42

1.9K 124 13
                                    

A la mañana temprano, mientras iba a trabajar, Lisandro me llamó para avisarme que hoy habría una especie de cena/fiesta en el Hotel Hilton, organizado por Boca para festejar el haber ganado la Superliga, o algo así (al menos eso entendí) y quería que lo acompañara. Le dije que si y el se comprometió a pasarme a buscar cerca de las nueve.

Mi día transcurrió igual de normal que siempre, fui a hacer unas producciones, al mediodia almorcé con Cande, una amiga, y cerca de las cinco llegué a ESPN para conducir Redes con los chicos.

Llegué a casa tipo siete, casi justo para bañarme y cambiarme, pero bien. Lo primero que hice fue buscar que me pondría y, una vez que me decidi, me entré a bañar. Si tenia tiempo, me hubiese quedado mucho más tiempo, descansando y relajandome, pero como estaba justa, no tarde más de quince minutos (como mucho).

Apenas salí, agarré lo que había elegido: un vestido totalmente negro con una abertura en el medio de mi espalda. Me miré al espejo y me acomodé todo bien.

Me fijé la hora en mi celular, ocho y cuarto. Lisandro me habia mandado un mensaje avisandome que tipo 8:35 o 8:40 estaría acá, ya que de acá nos ibamos a buscar a su mamá y a sus hermanos, quienes también irían con nosotros.

En fin, con poco tiempo, me maquillé y me peiné. Justo cuando sentí el timbre, terminé, así que, sabiendo que era mi novio quien llamaba, agarré mis cosas y bajé.

Lo vi apoyado en su auto mandando un mensaje. Apenas sintió mis pasos, guardó su celular y me miró. Entonces lo pude observsr mejor, tenía un traje negro, con una camisa blanca. Cuando estuve en frente, di una vuelta y me tapé la boca con mis manos.

—No puede ser —le dije.

—¿Qué tengo? —me miró preocupado.

—No podes ser tan lindo, Lisandro. Me voy a desmayar —solté con la exageración que me caracterizaba. Aunque, no mentía estaba (era) hermoso y vestido así, todavía más.

El rió: la octava maravilla.

Un poquito enamorada, estoy, me parece. Sepan disculpar.

—Veni —me dijo tendiendome su mano —. Vos sos preciosa —me acercó todavia más a el y me dió un beso.

Ambos subimos hasta su auto y el manejó hasta la casa de su mamá, donde no solo nos esperaba ella, sino que, como ya había dicho antes, ahí también estarían: Ramiro y Jimena, sus hermanos. O al menos, dos de ellos, porque Santi ya estaba en España.

Cuando llegamos, me bajé para saludar a todos. La primera que vi fue a Jime, a quien no había visto muchas veces desde que nos conocimos, pero con quien, de cualquier forma me llevaba muy bien.

—¿Qué haces acá, infiltrada? —me preguntó Ramiro, riendose.

—Y bueno, todo por tu hermano —le respondí y el rió.

Por último, saludé a Elsa, la mamá de los Magallán, quien no me dejaba de sonreír.

—Estas hermosa Emi. ¡Que lindo verte, de nuevo! —me dijo y me morí de amor. Amaba a esta mujer, siempre que vine me trato re bien; Lisandro no paraba de admirarla y además, como si eso fuera poco, representaba totalmente la personalidad de el.

Una vez más, nos subimos al auto, esta vez los cinco juntos y Licha se encargó de llevarnos a todos hasta el Hilton.

Quince minutos después, estabamos buscando un lugsr para estacionar tranquilos. Finalmente pudimos encontrar un hueco y ahí fuimos. Bah, Lisandro porque el manejaba.

Ramiro ayudó a bajar a su mamá, encaminandose a la entrada del hotel con ella y su hermano, mientras que yo me quedé un toque más atrás charlando con Jimena.

Rivales | Licha MagallanWhere stories live. Discover now