Ventotto.

6.9K 460 52
                                    

POV'S Ares

Me lleva la puta.

Hoy ha sido un puto día de mierda. Empezando porque hoy es sábado y he tenido que estar atado como un maldito perro al trabajo. Segundo, necesitaba contactar a Jessica para que me dijera donde había archivado unas firmas valoradas en más de cuatro millones de dólares, y ella no contestaba el jodido teléfono así que por suerte le pedí el favor a Arturo y a Gareth de que registraran todos los archivos. Tercero, estaba pasando por un lugar desconocido, y resulta ser que algo raro le pasa a mi maldito auto NUEVO y no enciende.

Ah, y eso no es todo. Para colmo, me robaron el celular ¡en plena vía pública! Sin duda este es un lugar de mala muerte. Gracias a Dios, pude llamar a una grúa y a mi chofer para que viniera por mí; después me robaron el celular.

Pero la cosa no termina ahí, claro que no. Cuando traté de hacerme el mecánico y arreglar lo que sea que estuviera pasando con mi auto, un grupo de mujeres realmente extrañas pasaron detrás de mí para tocarme el culo ¡me habían nalgueado! Y por si fuera poco me soltaron un par de piropos bastante vulgares.

¡Dios, que horror!

Ya sabía yo que despertaba el lado más salvaje y carnal de las mujeres, pero nunca de esa manera.

¡Joder!

Es que nada de esto estuviera pasándome si hubiera traído mi Maserati y no este Range Rover. La grúa llegaría dentro de una hora y media, y Winston–mi chofer–igual.

Esto estaba siendo una completa mierda. Se supone que justo ahora tendría que estar con Gareth en una reunión de negocios para cerrar trato con el dueño de la compañía Atlantic S.A, pero no,  heme aquí esperando que vengan a rescatarme.

Estaba cabreado hasta los cojones así que descargué mi furia contra el maldito auto. Comencé a patearlo con mucha fuerza; la gente me miraba como si estuviera loco pero no me importaba, sino sacaba toda esa frustración y enojo iba a terminar explotando. Quería gritar improperios y también quería tirar de mis cabellos y revolcarme en mi propia miseria.

Paré, respiré profundo tratando de calmarme pero, volví a ver el auto y la furia nuevamente creció en mí así que comencé a patearlo nuevamente.

Maldición. Maldición. Maldición.

Solo me detuve cuando sentí una mirada. La alegría me invadió y toda mi furia se esfumó.

Era Jessica, que por cierto me miraba como si me hubiera salido otra cabeza. Me miraba con los ojos muy abiertos y una expresión de: "usted esta loco, ¿cierto?"

— Yo no he visto nada— susurró, y pude entenderla porque leí sus labios.

Sus apetecibles labios...

Ahora no conciencia, ahora no.

Antes de que pudiera si quiera saludar, ella ya estaba pasando de largo e ignorando completamente mi presencia. Fui hacia ella y la tomé del brazo, reteniéndola.

— Jessica, ¿a donde vas?

Me miró alzando una ceja.

— ¿Acaso le importa?— dijo, desafiante.

Sonreí.

— Bueno, si no me importara no estaría preguntándote— rodó los ojos—. Es que no te puedes ir.

Me miró ceñuda. En cualquier momento me lloverían vergazos, lo sabía.

— ¿Y por qué no?

— Pues porque estoy solo; se daño mi auto; me robaron el celular— me acerqué a ella para decirle algo de manera confidencial— y unas mujeres bastante extrañas me tocaron el culo.

Ahora ella me miraba divertida. Claro, tenía que gozar a costa de mi mala suerte.

— Bueno, no veo cómo eso es un problema. Usted es un hombre bastante imponente y fuerte, de seguro estará bien.

Intentó volver a caminar, pero la detuve. Ni crea que me dejara en este lugar solo.

— ¿Acaso estás loca? ¿Y si quieren robarme de nuevo? ¿Y si pasa de nuevo esa pandilla de extrañas mujeres y me tocan algo más que el trasero? ¿O que si me quieren para... divertirse?

Las posibilidades de que eso pasara eran muchas, en especia la de la pandilla de mujeres extrañas. Solo pensar en eso hacía que un escalofrío del más puro horror recorriera mi cuerpo.

Volvió a mirarme divertida.

— Su auto es de vidrios blindados, ¿no?— asentí, confundido. ¿Que tenía que ver los vidrios blindados de mi auto con esto?— bueno, en caso de que quieran robarle métase en su auto y no pasará nada... Y por lo de las mujeres no se preocupe, seguramente disfrutará. Bye, bye.

¿Como se atrevía si quiera a pensar que yo disfrutaría de algo así? Es decir, sí disfrutaría pero si fueran mujeres menos... extrañas y feas.

Simplemente Jessica no podía dejarme aquí. Y se lo hice saber.

— No puedes dejarme aquí.

Me miró con mofa.

— Oh, claro que puedo, ¿quiere ver?

No se atrevería... ¿o sí?

— Soy tu jefe. No puedes dejarme aquí.

Volvió a sonreír con mofa. ¿Que carajos era tan gracioso? ¿Acaso tenía un payaso pintado en la cara o que?

— Usted es mi jefe de lunes a viernes y hoy es sábado, así que nos vemos el lunes.

¿Por que diablos era tan buena huyendo de mí?

POV'S Jessica

Mi jefe quería revolcarse en su propia miseria.

Se notaba en la cara lo cansado que estaba, tenía unas enormes ojeras y se veía ansioso y nervioso. Y no era para menos; últimamente el trabajo en la empresa se estaba haciendo mucho más difícil y agotador con todas las juntas y negociaciones para comprar propiedades para hacer los nuevos hoteles, los restaurantes y por supuesto la compra y venta de equipo pesado, ah y como olvidar también recibir, revisar y mandar toda la mercancía que viene de otros países.

Sin duda era agotador. Mi jefe llevaba un gran peso sobre los hombros manejando todo eso él solo. Sabía de antemano que estaba siendo una maldita perra con él, pero creo que no me importa... creo.

Estaba dispuesta a seguir avanzando cuando lo siento acercarse a mi lado.

— No me va a dejar en paz, ¿verdad?

Con una sonrisa socarrona plasmada en su perfecto rostro me mira.

— Tendrás que aguantarme.

Bufé.

— ¿Más de lo que ya lo hago? Pues, no creo que sea posible.

Suspiré con pesar mientras caminábamos. En realidad no sabía si me arrepentiría de traer a mi jefe conmigo, pero qué más da.

La Seducción De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora