55 ~ La fuerza del karma ~

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Los ojos le pesaban de una forma inimaginable. Jamás pensó que tanto dolor pudiera afectarle las extremidades, la espalda y la cabeza. Movió sus manos con dirección a su cara para retirarse el cabello y los lentes trizados. Podía llegar a jurar que estos estaban salpicados con su propia sangre. Se incorporó con lentitud. Su ropa estaba rasgada y manchada. Tenía raspones en brazos y piernas que comenzarían a arder en los próximos minutos.

—Lilia... —fue lo primero que balbuceó Clemont. Se encontraba, todavía, muy aturdido como para recordar que había sobrevivido a una explosión catastrófica.

Algo en medio de un montón de escombros se movió ligeramente. El rubio tuvo la esperanza de que fuera su amiga, pero, más fue su sorpresa al ver al Puni – chan de centro azul retorcerse de dolor entre sueños. Todavía se encontraba aturdido por la luz y el sonido como para moverse con normalidad. Su mente era un remolino de cosas que parecían ser de todo menos racionales.

— ¿Qué pasó? —soltó el rubio a medida que gateaba en dirección al malherido Pokémon.

El Pokémon verde parecía estar dormido, preso del más fantástico de los sueños o del propio cansancio. No sirvió moverlo o acariciarle las mejillas para que volviera en sí. Puni – chan de centro azul dormía, por lo que no quería ser molestado. Clemont dejó de prestarle atención y dirigió su vista algo nublada hacia su alrededor. El humo todavía estaba presente y no había rastro alguno de Lilia o de Puni – chan de centro rojo. La computadora y la cuenta regresiva habían sido destruidas. Por un momento creyó escuchar, a lo lejos, los gritos de Ash... o quizás fue producto de su imaginación.

Pero el caso era que parecía estar solo en aquel lugar.


Lysandre había tosido furiosamente cuando la nube de humo se elevó, en forma de hongo, al techo. Sus ojos comenzaron a llorarle de forma frenética, como si le hubieran echado gas pimienta. Kalm hacía lo propio por mantenerse en pie y no chocar con los miles de escombros que habían quedado. Ash limpió su rostro y cuando se percató de que sus amigos estaban bien —especialmente Serena y Bonnie— no quiso darle más tregua a alguien que se merecía el peor sufrimiento de todos.

— ¡Greninja, Shuriken de agua! —ordenó el azabache con furia. Mientras veía cómo el ataque se dirigía hacia sus rivales, intentó plasmar en su mente lo acontecido segundos atrás.

Primero fue la risa confiada de Lysandre y luego un destello verde que lo envolvió por completo. La misma luz había envuelto a sus amigos y Pokémon por igual. También escuchó un lo siento que más bien pareció el eco de un lamento. Todo en el lugar se sacudió, incluso su cuerpo que no tardó en viajar unos centímetros al techo para terminar estrellado en el piso. Quiso agradecerle a luz verde que lo salvara, de lo contrario ya estaría muerto y sus amigos también.

La Shuriken de agua dejó fuera de combate a un agotado Pyroar que no había parado de tambalearse desde lo que había ocurrido segundos atrás. El cuerpo del malherido Pokémon salió disparado del lugar. Cuando el humo terminó por disiparse, Ash se percató de que ya no existía una red de túneles, mucho menos un techo que limitara sus ataques. Los presentes estaban en lo que parecía ser un gran campo. En el horizonte, el sol lanzaba sus últimos rayos antes de darle paso a la noche. El arrebol le recordó a Ash los labios de Serena. Sonrió para sí mismo.

— ¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO! ¡TÚ DEBERÍAS ESTAR MUERTO! —gritó Lysandre claramente fuera de sí. El bastón había sido lanzado hacia cualquier parte al igual que su cordura.

—Lysandre, todo se terminó. —El hombre miró incrédulamente a Kalm cuando lo escuchó pronunciar aquellas palabras tan pestilentes. Le parecieron una broma de mal gusto—. ¿No ves que ya estamos acabados? Si seguimos en esto, lo más probable es que nos ganen.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now