ੈ･❝A L L I W A N T F O R C H R I S T M A S I S S H A W N❞ ೃੈ
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✿°̥࿐❛Ahora, si tu pareja te deja y tienes una historia que contar, solo da un paseo por la calle desolada hasta el hotel de los corazones rotos.❜.
La gran mayoría se preguntaba "¿cómo es que uno de los hoteles más visitados en ese pueblo tenía fama de separar relaciones?
Nadie que no haya ido sabía la razón. Le decían "el hotel de la ruptura" igual que se rumoraba que lo creó alguien de la competencia debido a envidia. Cierto o no, esos eran los rumores y Nathaly Hush iba a hospedarse allí sin saber que la cosa iba a tornarse ardiente.
Ella no se iría a casa, pasaría el rato con obstáculos o sin ellos. Estaba dispuesta a todo porque era una mujer segura, su trabajo era su único marido estable. Por el momento no había hombre que reemplazará eso.
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Actualmente llevaba dos días quedándose en el hotel y para ser exactos, en ese preciso momento estaba disfrutando de una margarita mientras la brisa dejaba sus hombros al descubierto y su cabello revuelto. El clima era frío no era impedimento alguno para no usar la ropa que ella prefería. Ruby Hush era alguien que se aplicaba muy bien lo de "antes muerta que sencilla" tenía un tobillo algo lastimado por las largas horas en las que acostumbraba a trabajar en altos tacones.
Los colores de vez en cuando se le desvanecían debido a mareos por falta de sueño pero esa mujer era tacaña y no dormía hasta que el trabajo se lo permitía. Sacrificaba su vida familiar y social para mantenerse bien; profesionalmente llegando a lo grande. Además de ser un ejemplo para las feministas. Tenía clara sus expectativas.
Dejó la margarita sobre la mesa y se colocó de pie, la realidad es que no ejerció muy bien la fuerza contra al tacón de modo que tambaleó casi cayendo pero logrando evitarlo recargándose en la pared y suspirando. Estiró su traje y se encaminó hacia la habitación.
Recién cuando buscaba la tarjeta para ingresar, una pareja pasaba por su lado. El perfume que afirmaba ser de hombre la enloqueció por un momento haciéndola observar el dueño de aquella fragancia. Sus ojos habían atravesado casi la espalda del hombre ya que no tuvo tiempo de verlo de frente. Estaba extrañamente intrigada por el desconocido, era mutuo sin saberlo, pues el sujeto había quedado loco con su figura y también la había visto de espaldas sintiéndose decepcionado por perderse del rostro de modo que disimuladamente giró un poco hacia atrás y en ese momento sus miradas chocaron. Él lucía pasmado por la sorpresa de esa belleza y a regañadientes regresó su vista hacia la mujer a su lado quien lo sacaba del trance.
