66. Desenmascarado

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Por un momento Roger se detuvo, observando lo que había hecho. Con un poco de tristeza negó con la cabeza y suspiró ruidosamente infundiéndose valor. Él nunca quiso que las cosas fueran de esta manera, todo se le había salido de las manos, de pasar información había pasado a ser un asesino. Afuera, aun se escuchaba el atronador sonido de los disparos, pero el habló lo suficientemente alto y claro para que ella escuchara.

- Si no hubieses sido tan difícil de eliminar, las cosas hubiesen sido diferentes, Catalina. Muchas personas han muerto por tu culpa. – aseguró caminando lentamente hacia ella.

- Yo nunca quise que esto pasara, enserio, nunca lo quise. Pero luego tú llegaste que lo jodiste todo. Lamento que hayas estado en el lugar equivocado, justo en el momento equivocado. – habló con un tono de voz como si le explicara a una niña. - Entiéndeme no es nada personal. Yo... simplemente, es una decisión o eres tú o soy yo.

Confesó Roger levantando el arma. Ella alzó lentamente el rostro desde donde lo ocultaba, bajo sus manos, descubriendo su cabello negro y los hermosos rasgos delicados de mujer. La sorpresa de Roger fue mayúscula y titubeó en el momento de disparar. Ella aprovecho la oportunidad y se lanzó ágilmente hacia el detective Roger Brown. Primero le dio un fuerte golpe con el pie en el brazo que sostenía el arma, ocasionando que la soltara y esta cayera fuera de su alcance. Luego con la rodilla impacto fuertemente la entrepierna de Roger, para finalmente golpear con la misma rodilla las costillas del hombre. Reduciéndolo totalmente sobre el suelo. Se apresuró a esposarlo y retenerlo.

- Tiene usted toda la razón detective. – anunció la mujer. – No tenía el gusto de conocerlo anteriormente, pero ciertamente no era un asunto personal... o era usted, o era yo. Y definitivamente no seré yo. – anunció la agente Andrea Jhonsson.

En ese momento ingresó apresurada Christine, seguida por el Jefe Udrich. Quienes se detuvieron abruptamente al ver la escena. La agente Jhonsson, una chica muy parecida a Catalina que se había puesto como cebo, en lugar de la verdadera Catalina, mantenía su pierna con todo el peso de su cuerpo a Roger contra el piso. Los agentes guardaron sus armas y se dispusieron a terminar.

- Detective Brown, está usted bajo arresto, por intento de asesinato, conspiración, espionaje, y traición a la nación. – Espetó enérgicamente Christine. – o debería llamarle "perro" o mejor se lo digo en ruso para que entienda "собака"

- Yo... no... - trató de hablar Roger, pero la falta de aire por el golpe en las costillas y el dolor en la ingle no se lo permitía.

Afuera todo estaba en silencio, el pandemonio anterior ya había pasado. Varios agentes del FBI y S.W.AT que se habían mantenido en cubierto, muy bien ocultos, fuera y dentro de la casa habían dado de baja o neutralizado la amenaza de los mercenarios.

- ¡Qué demonios! – expresó Oscar ingresando a la habitación, viendo a su compañero en el suelo y a la falsa Catalina, sobre el mismo.

Oscar no podía, o no quería creer lo que sus ojos veían. Después de la sorpresa, vinieron los sentimientos de pena, tristeza, decepción y finalmente disgusto.

- Detective García, ¿usted ya sospechaba de esto verdad?. – Preguntó Udrich.

El aludido se mantuvo en silencio, observando con decepción a Roger.

- Le presento al informante estrella de Yuri Záitsev, era quien mantenía actualizada la información del departamento de policía acerca de los casos en su contra y manteniéndolos lejos...

- De aduanas. – termino la oración Oscar. – Si agente, ya lo sospechaba. Pero el mismo se encargó de confirmarlo hace unos momentos, antes de todo este infierno.

Roger abrió los ojos, incrédulo.

- Yo, no, no se de lo que están hablando. – trato de defenderse.

- De que no había manera de que ni tú, ni yo supiéramos que Catalina había estado en Montana, y que había sido atacada allá. Información que en efecto yo no sabía, hasta hace unos momentos, pero tú fuiste muy bondadoso compartiéndola con la detective Powell y conmigo. – aseguró Oscar. - Ahora entiendo, por qué siempre lograron encontrarnos mientras ella estaba con nosotros.

- Así también, como el rastreador calórico ubicado en la chaqueta, que usted le entregó a ella, para lograr ubicarla en Montana. – aseguró Christine.

Oscar la observó a Christine después de la observación que ella realizo, luego volvió la vista hacia Roger entrecerrando los ojos y negando con la cabeza.

- Y sin hablar de lo que va a arrogar el rastreo que hicimos a sus teléfonos. – Indicó Udrich. – Lo siento, el suyo también detective García, teníamos que estar seguros.

Oscar se encogió de hombros.

- No tengo nada que esconder. – respondió. – más que un par de llamadas y mensajes calientes con alguna chica.

El agente que acompañaba a la falsa Catalina se encontraba sobándose el pecho. Después de haberse quitado el chaleco antibalas.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó la agente Jhonsson a su compañero.

- Sí, pero duele como el demonio.

Ella asintió.

- Oye, te pareces mucho a nuestro testigo. – aseguró Oscar. – Demasiado, muy buen trabajo el que hiciste con esta basura.

Ella le agradeció con una hermosa sonrisa.

- Bien, todos salgamos de aquí, debemos verificar que Catalina este bien. – Ordenó Udrich tomando el teléfono para llamar a su homónimo de la policía y a Tony.

Todos salieron de la habitación, llevando bajo arresto a Roger. Christine se quedó un poco fuera atrasada esperando a Oscar.

- Sabe detective. En el rastreo que hicimos de sus teléfonos y equipos de cómputo, encontramos algo bastante interesante. – afirmó coquetamente Christine

- ¿A si? – preguntó el siguiéndole el juego.

- Sí. En efecto... yo lo encontré. – ella se acercó mucho a él para susurrarle. – alguna información importante de un regalo de un "ciudadano preocupado por la comunidad".

- ¿a, si? – preguntó Oscar fingiendo inocencia.

- Sí. Fue bueno que esa información anónima llegara a manos de la fiscalía. ¿No cree?

Oscar se mantuvo totalmente estático esperando lo siguiente que ella tenía por decirle. Él estaba tan nervioso, como fascinado con la actitud chulesca y arrogante de ella. Adicional de que los medios por los cuales había conseguido la información, no habían sido, lo que se llaman legales.

- Sabes. Aceptaría una cena – dijo Christine. – solo porque digamos... que olvide reportar esta información.

Oscar emitió una pícara sonrisa, como la del gato que se comió el canario.

- Interesante. ¿Aceptarías que te invitara a cenar?

- Oh, muchas gracias. – contestó ella fingiendo inocencia. – Estaría encantada.

- ¿A dónde quieres ir? – preguntó el caminando detrás de ella hacia la salida.

- No, no, no. Hoy no puede ser. Debo ponerme guapa y un lindo vestido. Y hoy no tenemos mucho tiempo.

- E imagino que yo debo usar un traje y corbata. – Afirmó Oscar.

- Por supuesto.

- Bien, niña bonita, entones tenemos una cita.

Continuaron caminando hacia afuera, tomando los autos para ir en busca de la verdadera catalina, garantizando que todo tuviera el final que todos esperaban.    

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt