Quarantacinque.

6.9K 495 76
                                    

POV'S Ares

—...Estoy completamente de acuerdo contigo, André. Así podríamos optimizar el rendimiento de la maquinaria que nos llega de Corea, ¿Y a ti que te parece, Ares?— terminó de decir Gareth.

En toda la junta no había estado prestando atención; Gareth era el que me estaba sacando de apuros, y cuando él no lo hacía, lo hacía Arturo.

— Pues... me parece una excelente idea eso de optimizar...— no tenía ni la más puta idea de lo que habían hablado por estar pensando en pajaritos preñados.

— Bien, entonces no se diga más, caballeros— André Giorelli se levantó de su asiento y nos tendió la mano.

Yo acepté.

André Giorelli es amigo íntimo de mi padre, y un verdadero tiburón en los negocios. El cierre de trato con este hombre nos puede llevar mucho más lejos de lo que ya estamos. Pero ahora mismo nada de eso me importaba, lo único que tenía en mente era mi cita con Jessica porque la cena con Angélica en realidad me tenía sin cuidado.

— ¿Y como se encuentra Antonio, Ares?— preguntó el hombre de cabello entrecano.

— Pues, muy bien señor André— le respondí con una sonrisa cordial.

— Han crecido mucho tu hermano y tú. La última vez que los vi, tú estabas por entrar en la universidad y tu hermano en quinto de secundaria.

Reí.

— Sí, fue hace mucho tiempo.

En eso, llega un chico pelirrojo de rostro infantil.

— Por cierto, Ares ¿conoces a mi hijo?

No sabía que tenía un hijo. Y parece tener la misma edad de Arturo.

— No. No sabía que tenía un hijo.

Antes de que su padre hablara, el chico se presentó.

— Max Giorelli. Un placer— respondí el saludo estrechando su mano.

— Ares D'Angelo. El placer es mío.

El pobre chico se mostraba realmente serio, como si estuviera cansado y fastidiado de estar aquí; y no lo culpo. Esta reunión fue demasiado larga y aburrida hasta para mí.

Eran las tres y cuartos cuando salí de la lujosa y sencilla oficina de André Giorelli. Tenía que llegar al hotel e ir a esa ridícula cena con Angélica... aunque no quiero ir; debería cancelarle y decirle que tengo mucho trabajo que hacer.

Pero, lastimosamente, yo no soy así. Además, ya es tiempo de que la confronte y aclare todo. No puedo seguir huyendo.

Sabía que tarde o temprano esto pasaría... aunque muy en el fondo de mí, esperaba que nunca pasara. Y ahora aquí estoy: pensando en mi penosa vida mientras conduzco hacia el hotel.

La verdad nunca me he sentido miserable... no hasta ahora. Ella me hace sentir así. Me hace sentir mal.

Una vez llegué al hotel, inmediatamente subí a mi habitación y me tiré en la cama a pensar en mi penosa vida nuevamente. Era justo por eso que durante tantos años evité venir a Italia; no era porque no quisiera, era porque sabía que si regresaba de alguna u otra manera la iba a encontrar y eso era lo que no quería.

— Hey, ¿no vas a ir a tu cita?— pregunta Arturo entrando en la habitación.

— Esa estúpida cita me tiene sin cuidado.

— ¿Y entonces por qué aceptaste?

— Acepté para tener una cita con Jessica.

Arturo me miró entrecerrando sus ojos.

La Seducción De AresWhere stories live. Discover now