Capítulo tres: Todo bajo control

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—Ustedes son unos niños malos, muy malos —Escuché una voz infantil, la de una niña, pero no lograba ver su rostro.

Pero eso fue lo último que escuché que salió de su dulce voz antes de escuchar ocho disparos y ver sangre correr por el piso.

Entonces desperté de aquel sueño extraño, y justo frente a mí se encontraba Elisa, sentada en la cama viéndome con preocupación.

—¿Estás bien, Halsey? —Traté de controlar mi respiración y solo asentí, ella se había quedado a dormir en mi departamento junto con Kailani.

Ya habían pasado tres días desde el asesinato de Joel, pero esa mañana finalmente una de nuestras compañeras encontró el cadáver al ir a visitarlo a su casa.

Los oficiales no tenían pista alguna del homicida. En el martillo que se encontró junto a la escena no había huellas, en la muñeca que había encima de su cuerpo tampoco, en las copas mucho menos.

Era un crimen perfecto.

—Estoy bien, Eli. Oye, ¿Y Kailani? —Indagué.

—Está tan cagada de que hubo un asesinato en la zona que ni quiso salir a la cafetería por su donut rutinario —La morena hizo rodar sus ojos y se acomodó junto a mí en la cama mirando el techo—, ¿Quién pudo haber malgastado su tiempo en asesinar a un bastardo como lo era ese imbécil?, ¿Por qué razón? —Preguntó, pero sonó más como si se lo preguntara a ella a misma—, ¿Crees que fue alguien que sabía de la canallada que hizo?

Claro que esa persona sabía de la canallada que hizo.

Esa persona fui yo.

—O pudo haber sido alguien con quien tenía cuentas que saldar —Le respondí—, oye, si Kailani no salió por su donut rutinario, ¿Dónde está?

—Gastando toda el agua caliente que hay en la duche —Respondió sin más, y a mí solo me venía una palabra a la cabeza.

Oficiales.

—Será pendeja —Solté cruzada de brazos—, yo también necesito ducharme con agua caliente.

—Tengo ganas de sacarla a rastras de ahí, lleva casi cuarenta minutos —Añadió la morena y quedé sorprendida, ¿Quién carajos se tomaba una ducha de cuarenta minutos? Ya era demasiado.

—¿Lo hacemos? —Alcé una ceja y una sonrisa de malicia se dibujó en su rostro.

—Vamos.

Nos levantamos de la cama dirigiéndonos hacia la puerta que daba a la sala, coloqué el dedo índice sobre mis labios a modo de decirle que no hiciera ruido y nos fuimos a hurtadillas hacia el baño donde todavía se escuchaba el sonido de agua saliendo de la regadera, y así entramos al baño actuando como policías locas.

—Señorita Shepard, usted ha cometido una infracción al tiempo limitado para ducharse, se le exige salir —Empezó Elisa, retirando la cortina de la regadera así dejándonos ver a nuestra amiga como Dios la trajo al mundo.

—Sí, en un rato le daremos la multa, mientras tanto... —Tomé a la castaña del brazo junto con Elisa y la obligamos a caminar.

—Son unas desgraciadas, déjenme tomar la toalla aunque sea —Exigió la castaña.

—No, las toallas son para los inocentes que no han infringido las leyes de las duchas —Le dijo Elisa y así la sacamos del baño.

Desnuda.

—Desgraciadas, ¿Con qué me voy a secar? —Interrogó enojada una vez la soltamos y se cruzó de brazos ignorando completamente que estaba sin ropa.

HalseyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora