Capítulo 8

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Las cosas eran sencillas desde cualquier perspectiva. La Quimera poseía orden y reglas, estrategia y sensualidad, ideal para que el público, tanto masculino como femenino gozaran las noches. Porque a pesar de que se tenía la idea de que la mayoría de los prostíbulos del Reino eran exclusivamente para hombres, en este también había los famosos gigolos. Dominic se sorprendió al ver que entre las meretrices vestidas de criaturas y flores, se encontraban hombres con atuendos elegantes y atractivos, casi con toques de medio oriente y estos también iban cubiertos con sus respectivas máscaras que causaban sensación entre las damas de alcurnia.

Sentados en un sillón almidonado de un rojo sangre, en una de las alas del salón, el príncipe era consciente de que se encontraba relajado en aquel lugar. No negaba que había sido un mujeriego y que ir a un burdel no era tanta diferencia para su ritmo de vida pasado, pero si había una. Él nunca había ido en busca de compañia, la compañía venía a busca de él. Ese motivo produjo que el futuro monarca se retorciera un poco en su asiento y Morgan, sentado a su lado conversando con una mujer de nombre Gea, volteo a verlo. No había rastro de Aslan por ningún lado.

— ¿Qué pasa, Dony? ¿No te la estas pasando bien? — Morgan le ofreció un tercer trago y Dominic lo acepto.

La mujer de nombre Gea se acercó un poco más a su primo y su cuerpo quedó más expuesto bajo las luces del lugar, revelando la abundante presentación que tenía.

Mor, ¿acaso tu amigo es tímido? — pronunció la mujer de manera coqueta y tierna —, Caliope mencionó que era muy atractivo, pero no mencionó que era muy callado.

Gea pasaba los treinta años, pero a pesar de ser una mujer en la madurez se conservaba joven y cuidada. Con un vestido de tonos oscuros enroscados a su esbelto cuerpo, daba la apariencia que era una dama poderosa y clase. Sus ojos ligeramentes afilados y su cabello de un azabache intenso la hacían ver como una pantera esperando a su presa pacientemente. Sin duda ya tenía trabajando en ese lugar y ya sabía cómo tratar a los hombres, independientemente de su edad y deseos.

— No es callado, él seguramente esta... — intentó Morgan cortar a Gea, pero en ese momento Dominic lo interrumpió.

— No es que sea callado, simplemente no quiero arrebatarle todo el protagonismo a mi querido Mor — dijo con voz tranquila y áspera por el whisky, haciendo que la mujer se estremeciera contra el cuerpo de Morgan y esté lo miró con ojos de navajas. — Así que, si me disculpan, los dejo para que disfruten y después no me echen la culpa de que arruine "su" noche.

— No te vayas, guapo, podemos hacer un trio si prefieres — dijo Gea mordiéndose el labio en dirección a Dominic, casi sin aliento y este la contempló con socarronería.

¡¿Disculpa?! — vociferio Morgan con falsa exageración, como si hubiera gritado la palabra "pene" en una iglesia y esta estaba llena de niños pequeños —, la última vez me habías dicho que eso no te iba y que por eso te negabas a participar con Calíope y conmigo.

— Lo sé, pero si fuera con Dony — suspiro la mujer al darle una mirada larga cargada de deseo y después volteo a su compañero de asiento — y contigo, no me importaría en absoluto.

— Pues a mi SÍ que me importaría —. Morgan se restregó el cabello con cuidado de mover su propio antifaz y miró a la mujer con reproche. — Ahora siento que he perdido toda tu atención, ¿verdad?

La conversación estaba llegando a terreno nuevo, más para Dominic que no era común para él ver como Morgan se encaprichaba con una mujer. Dio un paso hacía atrás y con cuidado dejó el campo de batalla para su primo. No era asunto de él. Camino con paso suelto hasta la barra del salón que estaba colocada justo en medio, como si de una isla se tratara. Justo por encima de esta, una gran araña de cristal flotaba cargada de rosas rojas y telas de un vino vaporoso, para después formar ondas largas en dirección a las seis columnas de estilo romano que sostenían el segundo piso. 

Tomó asiento tranquilamente y el barman le tomó su pedido. Observando pausadamente el lugar Dominic pudo deducir tres cosas más. La primera: que no sabía mucho de su Reino y/o al menos que no viniera la información de un libro o de un campo de batalla. Aquel mundo parecía estar vivo de noche, más de lo que hubiera imaginado. La sala estaba llena, pero no lo suficiente como para sentirse sofocado o querer salir de ahí a por aire fresco. Dos; todo el personal portaba máscaras o telas que cubrían parte de su rostro, al igual que los "comensales". Además de poseer nombre de dioses de la mitología y vestir con atuendos extravagantes pero no vulgares, como si el propietario de ese lugar quisiera vender sensualidad en lugar de sexualidad. Y tres; había reglas escritas alrededor del salón, justamente en tres paredes.

Cuando las vislumbro, pensó que se trataba del reflejo de los espejos y cristales del salón, pero debido a la poco intensidad de la luz, pasaban desapercibidas al ojo humano. Su trago llegó justo y preciso, saboreando el licor ámbar, Dominic hizo hincapié en leerlas detenidamente, o al menos lo que su vista le permitiera alcanzar a ver. Cada pared poseía una regla y arriba de cada regla, había un cuadro pintado al óleo de las diferentes interpretaciones de El nacimiento de Venus. Dominic se sentía extrañado y algo aturdido por lo pretencioso que era ese lugar, pero que por alguna razón le gustaba. Se sentía cómodo en el ambiente misterioso y cargado de deseo, que justo en el momento en que iba echar una segunda mirada a su alrededor, las luces del salón se comenzaron a pagar.

Las voces se alzaron en exclamaciones y silbidos, para que después dar paso a la voz de una mujer joven.

— Damas y Caballeros, sean todos bienvenidos a La Quimera — pronunció la mujer y todo el mundo se sintió complacido. — Esperemos que la velada este siendo de su agrado y que gocen de los servicios que os ofrecemos, sin más preámbulos, les daremos la presentación oficial de nuestra nueva diosa.

Dominic no sabía qué hacer. Se sentía algo expuesto sentado ahí, en medio del salón, pero después distinguió como las sombras de hombres y mujeres se empezaba acercar al centro y después hacia el escenario oscuro y cerrado por una cortina negra. Morgan y Aslan no le habían dicho nada respecto a quedarse a ver un espectáculo y ahora iba ser testigo de la presentación de una nueva diosa.  "Jah, y yo soy Hades, ¿no?" dijo para sí y un grupo de damas lo voltearon a ver con coquetería y después se alejaron cuchicheando entre ellas como dos chiquillas. Después el escenario se iluminó, y el cuerpo de una mujer vestida de negro onix quedó bajo el reflector que caía sobre ella. Era rubia y alta, más delgada que el promedio de las meretrices que había en La Quimera y Dominic dedujo que no podía ser más grande que él. Era bastante bella y con la máscara de cisne negro daba la apariencia de ser fina y elegante.

— Por favor, sean testigos de la decimonovena diosa en pisar las tierras mortales — habló pausadamente y el mundo entero la reconoció como la mujer que habló hace unos segundos antes anunciado la llegada —, denle una cálida bienvenida a la diosa de la primavera: Persephone.

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⏰ Last updated: Apr 21, 2020 ⏰

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