APOLO

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Durante mi camino de regreso no puedo dejar de sentir tristeza por la situación de Ares, él inventa a personas para convivir diario con ellas; literalmente él siempre está solo, y el hecho de que el templo de Ares estuviera justo de tras del templ...

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Durante mi camino de regreso no puedo dejar de sentir tristeza por la situación de Ares, él inventa a personas para convivir diario con ellas; literalmente él siempre está solo, y el hecho de que el templo de Ares estuviera justo de tras del templo de Atenea solo significaba que ella lo tenía vigilado por órdenes de Zeus.

—creo que tengo mucha tarea en la tierra...

Por primera vez logro sentir un frio desolador en el Olimpo, y es normal ya que dos de los dioses más importantes del Olimpo ya no están aquí; Eros quien predicaba amor a la humanidad, y Artemisa quien brindaba fe y alimento a las personas desamparadas; mi camino al templo de Zeus es largo y mientras vuelo por el cielo estrellado con los Grifos veo varias luces de los habitantes de bajo de mí.

Con el frio ahora insoportable me empiezo a sentir de nuevo sola, como cuando me quedé dormida después de huir de Polixo en Grecia, aunque en ese entonces no sabía que era lo que me deparaba el destino yo solo quería seguir hasta saber que pasaría conmigo. Mientras divago en mis propios recuerdos tormentosos una voz me interrumpe.

— ¡Me impresiona tu cualidad de elegir noches peligrosas para salir a pasear a tus Grifos! —Grita Apolo desde un costado de mi trineo, quien vuela con su increíble Pegaso a la par, y al verlo siento cierta calidez en mi alma, ya que físicamente es increíblemente parecido a Artemisa.

Sin poder articular ninguna palabra por el frio solo miro a Apolo saltar desde su Pegaso a mi trineo, sin dudar se quita el abrigo de piel color beige que lleva puesto y me cubre con él, se sienta a mi lado y pasando uno de sus brazos por mi espalda comienza a sobar mis brazos para darme calor.

—G...gracias... —Logro decir totalmente rendida, y sin pensarlo recargo mi cabeza en su hombro sin importarme si en algún momento discutimos, lo cual le extraña; pero no dice nada al respecto.

—Jamás había visto a mi hermana tan feliz, tú estuviste ahí cuando yo decidí alejarme estúpidamente de ella, y si ella confiaba en ti totalmente para salvarnos; yo también lo aré. —La voz de Apolo era tan etérea, tan pura y relajante como la de un mismísimo ángel, él también estaba haciendo un esfuerzo por cambiar nuestra relación al igual que Atenea, y eso me conmovió. —Así que espero que por favor puedas perdonarme por la actitud pasada que tuve contigo, en verdad yo nunca soy así, es detestable la forma en la que nos cambia la perdida de fe en la humanidad.

Esta vez Apolo se inclinó en mi cabeza y pude sentir su mejilla tibia en mi frente, era muy reconfortante tener una versión masculina de Artemisa.

—Yo también he sido muy maleducada contigo, y es peor puesto que tú eres un dios olímpico, de hecho el segundo más importante después de Zeus. —Me siento derecha en mi lugar y miro de frente a Apolo quien me observa atento con sus profundos ojos azul turquesa sin importar que el fuerte viento despeine su cabello negro, el cual combina a la perfección con su piel blanca y sus pequeñas pecas rosadas que se presumen encima de su nariz perfecta. —Así que perdón por haber comido la fruta del árbol de los dioses, en verdad yo solo quería conocerlos un poco más, prometo que jamás hablare de tu vida con otra persona, ni de la vida de Atenea.

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