Virgo I

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La luz de la mañana entra a través de la ventana y despierta a Rey con su ligero toque. Hoy es el día. Hoy es el día en el que deja atrás ese edificio, coge su maleta y se va. Se incorpora, se sienta en la cama y mira a su alrededor. Ya había guardado todo y la habitación está vacía. Bueno, tampoco hay mucho que guardar. Algo de ropa, libros y cuadernos de diseño. Se levanta y se para delante de la ventana, dejando que el sol la cubra por completo tan ricamente mientras se hace sus tres moños. Ya van casi quince años en ese agujero, donde la situación precaria era su único límite. Y Unkar Plutt. Desde los cinco años que llegó allí, pensaba que su vida no tenía sentido y que no se merecía nada. Aquel hombre era dueño de aquella pequeña casa de acogida, pero nunca llegó a entregar niños a familias, quería quedarse con ellos para poder seguir recibiendo donaciones y dinero del estado, que evidentemente no se gastaba en ellos, unos niños que apenas sabían lo que era un helado.

Rey conoce muy bien a Unkar Plutt. Rey sabe muy bien cuánto le jode que ella se vaya, que la hayan aceptado en la universidad más prestigiosa de España y abandone su pasado y las raíces que él pareció encadenarle. Por ello, sonríe y se viste. Revisa que todo esté recogido y que no se olvida de nada, coge la maleta y sale por la puerta. Pero antes se detiene y mira atrás. Había decidido dejarse el gran póster del desierto que tenía pegado a la pared. Pensaba que para comenzar una vida nueva tenía que dejarlo todo atrás, incluso aquello que le inspiró esperanza durante años. Pero hay algo en ella que no puede hacer eso, ese algo es el que la hace moverse, acercase a la pared, coger el póster y guardarlo. Ese algo también es lo que le trae el recuerdo de como sus padres le dijeron que se iban a Egipto, antes de no volverlos a ver nunca más.

Rey baja las escaleras, atraviesa el vestíbulo, abre la puerta y se va. Ni se despide del dueño de la casa. No se merece sus palabras.

En el bus, ella se sienta al final del todo. El sol de la mañana todavía acaricia sus mejillas y hace que todo sea más vívido y más encantador. Rey todavía no se lo cree. Parece un sueño todo aquello, que aquella universidad esté dispuesta a aceptarla, a ella, a una chica que no vale nada. Y ella está entusiasmada porque sabe que no aceptan a cualquiera, que los siete años que suponen estar estudiando allí solamente se los brindan a los mejores. Había sacado notas excepcionales durante toda su vida, y al terminar el último curso no fue menos y los dos años de espera valieron la pena, las universidades se pelearon por hacer su sueño realidad: diseñar naves espaciales y viajar al espacio. Perdida en estos pensamientos, Rey desdobla otra vez la carta de aceptación, como si las palabras escritas se fueran a borrar:

***

THE FORCE UNIVERSITY

Estimada Rey Jakku:

¿Está preparada para comenzar su futuro? ¿Para adentrarse y aprender miles de cosas que le cambiarán la vida? La ciencia es el futuro, y nos alegramos de poder contar con usted para poder desarrollar uno posible y mejor. The Force University tiene el placer de comunicarle la disponibilidad de su plaza en la facultad de física. Estamos seguros de que conseguirá lo que se proponga y de que los siguientes años marcarán un gran cambio en su vida.

No olvide que además dispone de su habitación en la residencia y de una gran variedad de clubs a los que puede apuntarse, y de las grandes competiciones entre hermandades, ¡en nuestro campus no existe el aburrimiento!

Deseamos que se sienta como en casa.

Atentamente, la dirección de The Force University

***

Rey termina de leerlo y sonríe tontamente. Pues claro que va a sentirse como en casa.

Apenas dos horas después, llegando casi al centro de Madrid, el autobús se detiene. Rey coge su maleta y su mochila y sale al exterior. Un gran muro se extiende rodeando el campus, y una gran puerta grande y pesada es lo que la permite entrar al interior. Atraviesa aquella puerta, cuyos barrotes de metal siguen todo tipo de formas que le dan un aspecto único, y lo que ve a continuación le deja sin aliento. Cientos de personas, andando, riendo, disfrutando del sol tumbadas en el césped, detrás de mesas intentando acaparar otros estudiantes... Aquello era un sueño. Iba a compartir los próximos años de su vida con sus compañeros, allí, en una universidad de élite y todavía no puede creer lo que ven sus ojos.

The Force UniversityWhere stories live. Discover now