57 ~ La pareja ideal ~

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Al amanecer del cuarto día después del final de la crisis, ciudad Lumiose comenzó a ponerse de pie con la ayuda de los que aún tenían fuerzas para hacerlo. La limpieza en las calles y la reconstrucción habían avanzado de forma rápida y eficiente así como la sanación de los heridos. El Cuartel Anti – Kalm era un ir y venir de personas que trabajaban en pos de un solo propósito: que todo y todos estuvieran bien.

En una de las camillas se encontraba Mallow. Su brazo derecho estaba conectado a varias vías con diversos medicamentos paliativos para el dolor. Su rostro lucía un color morado fuera de este mundo, además de los dientes que le faltaban. No había abierto los ojos desde aquel día y Kiawe, que seguía recuperándose de las magulladuras causadas por el enemigo, no se había separado de su lado. Tomaba su mano con delicadeza, como si esta se fuera a romper con el contacto.

—Kiawe, ¿tienes un minuto? —preguntó Ash, quien aparecía junto a él como un fantasma.

El moreno se separó de su ahora esposa y dirigió su vista hacia el azabache. Tenía una venda que surcaba su frente y una vendita en su mejilla izquierda. — ¿Sucede algo malo? —preguntó con la voz apagada. No había dormido mucho últimamente.

—Alain me llamó. Necesita ayuda con los cuerpos que han ido encontrando y tú me dijiste que te buscara en cuanto... Lo siento, pero ya sabes de lo que hablo. —Ash se sintió sumamente incómodo.

—Lo sé —susurró el moreno con algo de pesar—. Le pediré a Serena que se quede con Mallow. ¿Ya le hablaste a Clemont y Cilan?

—Si... Esto es incómodo.

Mientras Kiawe se dirigía hacia una cansada peli miel que curaba la rodilla de un niño pequeño, Ash observaba a los heridos y voluntarios que estaban en el lugar. Bonnie apenas caminaba y eso que le inyectaban calmantes a cada ocho horas. La paliza que recibió fue monumental. Gary estaba junto a ella. Tenía su espalda recargada en una pared y sus ojos vacíos esperaban algo o alguien. Ash sabía de quién se trataba. Dawn había sido sometida a un tratamiento psicológico después de lo que le tocó sufrir en los túneles. Según el informe que había dado Jessie, ahora la peli azul le tenía pánico a los lugares cerrados y al contacto con hombres. Pasarían, al menos, unos cuantos meses antes de que lograra recobrar la confianza en las personas y en sí misma. Misty, quien platicaba animadamente bajo la luz del sol junto a Brock y Tracey, se recuperaba de la puñalada recibida.

—Una cortada como esta no será capaz de detenerme. —le había escuchado decir entre risas.

—Vamos. —La voz gruesa de Kiawe sacó al azabache de sus ensoñaciones.

—Sí.

A las afueras del cuartel, se encontraron con Clemont y Cilan. Sus rostros lucían tan magullados como sus almas. Y por eso, Ash se sintió culpable.

Caminaron en un silencio sepulcral. Se dejaron envolver por el crudo paisaje que ofrecía la ciudad: edificios destruidos, autos volcados, mujeres llorando a todo pulmón. Los pocos árboles y flores que habían quedado en pie estaban cubiertos por una gruesa capa de polvo. Las raíces destructoras eran cortadas y apiladas en grandes montañas. Los campamentos improvisados por los supervivientes las utilizaban para encenderlas durante la noche.

Al llegar a la gran plaza, el panorama todavía fue más cruel. Muchísimos cuerpos tapados por sábanas blancas y azules estaban ordenados de diez en diez con el fin de dejar espacio suficiente para que los familiares pudieran caminar y así reconocerlos. En uno de los costados había una oficial Jenny y un funcionario del estado —subordinado del detective Looker, seguramente— recolectando información de los caídos. Junto a ellos, una gran carpa verde oscuro ocultaba lo que parecía ser un crematorio improvisado. A lo lejos, los cuatro chicos vieron como Alain se les acercaba a paso rápido. Vestía una bata blanca algo desarreglada sobre una camiseta negra y un pantalón del mismo tono. Ash sabía que su amigo no había dejado de trabajar junto al detective desde que la crisis había finalizado.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now