48. Hogar oculto

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Catalina observó con curiosidad como trabajaron los dos hombres, en completa sincronización. Lo que más llamaba su atención, era que para ellos no era necesario que hablaran el uno al otro, pidiendo que el otro hiciera algo, solo se entendían por medio de señas, movían levemente la cabeza, o los ojos y el otro comprendía. Era como si hubiesen tenido años para comprenderse y Catalina se preguntó por la raíz de su amistad. Tan pronto terminaron de ocultar la camioneta, Mac emprendió el camino hacia la pequeña y sencilla casa, invitándolos a que le siguieran. Tony tomó de la mano a Catalina y la atrajo con él hacia la casa, sin dejar de observar a los alrededores.

La casa era aún más pequeña de lo que parecía, era bastante básica y humilde. Un comedor de cuatro puestos, elaborado de rústica madera estaba en el medio de la pequeña estancia. Una cocina bastante sencilla y casi desabastecida, con una estufa de leños, algunas cacerolas y ollas viejas puestas. Al fondo una habitación con una cama sencilla, organizada y bien hecha la cama y un baño a la derecha. Todo alrededor mostraba la humildad y pobreza en la que vivía el hombre. Catalina se avergonzó en ese momento, por pedirle ayuda a un hombre como aquel. El pobre Mac, compartiría con ellos sus pertenencias, en medio de su pobreza, aquello sobrecogió a Catalina.

Mac cerró la puerta tras él, se dirigió a la habitación y les hizo la seña para invitarles a entrar. Catalina un poco confusa por aquello, siguió a Tony, aunque era extraño que un anfitrión ingresase junto con su visita a la habitación. Tan pronto estuvieron los tres en la pequeña habitación, Mac se agachó, templó la sabana sobre la cama asegurándola con una especie de bandas a los parales horizontales, Catalina agradeció el hecho de que el hombre preparara la cama para comodidad de ellos. Pero le pareció extraño, repentinamente todo cambio, y ella se sintió como si estuviera en la dimensión desconocida.

Mac hizo un movimiento con las manos debajo de la cama, como si activara una cerradura, justo después de haber ajustado las sabanas. El colchón se levantó fácilmente, como la tapa de un baúl, quedando enmarcado por la supuesta cama mostrando una alfombra, muy vieja sucia y raída, la cual Mac enrollo hacia un costado, dejando a la vista una compuerta oculta, tal y como en la cabaña de Tony, y el pequeño sótano que llevaba a el túnel de escape.

Mac empujo la compuerta hacia abajo y luego la deslizó hacia un lado, encendió una luz tenue que mostró una escalera en caracol que les llevaría hacia abajo, y les invitó a bajar por ella. Catalina, siguió a Tony aferrada a su mano, esperando encontrar otro oscuro y viejo sótano. Lejos estuvo de imaginar lo que hallaría. Allí abajo se encontraba instalado todo un pequeño departamento, tipo Loft, espacios abiertos que conectaban toda la zona, completamente equipado con toda la tecnología y comodidades dignas de unas vacaciones. La cama era enorme y se veía bastante reconfortante, un sofá muy cómodo con bastantes cojines, una mesa de centro y una pantalla de televisión gigante enfrente, separada con un pequeño y bajo muro de la habitación. La cocina al fondo, dotada con hermosos muebles en blanco, estufa empotrada, y un refrigerador de dos puertas. Todo exquisitamente decorado, ordenado y limpio. Nada que ver con la casa encima de este gran apartamento, incluso el lugar parecía mas grande en espacio que la casa sobre ellos.

El sonido de cerrado de la trampilla, seguido de una cerradura, sobre sus cabezas, le hizo, comprender que posiblemente tanto la alfombra como la cama habían regresado a su sitio dando la apariencia de que todo era normal allá arriba.

- ¿Quiénes son ustedes? – Preguntó Catalina volviéndose a mirarlos, comprendiendo que no les conocía en absoluto.

- Owen McDowell. – dijo el tendiéndole la mano a Catalina, esbozando una reluciente sonrisa. – Antiguo Coronel de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, ahora felizmente retirado.

La boca de Catalina hubiese podido caer al piso, por la sorpresa de la respuesta obtenida.

- Ex jefe y superior de Tony, uno de los mejores hombres que tuve el honor de tener a cargo.

Catalina volvió a Mirar a Tony como si le acabasen de salir un par de cuernos en la cabeza, y solo repetían las palabras en su mente; fuerzas armadas y ex jefe. Tony suspiro fuertemente, reconociendo que ella estaría aún más confusa que antes. Había tanta información inconclusa entre ellos, que cuando le explicara todo debería contar con mucho tiempo.

- Si cariño, tengo mucho que explicarte, y prometo que lo haré. – aseguró Tony. – Pero primero, nos encargaremos de nosotros, es imperativo que recarguemos energías.

Tomó el trasportín de Black, lo retiró de sus hombros, al igual que la mochila que ella llevaba. Sacó cuidadosamente a Black y lo dejó sobre sus patitas para que descansara del encierro al que lo habían sometido.

- Primero alimentemos a Black. – dijo tomando una de las latas de comida que Catalina había guardado en el morral.

Mac, quien se había dirigido a la hermosa cocina, le entregó dos pequeños cuencos, uno lleno de agua y el otro vacío, dispuesto para servir de plato para la comida de Black. El pobre animalito se lanzó a los cuencos como si nunca le hubiesen dado de comer y de beber antes. Catalina se afligió en demasía por él.

- Pobrecito. Ha estado tanto o más estresado que nosotros. – expresó Catalina, saliendo de su mutismo.

Black bebió rápidamente una gran cantidad de agua y empezó a devorar la comida, mientras Catalina lo observaba entristecida y confundida, de dejó caer en el piso al lado de Black, acariciándolo cariñosamente.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Where stories live. Discover now