Capítulo 4

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Sendra posicionó sus pies un poco más abiertos de lo habitual, lista para echar a correr lejos de aquella mujer que hace unos pocos segundos la había ayudado a pagar su mensualidad, pero que ahora se mostraba dura y taciturna. Como la verdadera Condesa de Angolas que era.

No pudo pensar con claridad y ahora se debatía en si dar media vuelta y alejarse de ella o esperar a que algo mucho peor le esperará con ella a su cuidado y como si los Cielos la hubieran escuchado, el crujir de un carruaje se apareció por detrás de ella. Grito ante la velocidad en la que iba en dirección a ambas y corrió a la orilla de la calle para evitar ser atropellada, pero su abuela se había quedado inerte.

- ¡Lady María! - su grito fue más lento de lo que pensó y Sendra ya se estaba preparando para un tercer funeral en ese mes de mala suerte.

Pero, Lady María no volteo a verla, ni pestañeo en el momento en el que el carruaje, de un imponente e inmaculado negro peltre, tallado y enmoldado con finos destellos de un dorado exquisito, se detenía ante su presencia. La fuerza que empujaba al carruaje, junto con el viento que lo acompañaba, movió el vestido y los cabellos sueltos de Lady María, como una guerrera que era capaz de domar a la bestia más fiera, o en este caso, su propio carruaje.

- Pero por los Cielos, querido ¿dónde diablos estabas? - grito al momento que levantaba sus manos arrugadas en dirección al hombre que estaba conduciendo aquel carruaje oscuro -. Si no mal recuerdo, te dije que esperaras a-fu-e-ra - dijo, deletreando las últimas palabras un tanto molesta.

- Mi señora, una disculpa por la tardanza, por favor. - La voz masculina cargada de años de lealtad a una mujer poderosa provocó en Sendra una extraña sensación de calor en su vientre, pero a la vez no demasiado grande, probablemente rondaba los treinta.

- Me da igual, es hora de partir, mi nieta tiene que salir de aquí cuanto antes y conocer su nuevo hogar -. Y el simple hecho de que Lady María hiciera una señal donde se encontraba inerte y callada, con su valija aferrada así sí misma, fue el momento preciso para ver al hombre que cabalgaba sin control hacia ellas.

La Luna hizo su trabajo a la perfección, pues la suave luz que iluminó el rostro del hombre hizo que perdiera el aliento y se recordara a ella misma que hacía años que no hablaba con un verdadero hombre, al menos uno al que pudiera considerar "atractivo". Llevaba un abrigo a juego con el carruaje y los cuatro caballos que lo habían impulsado, una barba de tres días se extendía desde sus patillas, apenas rozando sus labios delgados y algo entreabiertos, seguramente por la adrenalina de su imponente llegada. Hubiera jurado que nunca en su vida había visto un color de ojos tan extraños como los de él, pero debía de admitir que eran hipnotizantes al momento en que sus miradas se encontraron, de un gris inmaculado y puro, como si fuera el mismísimo mercurio el que estaba fundido entre ellos. El cabello castaño, casi tan claro que lo hacía parecer de un rubio quemado, estaba despeinado por el viento al momento de llegar de quien sabe donde dándole una apariencia salvaje y desgarradora.

La valija se enterró en su piel y Sendra suspiro con pesadez al momento en que aquel hombre podría atraparla si echaba a correr como desesperada.

- Sendra, ¿qué estás esperando? Sube - la voz de su abuela la trajo a la realidad y un rubor intenso inundó a sus mejillas. ¿Acaso estaba babeando por un hombre con solo verlo tres segundo? Si, al parecer si.

El hombre la miró divertido y haciendo una leve inclinación hacia ella, como si de una reverencia se tratará, puso su atención de nuevo al frente. No sabía cómo interpretar aquel primer encuentro, pero su corazón estaba a punto de salir corriendo ante la imagen de ese hombre. Subió como los Cielos le dieron a entender y en cuanto la puerta se cerró detrás de ella, el carruaje inició su marcha.

Con un esfuerzo de sobre manera, logró sentarse en el interior de aquel vehículo. Siempre pensó que nunca iba poder ver uno por dentro, pero ahora viajaba en uno, y no uno cualquiera, sino el de la mismísima condesa de Andalas. Mientras el carruaje aumentaba su velocidad, Sendra no soltó su valija en el trayecto que les tomó salir de las calles de Amonswitch. Conocía esas calles y sabía como era esa gente, y agradeció el hecho de que el chofer acelerará su paso.

Un carraspeo por parte de su abuela hizo que entrará en contexto, soltando un respingo.

-Vamos, niña, nadie te robara estando en este carruaje - dijo mientras miraba por la ventana el paisaje casi difuminado por la velocidad.

- Usted no conoce como son estas personas - apreto los dientes, ante el recuerdo de aquellos años viviendo entre esa repugnante colonia -, no se crea mucho por el simple hecho de tener un carruaje bonito.

Una risa socarrona hizo que mirara de hito en hito a la dama y Sendra se preguntó si había sido muy imprudente al decir esas palabras que eran verdaderas. Y en ese momento fue cuando se dio cuenta de lo que realmente pasaba; iba a ser como una de ellos, de esos hombre y mujeres dignos de alcanzar la gloria, sin importar los medios y a quienes dejaban sin nada con tal de conseguirlo.

- Oh, niña, no sabes nada de la vida, eres muy joven para saber como funciona el mundo y muy pronto entenderás a lo que me refiero en cuanto lleguemos a Andalas -, clavo la gélida mirada sobre la joven y sonrió con suficiencia -, créeme; quedarás fascinada.

No sabía si tomar esas palabras como un aliento a seguir lo que pensaba en el momento y simplemente esperar a que la reprimiera diciendo ese tipo de frases, pero una cosa era más que segura; no iba a permitir que la cambiaran con esa arrogancia de los elevados*.

En el transcurso de viaje, que aproximadamente de entre seis y ocho horas dependiendo de la agilidad del conductor, Lady María le explicó como sería la instancia y el impacto de Sendra en la Mansión del Lirio. Y al parecer, su abuela había estado sola el tiempo suficiente para haber planeado aquella semejante vida para ella. Todos sus sirvientes sabían de la existencia de una heredera a la Mansión del Lirio y que esta joven estaba estudiando clases de danza y pintura en una de las colonias vecinas al reino, dando por sentado que era una joven de exquisitos dotes de gracia y belleza, y que por fin iba a poder regresar a su lugar de origen. Sus padres habían fallecido en un accidente naval y no había hecho ninguna ceremonia de despedida en honor a ellos por el simple hecho de no levantar rumores.

Sendra no daba crédito a cada palabra que decía y lo bien que tenía medido todo en su falsa verdad. Pero, su mente se vio envuelta en una nube espesa al pensar en cómo le iba hacer para aparentar todos esos años de estudio y elegancia que ella no aportaba en absoluto.

*Elevados: término que se usa para referirse a un estatus social alto o de carácter arrogante, también para referirse a una persona que tiene mucho dinero. Este lenguaje es más usado entre las colonias de Amonswitch, Armenswitch y Eruswitch.

LA QUIMERAWhere stories live. Discover now