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✿°̥࿐❛Ellos no saben las cosas que hacemos, ellos no saben que te amo. Pero apuesto que si lo supieran... Estarían celosos de nosotros.❜
—¿Señorita Mckee? —escuché a alguien pronunciar mi apellido. Rápidamente alce la mirada sonriéndole a la secretaria. Ella me miró de pies a cabeza sin alguna expresión. Era alta, ojos azules, cabello rubio, delgada; en pocas palabras, era hermosa.
—La espera el señor Mendes.
Rodé los ojos.
Apuesto un millón de dólares a que se acuesta con el señor Mendes.
Dejé salir una pequeña risa. La chica mirándome como si estuviera loca, pero inmediatamente me dirigió a la oficina del jefe.
Estos días he estado buscando un trabajo como asistente personal. Ya sea para acomodar papeles importantes o algún servicio como traer el café en juntas. Apenas había salido de la universidad y quería experimentar estar en un negocio tan grande como este lo era.
La rubia, tocó la puerta.
Escuché una voz profunda hablar del otro lado antes de que ella abriera estas mismas. Entró primero y literalmente su amargado rostro desvaneció, una gran sonrisa, tipo Colgate apareció en su rostro, sus ojos llenos de entusiasmo.
—Es la suplente de Sarah Violette señor Mendes. —justo cuando dijo lo último mi mirada cayó en un hombre bastante joven para ser jefe de un negocio tan grande como este. Su cabello conservaba una perfección en su desacomodado. Estaba usando corbata y una camiseta azul, no tenía el saco puesto y estaba justo oliendo un jarrón de flores.
—Puedes retirarte, Jane.— él me miró y me sonrió —Acércate, no muerdo.— escuché una voz dejar salir un gruñido y sabía que era Jane, haciendo que sonriera en satisfacción.
Rápidamente tomé asiento, el chico seguía oliendo las flores, su respiración era lenta. Ahí es cuando me tomé la oportunidad de ver su apariencia, le calculaba unos 21 o 22 años. Definitivamente muy joven para atender una compañía tan grande, su cabello era castaño y su piel era palida, sus manos tenían algunos tatuajes pequeño. Podía ver lo que era un hombre meditando, o tal vez era un barco en su muñeca pero no podía apreciarlo muy bien ya que estaba su camiseta obstruyendo mi vista.
Abrió los ojos mostrándome el hermoso color de ojos que tenían, eran mieles. Me quitó el aliento, era tan guapo.
Él sonrió y se sentó en su silla.
—Disculpa la espera, tuve una llamada importante. También lamento mi extraño comportamiento en este momento, necesitaba relajarme.— alcé una ceja.
Yo sé que te relaja pero involucra quitarte toda esa ropa, bombón.
—No te preocupes. — respondí. —aunque tu secretaria no me quiere mucho.
