría a meter la megaestructura de rendición y trasladarla al centro de toda Troya. Ya puesto el sol, comenzaría la mayor fiesta hecha alguna vez en Troya, que comenzaría con su evento principal, la quema del cuadrúpedo que simbolizaba la victoria troyana. Príamo de acercaría al caballo con una antorcha encendida recordando a Héctor y su funeral, la última vez que tuvo que quemar algo. "Por Héctor" gritaría para instantáneamente prenderle fuego a la pata posterior derecha, la música y las danzas comenzarían, toda la felicidad del pueblo troyano se propagaría en esta fiesta en honor a los muertos en guerra y a los muertos que ya no habría al terminar la guerra. Toda este festejo sería interrumpido por el primer grito que el animal gigante daría. Con solo algunos lapsos más, los sollozos no faltarían. Príamo mandaría todos sus soldados a la entrada de Troya, con espera de lo peor que pudiera pasar.

A lo lejos se lograría divisar una llama grande, roja y naranja, la llama que anunciaba la victoria griega, la llama que condecoraba a Ulises, la llama que finalizaba las preocupaciones de Agamenón. Para ayudar a Ulises y sus tropas, mandaría a toda su armada a derribar las puertas de Troya, con las que él iría también.

Príamo, esperando lo que pase, estaría frente a las grandes puertas que alguna vez mandó a construir su padre. Comenzaría a golpear la puerta a su vos tratando de romperla, tratando de romper las casas dentro, tratando de romper toda Troya. El sonido de los aretes arietes chocando con su puerta casi sagrada comenzaría pero él tendría que resistir a ellos la rompan. La puesta caería y su sonrisa por la victoria segura se desvanecería al ver a miles de soldados tras la puerta recién derribada, sus soldados comenzarían con la batalla y la sangre formaría un río que fluía hacia Grecia. Se daría cuenta que la fiesta había acabado, la fiesta que festeja el cese de muertes había tenido un final con genocidios. Una flecha le atravesaría el pecho y caería, alzaría la vista y desde lejos el arquero que lo mató, Eneas. Habiendo matado a tres griegos ya, le caería una flecha en el brazo derecho, se le caería la espada y un soldado con la armadura de Aquiles se le acercaría corriendo y clavaría su espada para posteriormente sacarse el casco y dando a conocer su identidad, Neoptólemo, hijo de Aquiles.

Al llegar la mañana, Paris desde el balcón del cuarto de padre anunciaría la victoria inminente Troya ante Grecia.

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