Capítulo dos: Juguemos a las muñecas

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Me quedé unos minutos ahí, observando el cadáver sin poder creer lo que había hecho, pero luego ahí estaban Amaya y Berns para convertirme en una Halsey que desconocía.

«Sin nervios, pequeñas. No hay huellas por ningún lado, solo ponte el suéter y vete»

—Pero...

«Vamos a jugar, vamos a jugar, vamos a jugar. Sal del cuarto, tiene que haber algo con lo cual jugar»

No entendía, estaba extrañada, pero sentía una especie de satisfacción con lo que había hecho, había algo bueno en ello.

Salí de la habitación al pasillo nuevamente y ahí vi una linda y tierna muñeca, con un vestido negro y dos moñitos, sonreí enternecida.

Había olvidado que Joel tenía una sobrina. Abracé la muñeca como si se me fuera la vida en ello y volví a la habitación con una sonrisa en el rostro.

—Vamos a jugar, vamos a jugar, vamos a jugar a las muñecas —Canturreé y me acerqué al cuerpo sin vida de aquel chico dejando la muñeca sobre su pecho haciendo que su cabello sintético se manchara de sangre—, no seas aburrido y juega conmigo...

«Ya cálmate, Halsey y salgamos rápido de aquí. Al fin y al cabo no hay nadie en la calle a estas horas»

—Es cierto —Desperté de mi ensimismamiento, no podía enloquecer solo por una muñeca... Pero algo de ese ambiente se me hacía tan familiar, tan peculiar, tan atrayente y extraordinario, el olor a sangre me hacía intentar recordar algo que no lograba recordar.

Tomé agua con las manos en el chorro del fregadero y las pasé por mi rostro y mi cuello, básicamente por todos los lugares donde me había manchado de sangre, mi blusa era marrón oscuro y algo escotada así que no debía preocuparme por aquellas manchas en la tela, no se notarían. Y ahí me quedé en la cocina intentando recordar, aunque sin saber qué precisamente, pero intentaba recordar.

Y al intentar divagar en mi mente tantas veces sin resultado alguno me puse la sudadera que tenía amarrada a la cintura subiendo la capucha para que al salir nadie lograse ver mi rostro y me fui caminando al lugar donde había quedado con Elisa, Aedrik y Kailani.

Mi calma había llegado, y ahí, en medio de una calle oscura, llegaron unas imágenes a mi cabeza que me pusieron los pelos de punta.

Unas manos pequeñas sosteniendo un arma.

Ese era mi toque de claridad, pero no tenía idea de por qué venía aquella imagen a mi cabeza, aquella imagen que me dejó paralizada y nerviosa en medio de una calle alemana oscura.

Tratando de calmarme, continué caminando, esta vez intentando distraerme con aquella muñeca tan hermosa.

Aquella muñeca que representaba la inocencia.

La inocencia que yo no tenía.

Pero quería más de esas muñecas tan hermosas. No eran como las Barbies, era algo más grande, era como una muñeca para bebés.

Muy linda.

Y mi mente se quedó pensando en aquel hermoso juguete de niños hasta que finalmente mis pies cruzaron la puerta del disco-bar y la música inundó mis oídos. Comencé a buscar a mis amigos y los encontré, vi a Kailani y a Elisa hablando con Aedrik en la barra.

Él como siempre se veía tan formal y serio, siempre parecía como si sus ojos sonrieran.

Sí, sus ojos y no su boca.

Era algo curioso ese toque de serenidad y diversión que siempre hallabas en su mirada.

Tal vez por eso a Kailani le atraía tanto.

HalseyWhere stories live. Discover now