2. Acción de Gracias

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Hola amigososas(os), muchas gracias por acompañarme, este es un capitulo cortito... pero ehhh... que ayer les di uno demasiado largo.

Nos leemos mañana... Besitos.

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Catalina salió de la empresa, justo después de la reunión. Más aburrida que un bronceador en el ártico. Tomó el metro desde Peter minuit plaza, lugar donde se ubica el edificio en donde trabaja en la ciudad de Nueva York, hasta la estación de metro más cercana a su casa en Washington Heights, estación 171. Pasó por el market a realizar la compra para la cena, y una lata de deliciosa carne en salsa para gatos.

Aunque la vida de Catalina era un tanto solitaria, amaba ese momento de regresar a casa y saber que tenía un pequeño que la esperara. Su amado Black, un gato Chartreux de ojos amarillos, que con amor y alegría la recibía todos los días, sus ronroneos, sus peludas caricias la hacían feliz.

20 minutos después ya se encontraba en casa, había cambiado su traje ejecutivo por ropa de andar por la casa; una camiseta de tirantes y unos shorts. Había acariciado a su gato por varios minutos, le había servido su lata de deliciosa salsa, por tratarse de un día especial y ahora prepararía la cena más espectacular de acción de gracias. Empezando por leer los pasos en la receta que había encontrado por internet.

... Después de poner los ingredientes en la refractaria, hornear a 200° durante 40 minutos...

- ¡Pero yo tenía hambre!, ¿no podía simplemente pasar lo más lógico?. – Grito enfurecida hacia el horno leyendo las instrucciones de la caja, mientras ondeaba un trapo de cocina tratando de disipar el humo ennegrecido que se concentró en el lugar. - No claro que no. Haber subido unos insignificantes 50° al horno, para que la comida se cociese mas rapido en menos tiempo... No, pero no, claro que no.

Cat hablaba y rezongaba sola. Había quemado el único pavo de acción de gracias. ¡Y ella nunca antes había festejado acción de gracias!. Ser extranjera en un país nuevo, con costumbres totalmente diferentes de las suya estaba siendo un verdadero incordio.

Y aquí estaba ella, el cuarto jueves del mes de noviembre, sola en los Estados Unidos celebrando un día tradicional del cual  apenas y conocía, pero para no sentirse una persona fuera del común, había decidido hacer una cena para sí misma. Lo cual no tenía ni siquiera sentido. Esta celebración, la hacían los americanos (¡Y ella no era americana!), en familia (ella había dejado a su familia a mil kilómetros de distancia en su país natal), por medio de una deliciosa cena especialmente compuesta de pavo (la suya se había quemado), para dar gracias a Dios por los favores recibidos... o algo así (Bueno, ella siempre daba gracias a Dios, pero últimamente había discutido bastante con él).

En fin, nada estaba saliendo como lo había planeado!. Terminó la universidad con título de contaduría por que se le daban muy bien los números, y decidió venir a los Estados Unidos a buscar un futuro mejor, hallar un excelente trabajo donde demostraría su incalculable potencial. En el cual probablemente encontraría como jefe a un Christian Grey (sin la parte masoquista, porque no le iba), se casaría con él y sería muy feliz. Claro todo esto en corto tiempo, sin embargo... Sí, tenía un trabajo, aunque no muy bien pago. Sí, tenía un jefe, solo que cero de Christian Grey, más bien mucho de "Miranda Presley en el diablo viste a la moda". Y sin mencionar que de casamiento o novio... inexistente. En ocasiones como hoy, sentía tantas ganas de tirarlo todo al traste y regresar a su querida patria, pero sabía que su madre, "¡su propia madre!" había hecho una apuesta con sus tías de que regresaría en menos de 16 meses. Ellos no son malos, solo que "dicen que la conocen bien", y saben que Catalina que era un poco consentida e impulsiva. Pero lo que no recuerdan, es que también es muy orgullosa y solo por esa maldita apuesta no había regresado hacía eones corriendo a los brazos de mamá.

Miró su cena carbonizada con tristeza, extrañando los guisos de su madre. Tomó todo lo que estaba quemado dentro de la refractaria y lo arrojó a la basura. Luego puso la vasija bajo el agua para ablandar lo que se había quemado y comenzó a recoger el desastre de cocina que había quedado. El timbre de la puerta la sacó de sus deprimentes pensamientos. Se dirigió hacia la puerta, verificó por la mirilla. Sonrió y abrió.

- ¡Feliz día de acción de gracias, Caty!. - Exclamó sonriente Jackson el hijo adolescente de mi querida vecina Betsy Porter.

- Hola Jack, igualmente. – contestó devolviendo la sonrisa.

- Mamá dice que alcanza a oler tu pavo quemado desde nuestro apartamento, así que dice que te invite a unirte a nosotros.

No pude evitar soltar una carcajada mientras veía a mi vecina negar con la cabeza  desde la puerta de su apartamento. Betsy era un amor, excelente madre, esposa y por supuesto vecina, una hermosa mujer afroamericana. Peter su esposo mantenía una expresión burlona en el rostro, mientras abrazaba a Betsy frente a él. Aceptó la invitación de sus vecinos, aunque tuvo que aguantar las bromas de Jackson y Peter, hasta que Betsy los reprendió, fue una bonita cena. A ella todo le había quedado delicioso, Jackson recitó una muy bonita oración y Peter amoroso como siempre lavó los platos y recogió la mesa. Catalina como invitada hizo lo que mejor sabía hacer. Comer. Después de la cena, compartieron la botella de vino que Cat llevó de su apartamento. Los Porter le relataron la interesante historia de la celebración de acción de esta manera pudo comprender un poco más esta tradición.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Where stories live. Discover now