15. Amor | Dries Mertens

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10.

advertencia: ninguna

género: amor/romance

Eden me invitó desde unas semanas atrás a su boda. Nunca llegué a conocer en persona hasta este momento a su prometida, por medio de fotos sabía lo bella que era, cabellos rubios ondulados, no era tan baja como él pero tampoco alta, sus ojos verdes siempre resaltaban más en ella, luego de su buen cuerpo. ¿Cómo un belga tan afortunado conoció a una italiana tan perfecta?

Hace meses olvidé lo que se sentía tener una chica que proteger y amar. Me daba felicidad por ellos, Eden llevaba tiempo hablando de lo maravilloso que sería tener una familia con su chica y me parecía lindo.

Cuando llegamos a la fiesta en el Caribe luego de su boda por la iglesia, le presté más atención a la rubia. Rossella Camisele, hasta ese nombre me llegó a sonar muy único. Desde mi llegada a su fiesta al aire libre en las orillas del mar arriba de un muelle, sentado en la mejor mesa que pudo haber reservado Hazard para sus mejores amigos, observaba de vez en cuando con un poco de disimulo todos los gestos que tenía con los invitados. Ambos tenían una mesa de honor especial, muy arreglada con manteles blancos, especiales para comer y algunos regalos encima.

Allí estaba sentada charlando con una chica que jamás había visto, suponía que alguien igual a cualquiera invitada, Roseella sonreía muy alegre cuando hablaba y tenía razones para estarlo. Eden no estaba a su lado, no le tomé importancia a su ausencia, me facilitaba verla mejor. La chica se alejó luego de darle un abrazo y despedirse con un beso en su mejilla. No podía creer que estuviera acosando de esta forma a la prometida de mi compañero, no era un delito, ¿pero que pensarían de mí?

Seguía pensando en mi forma tan extraña de verla, no quitaba mi mirada de ella. Un par de niños se acercaron con timidez, ella los observó muy dulcemente y los saludó.
Una pequeña niña de cabellos pelirrojos le tendió un regalo muy pequeño, lo aceptó y la abrazo, el pequeño que era un poco más bajo que ella, se escondió detrás de la niña.
Causó una tierna sonrisa en mí, era una persona muy noble, era interesante.
Sobre todo porque no solía ser superficial como todas las chicas que yo conocía, sólo pensaban en salir bien en las fotos con los paparazzis o llamar la atención poniéndose un vestido muy caro. A ella no parecía importarle quien la saludaba o no, quién se acercaba a platicar a su lado, era muy humilde.

Ambos pequeños corrieron de regreso, no ví su dirección. Sólo quería tener mis ojos encima de ella, una idea muy terrible pero tampoco tan mala se me cruzó por la mente, si con sólo pensar de tenerla cerca se me aceleraba el corazón, ¿porqué? ella no me gustaba, ella no era mi chica. No tenía porqué.

Volví a regresar a la realidad de unos parpadeos, su atención ahora estaba en su propia fiesta, al parecer le afectaba no tener a Eden a su lado disfrutando, no debía ser divertido quedarse sentado sin tener a nadie. Y ese era básicamente yo, y ella, pero tenía la razón de lucir feliz.

Su mirada fué una de aquellas que buscaba ver a las personas panorámicamente, no pensé que llegara a verme a mí, aún seguía viéndola igual que el principio. Se detuvo un momento mirándome fijamente, me sentí estúpido, un loco nervioso y sin agallas. Sí, nunca imaginé llegar a pensar eso pensé de mí.

Me sonrió ampliamente justo como lo hacía con las demás personas, lo sabía porque lo había visto. Era el momento de no parecer un tonto, me levanté con formalidad mientras acomodaba mi saco negro, ese que me hacía sentir igual de importante al ser un compañero del recién casado Hazard.
Me acerqué con mucho nerviosismo a esa mesa que ya había estudiado con la mirada, tenía a esa linda chica enfrente mío.

- Hello, ¿me concede esta pieza?

Tendí mi mano hacia ella, ya me habían encantado sus verdes ojos, asintió de una forma muy gentil, la ayudé a levantarse como lo haría un caballero, aunque no lo necesitaba, era modelos importantes que uno tenía que seguir por respeto. No lo había mencionado bien, pero su blanco vestido resaltaba su lindo cuerpo, con escote, con detalles brillantes pero demasiado sencillo.

Aunque no importara que lo fuera, ella lo hacía perfecto. Sus manos tan suaves, jamás hubiera imaginado tener este tipo de pensamientos por una chica que apenas conozco. Una música tan lenta y elegante como lo hacía el piano y violín sonó en cuanto nos vieron pisar el pequeño escenario de luces, sentía las miradas de todos encima, no era nada malo. Eden no estaba cerca, además, yo sabía que con ella puede bailar cualquiera y me parecía mejor para aprovechar no quedarme con las ganas de acercarme. No dejaba de mirarme a los ojos, yo tampoco lo hacía, admitía que me gustaba tomarla de la cintura mientras nos balanceábamos a un paso lento y pausado.

Algo tan inesperado como todo esto, fué el sentir sus manos rodear mi cuello, eso si que me parecía exagerado. Comencé a sentir miedo porque pensaran que verdad coqueto con ella.

(Continuará)

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