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Después de varias horas de viaje, por fin había llegado a Buenos Aires, más precisamente al aeropuerto de Ezeiza, donde, para mi sorpresa, se emcontraba Lisandro esperandome. Lo miré con una veja levantada y caminé hacia el, quien no dejó de sonreír desde que lo vi.

—¿Qué haces acá?—lo miré, mientras me mordía el labio, reprimiendo una sonrisa.

—Te vine a buscar.—dijo aún sonriendo.

—No hacía falta Li.

—¿No estás feliz de verme?—preguntó. SI. OBVIO.

—Mirá lo que me estás preguntando—reí.

—¿Eso es un sí?

—Si, estoy muy feliz de verte Licha.—respondí.

El ensanchó su sonrisa y yo solamente pensaba en besarlo, pero me estaba conteniendo. Me limite a darle un beso en la comisura de los labios y de esta forma, nos fuimos hasta su auto.

—En casa está Santi, ¿queres ir para allá o te llevo hasta tu casa?—cuestionó.

—Vamos para tu casa, así de paso hablamos, ¿dale?—dije. Asintió.

Llegamos a la casa de Magallan, lugar en el que se encontraba su hermano. Al parecer, este se iría mañana a España, por lo que estaba aprovechando el día con el jugador de Boca y...conmigo, teniendo en cuenta qur habíamos formado una relación de "cuñados" muy buena y, al menos yo, lo consideraba un amigo.

Pasamos casi toda la tarde juntos con el mate y la guitarra de por medio, como siempre cuando se trataba de Lisandro, quien no solo amaba tocar este instrumento, sino que ahora también cantaba.

—Un babero para Emi. —gritó Santiago, haciendonos reír a su hermano y a mi.

—Callate bobo—dije.

—Si se te cae la baba, nena—rió.

Aunque me esforcé (no tanto) en negarlo, era cierto. No me cansaba de mirarlo. Me encantaba y me sorprendía cada vez más.

Finalmente, Santi se fue, después de un par de horas, con la excusa de que lo había llamado la novia, y a pesar de que podía ser verdad, sospechaba que era más que nada para dejarnos solos con Lisandro.

Mientras el anterior nombrado fue a despedir a su hermano, yo me senté en el sofá del departamento y aproveché este momento en el que estaba sola para contestar los mensajes de mi mamá, avisandole donde estaba y que, obviamente, estaba todo bien.

—¿Que estás haciendo? —pregunté riendo, cuando Licha volvió y se sentó sobre mis piernas.

—Te extrañe mucho —me dijo, colacando sus manos sobre mi cara. Acto seguido, empezó a darme besos por toda la cara.

Yo me dediqué a disfrutar de este momento. Desde que nos separamos, supe que lo extrañaría muchísimo, pero este momento me servía para darme cuenta que en realidad, me hizo mucha más falta de lo que yo creía y admitía.

Terminó aquella secuencia, besandome los labios.

—Te amo. —le dije de la nada. Ni siquiera lo pensé, había salido de mis labios sin haberlo procesado antes.

El me miró, sonrió y habló: —Te amo Emi, mucho.

Una vez más nos besamos y en el medio recordé que Lisandro seguía arribs mío, lo cual me generó risa.

—¿Qué?—cuestionó. Yo lo miré divertida y el entendió. Se bajó, agarrandome de la cintura, sentó en el sofá y me subió encima de el, dando vuelta la situación.

Seguíamos besandonos y de a poco la intensidad ibs subiendo. Sabíamos como terminaría que si ninguno paraba ahora, pero, al parecer, ambos queríamos que pasara porque ni el ni yo amagamos con parar.

• • •

Después de ese momento con Lisandro, pasamos toda la tarde juntos. Hablamos y aclaramos las cosas, aunque no era tan dificil hacerlo, después de todo. Habíamos decidido volver e ir de a poco.

—¿Ya te vas? —me preguntó desde su cama, mientras yo me ponía la ropa.

—Si, quede con mi mamá en ir a cenar.

—Quedate, porfa—insistió, haciendo una especie de puchero con sus labios.

—No me pongas esa cara que sabes que me convences —reí.

—Esa es la idea.

—Me quedaría, pero hace un par de días que mi mamá esta sola; ya sabes, mi papá y mis hermanos se fueron a la pretemporada así que, bueno... —comenté —Hablando de eso, ¿vos no tendrías que estar en la pretemporada también?

—Debería, pero me quedé a arreglar unos temas de la negociación con el Ajax, que al final quedó en la nada.

—¿Y cuando viajas? —le pregunté.

—Mañana a la tarde. —informó y yo asentí.

—Entonces mañana vengo un rato antes de que te vayas, ¿dale? —el asintió y se levantó.

—Esperame que me cambio y te llevo hasta lo de tus viejos.—dijo.

Hizo lo que me dijo y en quince minutos ya estabamos en la casa de mis papas. Frenó justo en frente, me abrió la puerta y después de varios besos, nos despedimos. El se subió al auto, pero me dijo que esperaría hasta que yo estuviera dentro para irse.

Toqué el timbre de casa y al minuto apareció mi mamá, con una sonrisa. La abracé en forma de saludo y ella me correspondió.

—¿Te trajo Licha?—preguntó.

—Si. Ahí está—respondí, señalando su auto.

—¿Por qué no lo invitas a comer con nosotras? Hace mucho no lo veo —sonrió.

Rivales | Licha MagallanOnde histórias criam vida. Descubra agora