38. El Tunel

721 92 2
                                    


Descendieron a una pequeña habitación, una especie de sótano. Extremadamente pequeño, casi del tamaño de la cama. Tony encendió una linterna que sacó del moral que trajo consigo. Luego buscó dentro de una pequeña caja de herramientas dos linternas de espeleología para llevar en la cabeza. Apresuradamente le puso una a Cat y otra para él, encendiendo solamente la suya.

- Deja la tuya apagada, solo nos guiaremos con la mía.

- ¿Guiarnos a dónde?, esto es una caja de fósforos. – aseguró Cat entre susurros llena de pánico observando el pequeño espacio, a punto de sufrir un claustrofobia.

- No estaremos aquí por mucho tiempo.

Tan pronto como lo dijo, empujó una puerta oculta detrás de unos tablones de madera. Tony pasó primero y convidó a Cat a seguirlo. Estuvieron bastante apretados dentro, pues el espacio era aún más reducido. Tony regresó al espacio de la puerta y volvió a encajarla dentro de la pared, oculta como estaba antes, cruzó dos grandes troncos de madera a través de unos agujeros en la pared, anclando completamente la puerta. Desde afuera sería imposible abrirla.

- Esto nos dará tiempo, vamos.

Se apretujaron de nuevo mientras Tony volvía a ponerse a la cabeza de la marcha. Tomó a Catalina de la mano y empezó a caminar delante, alumbrando el camino con la escasa luz de la linterna. Catalina estaba cada vez más asustada, no solo estaba el hecho de tener quien sabe a cuantos hombres ingresando a su casa, con intensiones nada buenas, tener que huir en medio de la oscura noche, sin saber a ciencia cierta su destino próximo, sino que ahora le sumaba a todo lo anterior que caminaba sin rumbo consiente, con un sujeto al que creía conocer, a través de un estrecho y escalofriante túnel.

- ¿No eres un psicópata o algo parecido, que oculta cuerpos debajo de su casa verdad?

A Tony, en medio de la concentración de la situación y sus pensamientos planeando el próximo paso, aquella ilógica pregunta hecha por Catalina, le pareció gracioso.

- ¿Qué tonterías preguntas cariño?

- Es que... no conozco mucha gente que tenga un túnel debajo de su cama.

La afirmación de Catalina debuto abruptamente la marcha de Tony, solo en ese momento comprendió que la situación en general para ella debería ser muy escalofriante. Y el estrés en general de las cosas, prácticamente la podría ponerse a imaginar cosas. Volvió su cuerpo hacia Catalina, deslumbrándola un momento con la luz de la linterna, inclinó la luz hacia arriba para poder observarla sin lastimarle los ojos.

- Escúchame, cariño. Nunca temas por mí. Sé que todo esto puede parecer un poco extraño.

- ¿Un poco extraño?, no me extrañaría si ahora confiesas que eres un vampiro y vamos a tu habitación, a dormir en un ataúd.

Tony no pudo evitar sonreír.

- No soy un vampiro, ni un psicópata. Te lo prometo. – suspiró profundo observando aquellos ojillos verdes vetados de café que tanto lo deslumbraban y que ahora lucían como los de un ciervo acorralado. – Escúchame bien, fui una persona entrenada por las fuerzas militares de este país, y soy muy bueno. Esa es la razón por la cual existe este túnel y un par de cosas más a nuestro alrededor.

La explicación de Tony se cortó con la vibración de su teléfono en el pantalón. Él se apresuró a sacarlo y observar la notificación. Catalina observó que en la pantalla del mismo le mostraba cámaras ocultas en los arboles de rededor los movimientos de los intrusos. Iban de camino de la cabaña de ella, a la de él. Parecían profesionales, como de las películas de acción, vestidos con chalecos, llenos de bolsillos y cosas en ellos, sosteniendo armas. Según su percepción sofisticadas, listas para ser disparadas, viendo todo a su alrededor con unos extraños aparatos en el rostro.

- ¡Oh por Dios! – Dime que esto es la notificación de tu serie de acción favorita subida a internet.

- No, cariño, esto es en vivo y en directo de tu casa y la mía.

- ¿Y como es posible que hayan estas cámaras alrededor?.

- Yo las instale. Por seguridad. – Aseguró Tony.

- ¿Seguridad?, esto es muy escabroso... enserio.

Tony levantó una ceja y le enseñó de nuevo la pantalla.

- ¿Te parece mal, que nos informen el sitio exacto donde están ahora los malos?

- No. Bueno, en este momento lo agradezco. – contestó Catalina.

- Bien, entonces, andando. – dijo Tony mostrándole de nuevo la pantalla del teléfono a Catalina.

- Santo Dios. ¿Pero quiénes son esos sujetos? Y lo más importante. ¿Por qué creen que es necesario venir a buscarme de esta manera?

- Catalina escúchame, mírame. – exigió tomándole el rostro. – las personas a quienes identificaste son muy peligrosas y harán lo que sea por silenciarte. Ya te les has escapado en tres ocasiones, y se están asegurando que no haya una cuarta.

Las paredes eran del túnel eran de una construcción rustica, entre tierra y madera, se asemejaba mucho a los túneles de una mina. Estrechas, sí, pero hasta ahora Catalina estaba siendo consiente de ellas. El espacio empezó a tornarse más y más pequeño y asfixiante, haciéndole sentir que se quedaba sin aire.

- No puedo respirar, Tony, no puedo respirar. – expresó abanicándose con la mano.

- Tranquila, cariño. Mírame.

Catalina jadeando, muerta de miedo, luchando por que le entrara aire en los pulmones, volvió a mirarlo. Tony ubicó la mano de ella sobre el pecho de él.

- Tranquila. Aspira – le ordenó haciéndolo al tiempo que ella. – sostenlo. Expulsa.

Repitió el proceso junto con ella en tres ocasiones diferentes. Hasta que mermó la crisis de pánico que le estaba empezando a Catalina.

- Debemos movernos pequeña, salir del túnel y dejarles la sorpresa a nuestros no invitados.

Tras estas palabras Catalina continuó respirando pausadamente, pero manteniendo el ritmo de caminata de Tony. Quería preguntar a qué sorpresa se refería. Pero aun sentía temor por todo lo que hasta ahora estaba descubriendo, así que decidió, que por el momento no quería ahondar en más información.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Where stories live. Discover now