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Luego de esa incomoda charla que tuve con Holiday mi cabeza dolía demasiado y me sentía demasiado cansada como para seguir con las burlas de Holiday, haciéndole cariño a Milo en mi cara, pero, ¿qué podía hacer yo? Nada, eso estaba más que claro yo misma le había dicho a Holiday que ni me importaba Milo o que ni quería algo con él. Pero en el fondo yo sabía que era una burla, tanto como para ella. Ella estaba más que segura que Milo y yo nunca íbamos a olvidar nuestro doloroso pasado. ¿Cómo lo iba a olvidar si su cuarto estaba lleno de fotos de nosotros? Aún que pareciera una burla no lo era. 

Yo podía controlar mis sentimientos y por lo visto él tampoco. 

Mis ojos dolían como si no hubiera llorando lo suficientemente, pero, tampoco podía llorar era como si ya no tuviera lágrimas. Mis mejillas rojizas y suaves se sentía un ardor como si me hubieran pellizcado toda la noche, pero al parecer me dolía por no haber parado de llorar en toda la noche por Ann. Me fui en busca de mi casa antigua, estaba en un mal estado pero seguía de pie, el pasto todo de un verde podrido nuevamente la nostalgia llegaba a mi, en el jardín me ponía a jugar con mi padre y mi madre. Mientras que nos contábamos como iba nuestro día, era realmente unos días belicismos, aún que sufría en la escuela tener una familia estable me hacía demasiado feliz, mis padres eran mis únicos amigos pero aún me sentía tan agradecida de tener unos padres totalmente amables en mis cortos cuatro años. 

También no todo a sido malo por así decir, ahora Alison tiene doce o trece años y se ha contactado conmigo hace días para saber sobre mi. Pero sé que lo hace por mi padre, aún que no lo crean mi padre sabe que cometió un error al dejarme sola a mi, y también por dejar a su esposa con una niña de apenas seis años. 

-¿Sydney? - Comentó una señora al verme en la puerta de aquella casa. Era mi ex-vecina, que hace un tiempo yo le sacaba a pasear a su pequeño perrito, Firulais. 

-Señora Mack, ¡Tanto tiempo! - Le sonreí.

La señora Mack me cuidaba a mi cuando mi madre salía a trabajar por las noches, me acuerdo que la señora preparaba un rico chocolate caliente y me daba galletas con chips de chocolates. Era lo mejor de quedarme en su casa, que por cierto estaba al lado de la mía, pero al parecer la pobre anciana se había quedado completamente sola, su hijo Ryan tenía una familia pero se había marchado hace tiempo a Canadá dejando a la pobre señora Mack sola. Su perro Firulais murió el mismo día que a mi me habían secuestrado, la señora estaba totalmente sola y al 044parecer ya que había acostumbrado a la soledad de su fría casa. Ya no tenía a su fiel amigo y tampoco a su hijo, su único hijo y el más querido por todos aquí. 

-Sydney, ¡como has crecido! - Sonrió. - Te conocí cuando apenas tenías un año de nacida y ahora eres toda una jovencita. ¿Tú madre viene contigo? 

Esa pregunta me desbasto por completo, mi pecho se apretó. 

-Eh, no. Mi madre aún tiene mucho trabajo como para venir, pero vendrá pronto. - Mentí. 

La señora Mack me ofreció ir a su casa, lo cual me negué necesitaba entrar a aquella casa y botar todos los malos recuerdos de ella. Ahora esta era mi casa y como puedo la sacaré adelante con o sin la ayuda de mi padre o de alguien, algo tendré que hacer. Al entrar un gran polvo se azoto contra la puerta, tanto que comencé a toser y mis ojos dolían, pues el polvo me daba algo de alergía, pero podía soportarlo. Allí quedaban algunos muebles que mi madre había dejado luego de irnos cubiertas por mantas viejas y algo desgastadas. Algunas fotos de ella y yo, no quería llorar dije que sería una chica fuerte, siempre. Eso le prometí a mi madre, que saldría adelante con o sin ella, con o sin mi padre como también ella me lo había dicho.

Subí las largas escaleras mientras que mis ojos cada vez se hacían débiles, no quería seguir subiendo pero mis piernas solo seguían el mismo trayecto. Al estar arriba fui directo a mi habitación antes de entrar aún estaban las medidas de mi estatura. Lloré al recordar los momentos lindos que mi madre me hacía vivir con eso, me hacía tan feliz cuando cada día de mi cumpleaños me hacía medir mi estatura para ver como iba creciendo, era tan feliz. Al abrir las puerta de mi habitación me encontré con algo espantoso. Con algo que pensé que se me había borrado totalmente de mi, pero al parecer no. 

Mi habitación llena de fotos mías, mal herida y con sangre. Irene estaba en cada una de ellas, con un cartel gigante que decía que pronto moriría y que ella iba  volver claramente. Me sentía atacada y ahora con muchísimo miedo, sabía que aquí no podía quedarme menos cuando Irene ya sabía que me encontraba nuevamente aquí. 

Salí corriendo en cuanto vi que la noche comenzaba a caer, quizás si debería a ver aceptado ir a la casa de la señora Mack, era demasiado peligroso estar aquí y Irene me estaba buscando en todas parte en donde yo podría estar, aquí no estaba segura y menos si ella estaba buscando por los alrededores de aquí. A lo lejos vi una silueta, con cabello pelicorto tenía miedo de que fuera, tenía miedo que Irene volviera a hacerme totalmente daño por que Milo no estaba con ella pero eso sería inútil, ya ninguna esta con Milo ¿por qué me haría daño? ¿soy mala persona? No, yo no le hice daño que ella me hacía a mi, ella no debía por que hacerme daño nuevamente.

Yo no tenía la culpa ahora.

Holiday la tenía, ella me había robado lo que yo más a amaba.

A Milo Manheim.  

broken heart - ❝ milo manheim ❞ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora