Capítulo 4

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CAPÍTULO 4

Un semblante serio se asomaba detrás de las orbes negras del pocionista, bajó aquella carta con temor y su esposa le sonrió desde lo alto de la terraza, en aquellos momentos la notaba tan feliz por los avances de su libro, ya habían terminado con el trabajo del editor y sólo faltaba afinar los últimos dibujos de su obra. Nunca había imaginado que al viajar ella pudiera encontrar lo que tanta dicha le hacía, la investigación y dar a conocer lo que había aprendido.

Si ella supiera que ese viaje de investigación lo había hecho con el único propósito que el de huir de Maiden, se decepcionaría de él, y en cambio ella consiguió ser feliz en esa casa que poco a poco fueron llenando de bellos recuerdos, consiguió encontrar una vocación y alejó de sus pensamientos entrar a la academia de aurores, ahora ella se dedicaba la mitad del día a estar en el invernadero donde analizaba las nuevas especies que iba llevando su esposo, los dibujos que se iban acumulando poco a poco se iba desarrollando la planta o la flor; por las tardes escribía parte de su investigación y si le quedaba tiempo libre lo dedicaba a ella misma.

Al inicio le extrañó cuando la vio en la cocina experimentando, le sugirió dedicarlo a las pociones pero ella decía que quería aprender a hace un postre, todo comenzó con eso, posteriormente empezó a asistir a unas clases muggle de repostería, él pensaba que era absurdo, una pérdida de tiempo y dinero, pero ella llegaba sonriendo y orgullosa con su tarta o cualquier cosa que hubiese preparado, y él como un obsesionado no podía dejar de ver su sonrisa.

A las dos semanas de esas clases ella se sentó sobre sus piernas, en una forma inocente y caprichosa a la vez, llevaba en sus manos un muffin de chocolate con menta, entonces lo entendió, ella había conseguido ser feliz a pesar de que él la había alejado de todo lo que Hermione conocía, le acercó el muffin para que lo probara, él a regañadientes lo hizo, aquella crema que había preparado ella se quedó en sus labios y ella lo besó probando su delicia.

Debía admitir que su esposa tenía otro talento que no se había tomado el tiempo de reconocer, era buena para la cocina, cruzo su pierna y continuó comiendo el muffin frente a él, sólo la observó con detenimiento, era una mujer sumamente cariñosa y valiosa, en ocasiones no sabía si la merecía realmente.

Pero ahora estaba ahí sentado, viéndola plena, no entendiendo cómo se podía conformar con estar con un tipo como él, encontrando la felicidad en ese matrimonio, cuando bien pudo tener un mejor futuro en otra parte, ella creía fielmente que en él podría tener lo que la guerra le había quitado, su familia, y la carta que había recibido, amenazaba con arrebatarle la felicidad a Hermione.

Arrugó la carta con odio, con preocupación y fastidio. Todavía encontrándose en su puño se alcanzaba a ver la firma de Maiden. Entró a la casa y ella bajó cantando una canción, él se puso nervioso, como temiendo que ella supiera, las mujeres siempre lo saben.

Tendré que salir.

¿Salir a dónde? — preguntó ella extrañada.

Una entrevista de último momento con un proveedor, — respondió él sin sostener su mirada, ella lo siguió hasta la cocina.

¿Te espero a cenar?

Claro que sí — le respondió besándola —, esa persona no es importante — le dijo al final, queriendo disculparse con eso, de esa manera no se sentiría tan mal, no le mentiría del todo.

...

Aquella noche llovía a cantaros en Hogsmeade, los truenos habían pasado, y ahora sólo llovía fuertemente, las calles arrastraban gran cantidad de agua y había poca gente deambulando por ahí, había recibido la carta de ella una semana antes, se había atrevido a regresar cuando su vida ya marchaba mejor, cuando por fin pudo encontrar un camino, tuvo el valor de ignorar la primera carta, pero la segunda no, no cuando la había escrito tan cerca de él.

Cuidaré de tiWhere stories live. Discover now