13. Te lo prometo. | Roman Bürki.

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14.

Advertencia: ninguna

género: amor

BurkiBarnes

Para todo el mundo el amor siempre es lo mejor que te puede pasar, te enamoras, te casas, tienes hijos y suele ser una buena vida si encuentras a tu pareja ideal. ¿Pero y si eres una persona que ya sufrió en el amor?

Sí, esa soy yo, una chica muy ruda con los hombres que simple y sencillamente se creen mejores que las mujeres por ser egocéntricos. Hace un año aproximadamente que había conocido al que pensé que sería mi esposo de por vida, yo lo amaba, él juraba hacerlo también pero, eso se había venido abajo cuando lo descubrí engañándome en nuestra propia casa.

Desde allí, adiós en el poder del amor que existía para mí.

— Regina. — llamó mi mejor amigo, Roman.

— ¿Qué pasa? — me senté a su lado tirandome al sofá. Jugaba muy entretenido al FIFA hasta que lo pausó.

— Me lo he estado pensando... — balbuceó y se acomodó mejor de frente a mí. — ¿Porqué no le das una oportunidad más al amor?

— ¿A qué viene esa pregunta? — me reí. Sus ojos dieron un vuelco.

— Sólo es una pregunta. Respóndeme. — pidió.

— Tú más que nadie lo sabes, has estado allí cuando lo he necesitado. — suspiré, me hacía difícil recordar mi pasado. — Pero, los hombres ahora me parecen muy egoístas, muy imbéciles, sólo les importa tener a su chica a lado a todas horas como si fuera un juguete, decirles con quién estar y con quién no. — me solté a decir con rabia. Tomé aire y lo volví a mirar. — Estoy muy bien así, pero gracias por recordarme mi horrible recuerdo.

— No, no queria eso... — me abrazó, no le correspondí y en cambio recargué mi cabeza en su hombro. — Sólo digo, no todos somos así...

— Claro que sí. — le dije con voz de una pequeña niña.

— Escúchame. — me tomó de los hombros y me hizo verle a los ojos. — Algunos somos muy sentimentales, a mí sí importa lo que piensa mi chica, también me importaría con quién se junta, pero no la trataría mal. Al contrario, es libre de hablar con quién quiera, mientras no se sobre pase en algunos casos. - sonrió dejando ver sus dientes blancos. - A mí me interesaría ver a mi chica feliz antes que yo.

— Claro, afortunada la que te robe ese corazón, Roman. — rodé los ojos, señalé con mi dedo su pecho. Él siempre había sido como mi hermano mayor.

— Regina, esto que te diré va enserio. ¿No te vas burlar verdad? — negué lentamente. Se veía muy nervioso cuando hablaba. — Sé por lo que pasaste, sé que estás decepcionada de esa persona que te falló, y por su culpa tú ya no creas en la magia del amor. — le sonreí, era lo más tierno que había escuchado. — Pero te prometo, te juro, que voy a cambiar esa forma de pensar, porque como tú me cambiaste en los últimos meses, yo lo haré en muy poco tiempo. No necesito mucho para que caigas en cuenta lo mucho que puedes llegar a amar alguien. — sus ojos brillaban en cada palabra. — Porque me enamoraste con ser tú misma y voy a enseñarle a tu corazón lo que me haces sentir.

Con mucha delicadeza se acercó a mis labios, sentí su respiración lenta y pausada en mí, sólo tenerlo cerca me daba la impresión de que en verdad, mi corazón saldría en cualquier momento. No rechacé el beso más dulce y apasionado que me habían dado alguna vez, sus manos pararon en las mías, entrelazadas.

— ¿Estás seguro de esto? - susurré en sus labios, no me parecía una locura estar enamorada de mi mejor amigo. - Sabes que va ser difícil, tendrás que soportarme...

— Lo he prometido, lo siento. - me dió un corto beso en los labios de nuevo. — En cambio, tú tendrás que soportarme a mí.

— ¿Es muy tarde para decirte que me has comenzado a gustar? — me acosté lentamente en el sofá donde permanecíamos sentados.

— Nunca es tarde para nada. — me sonrió de nuevo, nunca me cansaría de ver su rostro feliz si es conmigo, con él jamás volvería a creer en lo malo del amor, porque desde ese instante, sí tenía a alguien que pasaría el resto de su vida a mi lado.

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